Ricardo de Jaxa Malachowski tenía apenas 24 años cuando desembarcó en Lima el 22 de diciembre de 1911. De nacionalidad polaca, acababa de graduarse como arquitecto en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de París, consiguiendo el primer puesto y la medalla de oro de su promoción.
Fue precisamente su excepcional desempeño como estudiante lo que había atraído la atención de la misión diplomática del Perú que, a pedido del presidente Augusto B. Leguía, se encontraba en la capital francesa con el objetivo de seleccionar a un arquitecto para hacerse cargo de la organización de una nueva Sección de Arquitectos y Constructores en la Escuela Nacional de Ingenieros de Lima (la actual Universidad Nacional de Ingeniería), así como para proyectar las obras del Gobierno Peruano, con vistas a la celebración del Centenario de la Independencia.
El trabajo debía durar, en principio, dos años. Al cabo de ese lapso, sin embargo, el joven Malachowski ya se había enamorado del Perú. En 1914 contrajo matrimonio con la limeña María Benavides Diez Canseco, y así quedaría establecido definitivamente en nuestro país.
Ricardo de Jaxa Malachowski (1887-1972) fue uno de los principales impulsores de la búsqueda de un estilo nacional en la arquitectura peruana.
Entre lo propio y lo ajeno
La famosa Escuela de Bellas Artes era, en tiempos de Malachowski, el núcleo donde se formaba la élite arquitectónica parisina, aquel grupúsculo destinado a proyectar las obras públicas del Estado Francés, sobre las que se modelaba buena parte de la arquitectura oficial europea. Pero lo cierto es que antes de ingresar a esta institución dominada , en el fondo, por un academicismo rígido, Malachowski se había graduado de la Escuela Especial de Arquitectura de París, una entidad privada que había sido creada específicamente como una alternativa al conservadurismo propugnado por la Escuela de Bellas Artes.
Para el arquitecto e investigador Wiley Ludeña, considerado uno de los principales especialistas en la historiografía de la arquitectura peruana, “el arquitecto que salía de la Escuela Especial era menos conservador, más inclusivo respecto a manifestaciones culturales no europeas”. Es esta doble sensibilidad frente a la arquitectura la que le permitiría a Malachowski, años más tarde, entender e incorporar en su producción una serie de manifestaciones de la estética singular que le ofrecía el caso peruano.
Situado en la Plaza San Martín, el Club Nacional es una de las numerosas obras de Malachowski que han definido el paisaje arquitectónico limeño. (Foto: Alonso Chero)
El arquitecto polaco manejaba, en suma, un lenguaje ecléctico, con un sustrato academicista consistente e inobjetable, pero con una sensibilidad abierta, que hoy podría denominarse “posmoderna”. Este detalle es significativo, pues gran parte del paisaje arquitectónico limeño está definido por el perfil de la obra de Malachowski.
Entre sus edificaciones más emblemáticas, algunas de las cuales han sido declaradas monumentos históricos, se encuentran el Palacio de Gobierno, el Palacio Legislativo, la Casa Rímac, la fachada del Palacio Arzobispal, el Club Nacional y la plaza Dos de Mayo.
Un caso especial es el del Museo Nacional de la Cultura Peruana, cuyo lenguaje inspirado en la estética de la cultura Tiahuanaco se aleja radicalmente del Malachowski clásico de la Escuela de Bellas Artes. El contraste es tanto más notable en cuanto el edificio se encuentra junto a una de las instituciones más doctrinariamente innovadoras del urbanismo peruano, la plaza Dos de Mayo. “En realidad, lo que está anunciando ahí Malachowski es esta capacidad camaleónica de la arquitectura, que puede tener un ropaje nacional y una espacialidad interna occidental”, advierte Ludeña. Esa versatilidad de lenguajes, entre lo propio y lo ajeno, lo particular y lo universal, es lo que hace de la obra de Malachowski un aporte fundamental en la historia de la arquitectura peruana.
Un documento clandestino
La próxima publicación, bajo el cuidado de Ludeña, de una edición facsimilar de la obra “Lecciones de elementos y teoría de la arquitectura” (1944) de Malachowski nos revela otra faceta apasionante del arquitecto. “Mi primer encuentro con este tratado ocurrió hace más de un cuarto de siglo, cuando a mitad de la década de los 80 publiqué un libro titulado ‘Ideas en la arquitectura peruana’, que recogía las principales contribuciones de los arquitectos peruanos y extranjeros radicados en el Perú en materia de teoría, reflexión y filosofía de la arquitectura”, anota Ludeña.
El primer documento registrado en aquel volumen es un famoso tratado escrito en 1875-76 por el ingeniero Teodoro Elmore,“Lecciones de arquitectura”. A continuación se consigna un libro del arquitecto Héctor Velarde, “Nociones y elementos de arquitectura” (1933), y el tratado de Malachowski, finalizado una década más tarde. Según Ludeña, estos tres documentos se vinculan con la tratadística arquitectónica francesa, de la que se desprende “una idea de la arquitectura como un artefacto que se puede subdividir en partes y del que se puede hacer una taxonomía constructiva”.
Tratado visual. En “Lecciones de elementos y teoría de la arquitectura”, Malachowski analiza todo tipo de edificaciones. En estas láminas, examina la arquitectura de la antiguedad griega. (Imagen: FAUA-UNI)
“El tratado de Malachowski forma parte de ese núcleo fundacional de algo que yo denominaría los orígenes de la teoría de la arquitectura en el Perú. Esa es su importancia”, sostiene Ludeña. El libro, sin embargo, nunca llegó a ser publicado: fue concebido como una obra abierta y distribuido entre los alumnos de Malachowski bajo el formato de multicopias. De discurso pausado y maneras exquisitas, el investigador no logra esconder la satisfacción de saber que esta edición visibilizará, al fin, un documento de carácter clandestino, cuya importancia ha sido, hasta ahora, reconocida únicamente por un grupo de iniciados en el seno de su profesión.
¿Por qué este estatuto excepcional? No se trata, en primer lugar, de un texto escrito, sino de un tratado visual. Por lo demás, su elaboración se extendió a lo largo de tres décadas. “Básicamente, es un compendio de la labor pedagógica de Malachowski en el Perú –reconoce Ludeña–, pero las imágenes tienen tal potencia y tal nivel de detalle que, en sí mismas, irradian todo un pensamiento y una visión de la arquitectura que resultan tan elocuentes como los textos mismos”.
En estas láminas, Malachowski examina el diseño de estaciones de tren y hospitales. (Imagen: FAUA-UNI)
El investigador valora especialmente el hecho de que todas las láminas fueron producidas por el autor: “Esto no solo ratifica la maestría en el dibujo de Malachowski, sino el nivel de profundidad y de detalle con el que entendía y observaba la arquitectura en todas sus dimensiones: desde el ornamento más banal hasta el sustrato estructural más importante”. Un documento único, en suma, que ningún arquitecto debería dejar de revisar.
Más información
Autor: Ricardo de Jaxa Malachowski
Editorial: FAUA-UNI
Presentación: Jueves 3 de diciembre a las 6 p.m. en el auditorio Antonio Cisneros de la Feria del Libro Ricardo Palma.