Hablar de la cultura japonesa es sumergirse en una civilización tan milenaria como patriarcal. Lejos de provocar una ruptura, estas característica continuaron con la inmigración japonesa. En el caso del Perú, desde hace 123 años pocas cosas han cambiado para la comunidad nikkei y particularmente para las mujeres que lo conforman. Es ese universo femenino heredado el que ha dado vida a “Raíces, memorias, silencios. Tres mujeres nikkei cuentan”, muestra en la que tres artistas ‘yonsei’ o de la cuarta generación exponen los lazos que las unen a sus ancestras y a la evolución de lo que entonces significaba ser mujer.
"Más que machista la cultura japonesa es patriarcal, porque no necesariamente ejerce la fuerza física sino el poder. No permite la autonomía. Hay que obedecer ciegamente, porque el patriarca es dios”
¿Qué costumbre podría vincular a las antiguas aristócratas japonesas y a las actuales mujeres nikkei? El ejercicio comparativo que realiza Tomiko Takagi revive al Ohaguro o “dientes negros”, práctica que durante nueve siglos se extendió en la sociedad nipona, y que hoy ha dejado un claro rezago, el hábito femenino de cubrirse la boca cuando se desea expresar felicidad y/o libertad. En “Ha, ha, ha”, la fotógrafa ve en esta tradición un limitante de las expresiones corporales. O como dice Doris Moromisato, Directora de Kimochi Gestión Cultural y coordinadora de la exposición, “aunque se diga que era un tema de estética, la realidad es que se pretendía que las mujeres no tengan ningún tipo de participación social y asuman un papel pasivo”.
Harumi López Higa, por su parte, entrelaza el testimonio de Catalina Oshiro de Kuniyoshi, nikkei de segunda generación, con la fortaleza de las raíces y la capacidad de estas para sobrevivir ante la adversidad. Para ello utiliza el recurso del agua, que representa no solo adaptación sino el dolor y el viaje que significa la vida. “Mientras avanza el audio con la historia de Kuniyoshi la imagen de la raíz se va enredando. “Lo que la artista quiere demostrar es cómo la vida te va enredando y/o que enredarte es parte de la vida, pero siempre están presente tus raíces”, sostiene Moromisato.
La tercera instalación se denomina “Los deseos tienen forma y función” y surge del poema “Mi mamá dice”, de Adriana Miyagusuku. Los versos son transformados en imágenes poéticas que permiten al espectador adentrarse en las creencias y aspiraciones de las mujeres. A través de tres audífonos se escuchan sonidos relacionados a los quehaceres domésticos y al mismo tiempo otros tres monitores proyectan actividades cotidianas enfundadas en guantes rosas.
La idea central de este potente videoarte podría resumirse en dos frases. La primera es “las niñas aprenden que el amor es sumisión”, ocho palabras con las que muchas hipotecan toda su vida y “resume no solo la vida de las migrantes japonesas y muchas de sus descendientes sino la de miles y miles de mujeres en la actualidad que dejan de lado su autonomía”, acota la coordinadora de “Raíces, memorias, silencios”. Una segunda afirmación hecha en el poema redondea el perverso círculo del patriarcado, “aprendió por costumbre los rituales para despojar”. Morimisato aclara oportunamente este punto al subrayar que “más que machista la cultura japonesa es patriarcal, porque no necesariamente ejerce la fuerza física sino el poder. No permite la autonomía. Hay que obedecer ciegamente, porque el patriarca es dios”.
Recapitulando, las visiones artísticas de Tagaki, López Hiha y Miyagusuku, miembros del Colectivo Bugeisha -que rescata la figura de las Onna Bugeisha, mujeres guerreras o samurai del antiguo Japón-, son parte de una misma unidad. Esa mirada holística, como plantea Moromisato, “es un punto que refleja lo femenino, como un aleph o un satori, un lugar donde se pueden ver reflejadas todas las mujeres de todas las razas nacionalidades y edades. La historia de las mujeres es también la historia de una continuidad, hay una hermandad en las conquistas y en las derrotas”. Es necesario remarcar que esta es la primera vez que el Centro Cultural Peruano Japonés exhibe una muestra artística de reivindicaciones femeninas, enfocada sobre todo en las inmigrantes y su rescate del olvido.
Lugar: Galería del Centro Cultural Peruano Japonés. Dirección: Av. Gregorio Escobedo 803, Residencial San Felipe, Jesús María. Horarios: Hasta el 9 de abril. De martes a domingo de 10 a.m. a 1 p.m. y de 2 p.m. a 8 p.m. Ingreso: libre.
Este 23 de marzo, a las 7:30 p.m., el auditorio Jinnai del C.C. Peruano Japonés acogerá una mesa redonda con la participación de las artistas de la muestra.
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