Doce acrílicos de variados e intensos colores componen la muestra "Nudo gordiano" de Ramiro Pareja (Foto: El Comercio)
Doce acrílicos de variados e intensos colores componen la muestra "Nudo gordiano" de Ramiro Pareja (Foto: El Comercio)
Czar Gutiérrez

Enfrentado a una dificultad insoluble, a un obstáculo insuperable, lo adecuado es optar por soluciones creativas propias del pensamiento lateral. Esto es, resolver el problema sin contemplaciones. Como Alejandro Magno en la célebre leyenda griega que alumbra la metáfora: cuando estuvo frente al carro de Zeus, amarrado con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, sacó su espada y lo cercenó de raíz porque "daba lo mismo cortarlo que desatarlo". Eso es cortar el nudo gordiano, proceder práctico que aplica tanto para el arte como para la vida diaria.

Porque a veces da igual cómo se haga, lo importante es que se consiga. Por ejemplo, abandonar el seno materno para ampliar el horizonte. Tener 20 años y subirse a una nave con destino a Europa, llegar a Madrid e ir atando cabos. Ingresar a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, estudiar en la Hochschule für Angewandte Kunst de Viena, regresar a la capital española para obtener una licenciatura en la Complutense. Más o menos así se resume el primer nudo gordiano que (Arequipa, 1952) tuvo que desatar en su vida.

PASTICHE Y MEMORIA
"Claro, en el camino, trabajé en una cristalería y fui camarero. Hasta que finalmente tuve la suerte de ser ilustrador gráfico. Eso era lo mío", recuerda el artista mistiano, observador privilegiado de la agonía franquista y los primeros años de una movida madrileña permeada por la irrupción del pop y el desmadre del kitsch, germen de una vanguardia artística española influenciada por lo conceptual. El pincel de Pareja ardió en ese y otros fuegos, atendiendo a un talento perfectamente rastreable en lo dúctil: pop art, paisajismo, naturaleza muerta, cubismo, plástica precolombina, estampa japonesa, barroco español, romanticismo alemán, etcétera.

Dueño de una libertad creativa perfectamente proporcional a su relación con la materia –acrílico, temple, encáustica, acuarela, pastel, tinta, carboncillo, lápices de colores, crayón–, Pareja se quedó a vivir en la Baviera alemana, exilio voluntario que atenuaba con periódicos envíos a su país que daban cuenta de una irreductible vitalidad: remakes de Velázquez, Rubens, Tiziano y Juan Gris en clave posmoderna; homenajes al universo literario, cinematográfico y plástico que pobló su niñez; cuadros dentro del cuadro en solventes reapropiaciones de Durero, Goya o Vermeer.

Más cerca en el tiempo, su homenaje al fotógrafo Mike Disfarmer, a las pin-up de Vargas y las geishas de Utamaro. A la idea del viaje corporeizándose en diferentes personajes extraídos del tiempo y del espacio. Tintas y acrílicos que van del óleo a la acuarela y del cómic a la ilustración. Hasta ese vertiginoso tránsito por los azules de la abstracción ("Revelaciones", 2016), la última exposición que montó a larga distancia antes de que decidiese volver, lo que ocurrió en octubre del 2017 cuando clava su caballete frente al mar de Mejía, la playa favorita de los characatos. Y se pone a atar nudos.

CABOS Y COLORES
"Nudo gordiano", su muestra actual, son doce acrílicos de consignación numérica que recrean la metáfora griega y sitúan al espectador frente a la urgente necesidad de sumergirse en ese acertijo de connotaciones ciertamente figurativas –se ven doce nudos– y cabos invisibles –están inmersos en la representación semiabstracta–. Será tarea del espectador acercarse hasta el borde de ese maremágnum sólido de colores y, tal vez, desentrañar lo que ocurre en su desafiante segundo plano.

La referencia inmediata, claro, son los nudos de Eielson, por los que Pareja siente algo más que devoción. "Su obra es potentísima, me transmite tanta fuerza que termino emocionalmente devastado. Probablemente afloró el imaginario de nuestro compatriota, pero mi subconsciente también se ha enriquecido con lo que había visto antes. Como esas ataduras hechas en macramé del Museo Miró de Barcelona. Eso me dio tantas ideas y sensaciones que terminaron siendo el revulsivo para hacer del nudo una metáfora universal", dice, resolviendo de manera expeditiva la entrevista.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: La Galería (Conde de la Monclova 255, San Isidro).
Fecha: hasta el 30 de junio.
Horario: de lun. a vier. de 11 a.m. a 8 p.m.; sáb. de 4 a 8 p.m. Ingreso libre.

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