Ángel Navarro Quevedo

En el Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social (LUM) en Lima, la exposición de Micaela Aljovín se presenta como un puente entre el arte y la educación en el contexto de la historia reciente del Perú. A través de esta muestra, Aljovín, una artista visual con formación tanto en derecho como en artes, reflexiona sobre la educación peruana, marcada por períodos de violencia y estancamiento.

“Porque esos elementos son referentes visuales, digamos, que nos permiten conectar con algo que vivimos todos: nuestra etapa educativa. Estos elementos, que son comunes para todos, nos ayudan a conectar con los sucesos que vivimos en esta etapa donde podemos ver la violencia que se vive durante este período, algo que suele repetirse bajo diferentes contextos”, comenta Aljovín en entrevista con El Comercio.

Como si se tratasen de piezas coleccionables, estas aparecen como fetiches atemporales sin ninguna función más que la de ser objetos de contemplación.
Como si se tratasen de piezas coleccionables, estas aparecen como fetiches atemporales sin ninguna función más que la de ser objetos de contemplación.

Para plasmar su idea de reflexionar sobre este periodo formativo de todos los peruanos, la artista recurrió a una serie de instalaciones artísticas que utilizan el fierro galvanizado para recrear objetos escolares emblemáticos de los años 70, como carpetas, uniformes y textos escolares. Este material, comúnmente asociado a la construcción de techos en Perú, simboliza aquí la precariedad y el estancamiento, ofreciendo una crítica visual a la falta de avances en la educación peruana.

“La rigidez de estas piezas, además de mostrar la precariedad y ese momento en la vida, es también signo de la educación misma que se imparte de modo uniforme para todos, es lo rígido que es el sistema y los recuerdos que tenemos de esa etapa”, explica Aljovín.

Del Derecho al Arte

Desde su formación en la Escuela de Arte Corriente Alterna, Aljovín ha explorado la intersección entre arte y sociedad, enfocándose en cómo la historia social del Perú influye y se refleja en la vida cotidiana. Su transición de la abogacía al arte visual le permitió abordar estas temáticas con una perspectiva única, combinando su interés por la justicia social con su pasión por el arte, a través de un proceso meticuloso que usa para conectar con el tema.

“Me gusta investigar mucho, ir al meollo del problema. Entonces hice un análisis de campo para poder ver la educación de cerca y conseguir conectarme de manera más profunda. Luego veía las piezas más representativas de esto para poder luego escoger qué cosas pueden ser plasmadas en elementos escultóricos, pues yo necesito sentir la pieza”, comenta la artista, quien considera que los objetos cotidianos pueden ser recontextualizados para generar diálogo y crítica sobre temas complejos como la educación y la memoria histórica.

Debido a la naturaleza de la exposición, “Coleccionables” se integra naturalmente a la misión del LUM de promover el diálogo y la reflexión sobre el pasado reciente del Perú, especialmente los años de conflicto y violencia. Al situar “Coleccionables” dentro de este marco, Aljovín no solo aporta una perspectiva contemporánea al tema, sino que también plantea preguntas sobre el rol de la educación en la superación de las secuelas de la violencia y el terrorismo.

“La exposición no habla directamente del terrorismo, pero entra en diálogo con las otras piezas de exposición que sí relatan cómo el terrorismo hizo tanto daño a la educación de nuestro país. La materialidad de mis piezas aportan la idea del estancamiento que sufrió la educación durante esa época tan nefasta para el Perú”, enfatiza.

La exposición muestra elementos icónicos de la educación peruana se presentan en forma de piezas de fierro galvanizado, para evocar la uniformidad propuesta en los años 70, pero también el congelamiento del sistema educativo en el tiempo y las brechas socioeconómicas aún existentes en nuestro país.
La exposición muestra elementos icónicos de la educación peruana se presentan en forma de piezas de fierro galvanizado, para evocar la uniformidad propuesta en los años 70, pero también el congelamiento del sistema educativo en el tiempo y las brechas socioeconómicas aún existentes en nuestro país.

La obra de Aljovín es un llamado a la reflexión sobre cómo cada individuo y la sociedad en su conjunto pueden contribuir al avance de la educación. En un contexto de globalización y cambios constantes, la artista subraya la importancia de no quedarse atrás, de buscar constantemente formas de mejorar y adaptar el sistema educativo a las necesidades actuales. “Coleccionables” no es solo una crítica al estancamiento, sino también una invitación a imaginar y trabajar por un futuro en el que la educación sea un verdadero motor de desarrollo social y cultural.

La exposición “Coleccionables” se encuentra disponible en el Lugar de la Memoria, Tolerancia e Inclusión Social como otro recordatorio de nuestro pasado que ofrece la contemplación y reflexión sobre momentos de la historia peruana para que no vuelvan a repetirse. “Todos, desde cualquier lugar donde nos encontremos, ya sea a nivel de Estado, colectivamente o como individuos, podemos generar un cambio, es una tarea que tenemos que hacer de manera urgente”, concluye.