Con humor y provocación como sello personal, Teresa Carvallo expone "Convivencias", 20 obras hechas en cerámica que divididas en dos series: "Animales de compañía" y "Conexiones arbóreas", siempre con las mujeres como protagonistas.
Con humor y provocación como sello personal, Teresa Carvallo expone "Convivencias", 20 obras hechas en cerámica que divididas en dos series: "Animales de compañía" y "Conexiones arbóreas", siempre con las mujeres como protagonistas.
Diana Mery Quiroz Galvan

Buscando entre sus cosas Teresa Carvallo halló una tarjeta que le reveló el significado, hasta entonces desconocido, de su apellido: roble. Fue además de una sorpresa, un presagio. Era el año de la pandemia e inmediatamente se sintió identificada con aquel árbol alto y resistente. Empezó pintando cuadros donde las sombras de los frondosos robles eran el pretexto para diversas situaciones, pero tras viajar a Oregon su visión cambió. “Conocí a una bióloga que decía que no se podían matar a los árboles madre porque ellos nos cuidan y protegen del fuego cuando hace calor. Ahí empecé a darme cuenta de la importancia de los árboles, porque no solo crean oxígeno, sino que se conectan y alimentan entre sí”. Maravillada por ese mundo desconocido que se abría antes sus ojos, la artista autodidacta empezó a plasmar en cerámica “Conexión arbórea”, una de las dos series -la otra es “Animales de compañía”- que conforman su décimo quinta individual llamada “Convivencias”. La muestra compuesta por 20 obras puede verse hasta el 29 de abril en la galería Fórum.

La artista autodidacta inició sus trabajos a finales de los años noventa. Su más reciente muestra, siempre provocativa y reflexiva, expresa su preocupación por la naturaleza y los seres vivos que la conforman. A la izquierda el homenaje hecho cuadro a una amiga que partió hace poco.
La artista autodidacta inició sus trabajos a finales de los años noventa. Su más reciente muestra, siempre provocativa y reflexiva, expresa su preocupación por la naturaleza y los seres vivos que la conforman. A la izquierda el homenaje hecho cuadro a una amiga que partió hace poco.

Ampliar la mirada

Las piezas creadas durante los últimos tres años le han dado un giro a la temática que Carvallo ha trabajado desde finales de los años noventa, cuando empieza su carrera en el arte “aburrida” de la vida como ama de casa. “Busqué una actividad que fuera para mí, personal, que no tenga que ver con hacer cosas para mi familia. Entonces encontré a una amiga que hacía cerámica, me invitó a su taller y rápidamente empecé a retratar en esculturas pequeñas las historias que las mujeres se contaban entre sí”. La lucha de la mujer y su empoderamiento en un mundo desigual, su bandera hasta hace poco, ha ido evolucionando hasta poner los reflectores sobre uno de los grandes problemas que enfrenta el mundo. “Pienso que en la actualidad debemos ampliar la mirada y ser menos sectarios. Hay que pensar también en los otros seres vivos, en lo que nos puede pasar, porque ya no es una lucha contra el hombre o el destino impuesto sino una que debe prepararnos para los desastres que se vienen si no actuamos ya”, expresa con firmeza.

En "Animales de compañía", segunda serie de la muestra "Convivencias", Carvallo ironiza sobre la naturaleza animal de los hombres. A la derecha, una reivindicación ala imagen negativa impuesta a Medusa, una mujer ultrajada que en vez de ser protegida fue convertida en monstruo como castigo a su belleza.
En "Animales de compañía", segunda serie de la muestra "Convivencias", Carvallo ironiza sobre la naturaleza animal de los hombres. A la derecha, una reivindicación ala imagen negativa impuesta a Medusa, una mujer ultrajada que en vez de ser protegida fue convertida en monstruo como castigo a su belleza.

Una mujer junto a un hombre en el lavabo es una de las sarcásticas imágenes de “Animales de compañía” , segunda serie que la muestra exhibe. Al respecto, Carvallo señala que a veces olvidamos que los seres humanos también somos animales, “aunque muchos son todavía agresivos. Matan, golpean y son machistas”, asegura en clara alusión al género masculino. “Por eso -continúa- los veo como animales, la ironía va en ese sentido. A veces pienso que los hombres son animales que no evolucionan”.

Debido a que la provocación es un sello característico en sus creaciones ha sido llamada transgresora en más de una oportunidad. Sin embargo, serlo es para ella parte de su naturaleza. “Yo digo lo que pienso. Nunca he sido una mujer que siga las normas de conducta, soy una persona liberal. Para los conservadores soy transgresora porque me atrevo a hablar libremente del sexo y el comportamiento de las mujeres en mis obras”.

Un guiño al placer femenino por la lectura y la invasión del hombre y el cemento a la naturaleza.
Un guiño al placer femenino por la lectura y la invasión del hombre y el cemento a la naturaleza.

Asegura, además, que esa libertad para expresarse es lo más importante en su arte. Lo confirma de manera general con la pintura de una fémina que tiene la cabellera llena de serpientes, en referencia a Medusa, la mujer ultrajada que fue convertida en monstruo como castigo. O, de manera más íntima, con aquel columpio que cuelga de un árbol, un emotivo homenaje a una amiga que partió para siempre.

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