Tras los golpes de la pandemia y la permanente crisis política, cualquier especialista advierte que el mercado de las artes visuales es uno de los más golpeados. Sin embargo, eventos como la Subasta del MALI resulta un indicador de la recuperación del sector, la demanda de los coleccionistas y las expectativas de uno de nuestros principales museos. “Ciertamente no son los mejores tiempos”, advierte Talía Durand Neuhaus, Presidenta del Comité de Subasta. Por ello, esta nueva edición la institución mira al público joven, interesado por comenzar a formar una colección de arte. Las expectativas son optimistas: el año pasado, con más de 500 asistentes, la subasta obtuvo un récord de público, y gran parte de los asistentes fueron nuevos compradores. “Eso nos pareció sumamente interesante, porque ha sido resultado del esfuerzo de nuestra institución por atraer al público más joven, ofreciendo piezas que resulten accesibles. En la selección de los lotes eso es muy importante para sumar a nuevas generaciones de coleccionistas”, señala.
La vigésimo octava subasta, programada para el miércoles 31 de mayo a las 7 pm, se realizará por primera vez en las instalaciones del Hotel Belmond, en el Miraflores Park Plaza, en el Malecón de la Reserva 1035, Miraflores. “Es una subasta tradicional, en el sentido de que no tendrá una única temática”, nos explica Durand, a diferencia de eventos anteriores dedicados por entero a la fotografía, el arte amazónico, o el diseño. En efecto, se trata de varias secciones que van desde el arte colonial hasta la creación contemporánea, incluyendo las artes aplicadas.
Asimismo, la novedad en esta edición es que la Subasta del MALI se incorpora a la plataforma on line Bidsquare, que permitirá que este evento pueda transmitirse en vivo y convoque la participación desde cualquier parte del mundo en tiempo real. Con esta facilidad, la organización espera que el público crezca considerablemente. “La internacionalización es nuestra apuesta. Queremos que el público que va a la subasta sea cada vez más amplio”, señala la presidenta del comité de subasta, tomando nota que si bien hay obras ofertadas que no pueden salir del Perú por ser consideradas patrimonio, la creación contemporánea permite este tipo de transacciones.
“Las subastas del MALI es la forma ideal y segura de invertir en una obra de arte, pues esta ha pasado por una curaduría, un cuidadoso proceso de selección y validación. El comprador sabes que se trata de una pieza auténtica y en buen estado. Estás contribuyendo a uno de los poquísimos mercados secundarios de arte que son transparentes en el Perú”, advierte.
Desde hace 28 años, el MALI ha desarrollado sus subastas sin interrupciones. Incluso durante la pandemia, ésta se realizó de forma virtual. Se trata de un evento clave para el sostenimiento económico de uno de nuestros principales museos privados. Y como en todos estos años, Armando Andrade será el martillero. “No hay nadie mejor que él”, añade Durand. Asimismo, se cuenta con el trabajo de curaduría de Ricardo Kusunoki para la sección colonial y Max Hernández para la contemporánea.
¿Qué piezas recomendar al joven coleccionista? Thalía es cauta en su respuesta: nunca le ha gustado decirle a la gente qué coleccionar, pues sabe que cada quien tiene sus propios gustos. “Si es una obra con la cual vas a convivir, está claro que necesitas sentirte cómodo con ella”, explica. “Como coleccionista, uno tiene que pensar su colección como una obra de arte en sí misma. La colección habla de ti”, añade.
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