Johanna Hamann: una maestra liberada del cuerpo
Johanna Hamann: una maestra liberada del cuerpo
Enrique Planas

El dolor, el desgarro, el cuerpo como frágil refugio. Sus esculturas nos ofrecían sensibles metáforas de nuestra humanidad, en claves expresionistas y experimentales. Johanna Hamann, nombre fundamental en la plástica peruana, falleció la tarde del viernes a causa del cáncer contra el que luchó en los últimos años, sin dejar de sonreír.

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Escultora, dibujante, maestra, investigadora y devota de la danza, Hamann fue miembro de la irrepetible generación de escultoras peruanas de los años ochenta, junto con Sonia Prager, Susana Roselló, Margarita Checa y Martha Cisneros. La artista de 62 años deja una producción notable y diversa, tras casi cuatro décadas de trabajo.

Una producción que el público pudo ver reunida en una retrospectiva ofrecida en el Icpna de Miraflores en marzo del año pasado. En ella pudimos reencontrarnos con una artista que, más que retratar el cuerpo, replanteó su presentación. Fernando Torres, entonces director cultural de la institución, nos hablaba de una artista que supo revelar la dimensión trascendente o metafísica de la corporeidad humana a partir de sus características más íntimas: la fragilidad, lo transitorio y lo trémulo de la materia viva.

Para Sharon Lerner, curadora de esa retrospectiva que reunió sus obras realizadas entre 1977 y 2015, el desarrollo plástico de la artista es uno de los más sólidos e interesantes en el panorama de la escultura en el Perú de las últimas cuatro décadas. Fue una de las primeras artistas que abordó cuestiones vinculadas al género en el campo de la plástica local, asumiendo la representación del cuerpo como un lugar privilegiado para la construcción de la identidad.

Para la especialista, la fascinación de Hamann por la representación anatómica no se debía solo a un interés por explorar los límites de la materialidad corporal sino, especialmente, por construir artefactos que denotan un singular anhelo de trascendencia espiritual.

Su necesidad de desnudar esta “carnalidad del cuerpo”, comentaba la propia artista, venía desde el inicio de su trabajo expositivo con su memorable obra “Barrigas” (1978-1983), pieza visceral y desgarrada sobre el embarazo, donde el cuerpo grávido, tras el parto, quedaba dolorosamente vacío. Otra pieza icónica, “Espinazo” (1985), alude también al esqueleto, ya libre de toda carnalidad. La intención de la artista es explorar el cuerpo humano, hurgar debajo de la piel. Radicalizando esta búsqueda, la artista descubrió las representaciones anatómicas del sistema linfático en la enciclopedia de Diderot y D’Alembert del siglo XVIII, realizando dibujos que daban cuenta de la fragilidad del cuerpo y de sus partes. Igualmente, a partir de los dibujos de Santiago Ramón y Cajal de tipologías de las neuronas y redes histológicas, la escultora emprendió una serie de obras dedicadas a este tema.

“Mi trabajo oscila entre lo completo y lo incompleto, entre la vida y la muerte, entre el Eros y el Tanatos… Creo que de lo incompletos que somos, viene justamente la contradicción constante entre la vida y la muerte, porque aquí estamos… transcurriendo”, comentaría la artista en una entrevista con el crítico Jorge Villacorta, publicada en el catálogo de la retrospectiva.

ARTISTA Y MAESTRA
Johanna Hamann inició en 1971 sus estudios en la Facultad de Arte de la Universidad Católica, bajo la supervisión de la escultora Anna Maccagno, su mentora desde entonces, y del pintor Adolfo Winternitz. Empezaría su labor docente en la misma casa de estudios, en 1984, como asistente de docencia. Un año después, tras graduarse como licenciada en Artes Plásticas, entró a la plana docente de la Facultad de Arte. En el 2000, fue nombrada profesora principal de escultura en esta casa de estudios.

Además de su obra plástica, destacan sus investigaciones académicas. En el 2005, se gradúa como magíster en Humanidades por la Pontificia Universidad Católica del Perú con la tesis “El cuerpo, un familiar desconocido”, mientras que en el 2011 se recibió como doctora en el programa de Espacio Público y Regeneración Urbana de la Universidad de Barcelona, con una tesis titulada “Monumentos públicos en espacios urbanos de Lima 1919-1930”. El desarrollo posterior de este trabajo se plasmará en “Lima: espacio público, arte y ciudad” (2013), libro en el que la artista reunió sus artículos sobre arquitectura, escultura y artes visuales en nuestra ciudad, pero especialmente en “Leguía, el Centenario y sus monumentos: Lima: 1919-1930” (2015), publicado por el Fondo editorial PUCP.

TIEMPO DE DESPEDIDA
El cuerpo de la artista fue velado la noche del viernes y el sábado en la Iglesia Virgen de Fátima de Miraflores, en un acto al que asistieron sus colegas y cientos de alumnos. No hubo sepelio, pues sus restos serán cremados, como decidió la propia artista. Último acto de una creadora genial que permanentemente reflexionó sobre la fragilidad de la vida, así como la transición hacia la muerte como un evento liberador de nuestro frágil cuerpo.

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