Tras sus primeros recorridos por las galerías limeñas como parte del Art Lima Gallery Weekend –que comenzó el viernes y culminará este domingo–, Víctor Leyton confirma su buena impresión por la diversidad de muestras y actividades, que van desde las galerías consolidadas de Miraflores, los espacios emergentes barranquinos y los grandes museos del Centro de Lima. Él es director de Gallery Weekend de Santiago de Chile y, desde esa esquina, ya piensa en un trabajo articulado entre las dos capitales. Sobre eso conversamos con él.
—¿Qué similitudes y diferencias encuentras entre Lima y Santiago como plazas para el arte contemporáneo?
Como todo país emergente, la escena es un poco más difícil. Existe poco apoyo gubernamental y hay que convencer a privados, a los que normalmente cuesta comprometer. En eso creo que nos parecemos mucho. Lo que sí veo es que en Lima hay un entusiasmo mayor por recibir la escena. Me ha sorprendido en mi recorrido la cantidad de espacios jóvenes e independientes, pero que no son improvisados, sino que tienen un montaje de calidad, con obras muy conceptuales, que rescatan las tradiciones artísticas del Perú, ya sean poéticas, políticas, precolombinas, etc. Es muy refrescante y en eso creo que Lima nos lleva un poco la delantera. Veo que hay una mayor frescura e involucramiento de gente joven.
—Sé que están evaluando la posibilidad de un circuito integrado entre las dos ciudades. ¿Cuán viable lo ves?
Creo que es muy viable. Estuve conversando con Rochi del Castillo, directora de Art Lima Gallery Weekend, y coincidimos en que si queremos estar en el mapa del mercado internacional, debemos operar como región. Durante muchos años, Chile ha tenido un carácter muy insular en el arte, ya sea por su geografía, su aislamiento cordillerano o por la dictadura. La escena se volvió muy endogámica. Pero creo que el mundo igual nos ve como una región, como Latinoamérica. Entonces sería superinteresante generar circuitos para poner ambas actividades en fechas cercanas y que el calendario cultural se enriquezca. Eso hará que se potencien, más que compitan. Igualmente sería muy sano hacer intercambios de experiencias artísticas, como realizar programas de residencias de intercambios de Gallery Weekend.
—¿Qué tan relevantes son los programas que apuntan a nuevos coleccionistas, en paralelo a artistas jóvenes?
Son muy necesarios porque no se habían hecho antes. Nosotros también partimos con cierta reticencia, con la duda de que no vaya a funcionar, porque no tenemos una cultura de compra importante. Pero ya nos hemos dado cuenta de que sí resulta, pues las nuevas generaciones consideran la compra de una obra de arte en el mismo nivel que viajar. Comprar ya no es solo decorativo, sino que es una experiencia. Aprecian el valor en sí mismo de tener una obra en casa, la energía que produce.
—Me hablabas de las dificultades. ¿Qué otros obstáculos son los que encuentra el arte contemporáneo habitualmente?
Solo para que te hagas una idea: en Chile recién desde este 2018 tenemos un Ministerio de Cultura. Y aun así, muchas veces lo que se prioriza es el rescate de patrimonio, lo cual está muy bien. Pero eso provoca que la escena del arte contemporáneo quede un poco olvidada. No hay recursos simplemente. Y luego está un sector privado que entiende poco, y la traba de los canales de comunicación. En una galería existe siempre el prejuicio de decir "qué aburrido", "qué caro" o "qué cuico", que es como decir pituco. La tarea es derrumbar eso.
—Tú has trabajado varios años en televisión, que es el medio popular por excelencia. ¿Cuán popular puede llegar a ser el arte?
Yo creo que tenemos un estupendo punto de partida: cuando el 'Homo sapiens' escucha la palabra 'arte', le ocurre lo mismo que cuando escucha 'religión', 'dios' o 'amor'. Son términos que están impregnados en la parte de atrás de nuestro cerebro y que no necesitan mucha explicación. El arte está siempre en nosotros, todos queremos reflexionar, todos queremos vivir en un estado poético o vivir emocionados en sociedades que a veces castran esas instancias. Es diferente que todo el mundo compre o coleccione, por supuesto; pero disfrutarlo creo que sí es un derecho de todos y debe ser lo más popular que se pueda.