A los vivos les dan medallas, a los muertos se les hace estatuas. Y están allí, perennes, inmutables, como testimonios inmortales. No se mueven, aunque caigan rayos, lluvia o nieve. Son monumentos que sirven para recordar hazañas, conquistas, valores e ideales. Pero a lo largo de la historia es posible que hayan existido personajes de gran relevancia que no han tenido el reconocimiento debido, ya sea porque su imagen merecería un espacio de mayor atención o que, simplemente, no cuentan con una.
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Recientemente, en Estados Unidos, manifestantes han atacado estatuas y esculturas de personajes a los que se les acusa hoy de haber sido promotores y defensores del racismo. Pintura, basura y otros tipos de desperdicios fueron lanzados contra ellas. En algunos casos, las estatuas fueron decapitadas o arrancadas en su totalidad.
A propósito del cuestionamiento de cómo algunos personajes históricos llegan a conseguir que su imagen sea inmortalizada, le preguntamos a un grupo de reconocidos historiadores qué personajes peruanos merecen una estatua o un mejor espacio en caso de contar ya con una.
Para la historiadora Carmen McEvoy, miembro del Instituto Riva-Agüero y docente universitaria en el Perú y Estados Unidos, es importante darle centralidad a la etapa peruana comprendida entre 1822 y 1823, marcada por la inauguración del primer Congreso Constituyente. “Para ello recomendaría mover la estatua de Bolívar y reemplazarla por la del huamachuquino José Faustino Sánchez Carrión, quien podría estar a acompañado por el chorrillano José Olaya, la ayacuchana María Parado de Bellido y el médico afroperuano Juan Manuel Valdez. De esa manera se mostraría la participación de un país diverso durante el proceso independentista, rebatiendo que vino de afuera, como parece sugerirlo la solitaria estatua de Bolívar frente al edificio del Congreso”, explica.
Cecilia Bákula, quien estuvo a cargo de la publicación “Textos y testimonios para comprender el Perú en el Bicentenario”, concuerda con que la figura de Sánchez Carrión merece un reconocimiento mayor al que actualmente tiene. “Él es el más importante de los pensadores respecto a una república federativa. Fue un hombre sumamente lúcido, sus escritos bajo el seudónimo de ‘El Solitario de Sayán’ son extraordinarios y es uno de los pocos que se van a mantener muy coherentes en su postura”, comenta. También resalta la figura de Andrés Avelino Cáceres porque “es un personaje que muestra la gran capacidad de resistencia de todo un pueblo”.
Por su parte, Jorge Ortiz Sotelo, jefe institucional del Archivo General de la Nación, destaca la participación de miembros de la Iglesia Católica que combatieron por la independencia. “Hemos tenido curas que han peleado por la libertad. Un caso es el del coronel Bruno Terreros Baldeón, quien perteneció a las guerrillas independentistas”. Ortiz Sotelo también subraya la figura de Dionisio Inca Yupanqui, exmiembro de las Cortes de Cádiz. “Hasta donde sé no hay una estatua suya, pero tuvo una destacada participación, llegando a pedir que cesara el maltrato, la discriminación y la desigualdad. Sé que hay un busto en el Colegio de Abogados de Lima, pero merecería una estatua”, sostiene el historiador.
De acuerdo a Fernando Villegas, docente auxiliar de las universidades Católica y San Marcos, dos peruanos que merecen un mayor reconocimiento son Francisco Laso y Clorinda Matto de Turner. “Laso fue un pintor del siglo XIX que fallece por la fiebre amarilla ayudando a la Cruz Roja. Estamos hablando de un pintor comprometido con el país con obras como ‘El habitante de las cordilleras’, ‘La pascana’, ‘La lavandera’, ‘Las tres razas’ o ‘Unión americana’, todas vinculadas a esa preocupación de integrar a un Perú pluricultural. Él fallece en 1868 por ayudar a los enfermos, y quizás esta pandemia nos permita recordar a un pintor tan importante, cuyo texto ‘Aguinaldo para las señoras del Perú’ es una crítica sobre cómo estamos educando a los peruanos”, indica Villegas. “En el caso de Clorinda Matto de Turner, se trata de una escritora feminista, adelantada a su tiempo, que apoya al indígena contra la explotación y esto lo va a perennizar en ‘Aves sin nido’”, dice Villegas, quien considera que José María Arguedas también merece que su estatua sea vista por más peruanos. “El lugar también importa”, acota.
Las estatuas hablan
En tiempos en que las imágenes se miden por ‘vistas’, ‘likes’ y ‘compartidos’, parecería un despropósito poner atención a estatuas que parecen responder a un tiempo mucho más simple. Sin embargo, para el historiador Fernando Villegas, las estatuas siguen estando presentes y son relevantes para las sociedades. “Un ejemplo de eso es lo que sucedió en Estados Unidos, donde la gente se ha movilizado contra las estatuas o esculturas que, para algunas personas, estaban relacionadas con el racismo”, comenta. “Un ejemplo sería la estatua de Pizarro, que no deja de moverse. Primero estuvo en el atrio de la Catedral de Lima, después al costado de Palacio de Gobierno y ahora está en el Parque de la Muralla. Los monumentos son parte de nuestra realidad, muchas personas dialogan con ellos, ya sea a favor o en contra”, señala Villegas, quien considera que los ataques a las estatuas son inútiles. “No creo que destruir una imagen vaya a terminar con los problemas de racismo. Creo que es necesario rescatar los monumentos porque son parte de nuestra historia. Y tenemos que rescatar a los personajes desde su propio contexto y, además de eso, ver los méritos que tienen”, concluye.
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