Marianela Castro de la Borda y Javier Lizarzaburu. (Foto: Nancy Chappell/ El Comercio)
Marianela Castro de la Borda y Javier Lizarzaburu. (Foto: Nancy Chappell/ El Comercio)

La famosa cuestión bíblica sobre el camello y el ojo de la aguja podría retrucarse en este proyecto: ¿cómo meter una huaca a Venecia, en una góndola, por un canal? El desafío –figurativo, por supuesto– está en manos de Marianela Castro de la Borda, Javier Lizarzaburu, Janeth Boza, Toshio Pardo, Alejandro Lapouble y Lucero Chiclla, miembros del equipo interdisciplinario encargado de "En reserva", que representará al Perú en la decimosexta edición de la , que arranca el 26 de mayo.

Para articular la exposición, el equipo se ha valido de diversos recursos de los que, por el momento, solo pueden revelar detalles: una gran maqueta diseñada por el arquitecto Alfio Pinasco y materializada con tecnología de impresión 3D; 447 réplicas de los nudos de Eielson (uno por cada huaca limeña), confeccionados con algodón nativo peruano y hechos por artesanos peruanos también; la construcción sonora –espacial, enigmática, moderna y milenaria– a cargo de Pauchi Sasaki; además de un video, mapas y otros elementos calculados con minuciosidad.

Un trabajo, como puede verse, que agrupa manifestaciones diversas. "La parte más ambiciosa y difícil ha sido la recolección de todas las miradas sobre las huacas e incorporar en la muestra esas visiones y maneras de entenderlas. Al plantear el tema entendimos que la mirada no podía ser netamente arquitectónica", apunta Janeth Boza sobre la complejidad del proceso.

VOLVER LA MIRADA
"En reserva" plantea una revalorización de las huacas limeñas que parta desde la idea más elemental: identificarlas, saber que están allí. "Lo que buscamos es entender cómo es que las huacas se relacionan con Lima y con los limeños. Destacar el vínculo de este patrimonio con una ciudad contemporánea, para luego sentirlas como nuestras, evidenciar su potencial", señala la arquitecta Marianela Castro de la Borda, quien encabeza el proyecto.

Durante muchos años la historia prehispánica de Lima permaneció ignorada por lo que se suele entender como la "historia oficial", que comienza recién con la conquista española en el siglo XVI. Ya en los años 80, un arquitecto y urbanista como Santiago Agurto Calvo apuntaba que "quienes escribieron la historia se las ingeniaron, por diversas razones, para desinformarnos y, lo que es peor, para deformarnos culturalmente" ("Lima prehispánica", 1984).

Coincide con dicha postura el periodista Javier Lizarzaburu: "No existe ningún escrito que valide la existencia de las huacas en Lima. El único relato real que se ha mantenido va de 1535 en adelante. Y eso que la primera arquitectura monumental conocida es la de la huaca El Paraíso, de hace 4.000 años. Por eso, antes de decirle a la gente que hay que cuidar las huacas, tienes que explicarle por qué hay que cuidarlas: alimentarlos de relatos, de narrativas. Eso no se está haciendo".

En ese intento de reconciliar nuestro pasado con el presente en una sola dimensión, en el pabellón peruano en Venecia se presentarán dos planos de Lima que, mediante transparencias y en contraste, sinteticen esta historia de dos ciudades. "Ese es un aporte muy especial. Debe ser la primera vez que se haga un mapa de la Lima previa a la llegada de los españoles. Un tiempo en el que no estaban las 447 huacas que conocemos hoy, sino quizá 1.000 o 2.000. Eso no se puede saber con exactitud", agrega Lizarzaburu.

ARQUITECTURA HUMANA
El otro obstáculo es la a veces difícil delimitación entre la intervención y el cuidado. ¿Cómo superar el conflicto sobre qué se puede tocar de una huaca y qué mantenerse intacto? "La estrategia de intervención no puede ser única para todas las huacas –señala Boza–; además, hay varios tipos de intervención que no son necesariamente físicos. El límite debe ser definido en consenso entre hacedores de ciudad, arqueólogos, historiadores, promotores, académicos y, por supuesto, la comunidad. Y para eso se debe definir la identidad urbana, lo que permitiría sentar las bases para delimitar esas estrategias".

Para Castro de la Borda, el simple término 'cuidado' puede implicar un no acercamiento, generar un límite que provoca que las personas que habitan cerca de las huacas no las sientan como suyas. "Esos límites tienen que ser repensados. Por supuesto que hay que proteger, pero nos hacen falta códigos para coexistir dentro de esos espacios", agrega la arquitecta y curadora del proyecto. De hecho, el concepto de esta edición de la bienal es "Freespace", una apuesta por la recuperación del espacio público y la calidad de vida. "En una época en que la arquitectura tiende a hablar de eficiencia o rentabilidad, el manifiesto de 'Freespace', por el contrario, destaca valores más ligados a la humanidad que a la arquitectura: generosidad, optimismo, dignidad", apunta Castro.

Con esa voluntad que busca dotar de sensibilidad a la construcción, los curadores de "En reserva" saben que la exhibición en Venecia es solo una primera etapa de su proyecto. Luego, la tarea será establecer un diálogo a nivel local, que basado en el modelo de Lima pueda abrirse a otras partes del Perú donde el mundo prehispánico sigue respirando y latiendo con la misma intensidad de hace miles de años. Como si el tiempo nunca hubiera pasado por sus muros.

​El dato

El Patronato Cultural del Perú es la institución que hace posible la presencia del Perú en las bienales de Venecia desde el año 2016 y hasta el 2034, gracias al patrocinio de la Fundación Wiese y El Comercio, y al apoyo del Ministerio de Cultura, el Ministerio de Relaciones Exteriores, Prom-Perú, la Universidad de Lima, la Pontificia Universidad Católica, la Universidad Nacional de Ingeniería, Unesco, el Museo de Sitio Pachacámac, la Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura, Telefónica del Perú y Constructora e Inmobiliaria Marcan.

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