El mundo del arte y su economía ha girado en torno a un circuito de eventos que se detuvo incluso antes del estado de emergencia y que, post-cuarentena, no podrá alcanzar su previa velocidad de circulación. Considérese cómo están reabriendo los museos y galerías europeos: previa cita, aforos muy limitados y nuevas medidas de seguridad que incrementan costos operativos.
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El mundo del arte global se ha volcado a lo virtual en un proceso tan desesperado como interesante, aunque limitado. Los contenidos discursivos son virtualizables, pero hay experiencias sensoriales difíciles de experimentar desde una pantalla. Para nuestro mundo del arte local, con limitadas herramientas informáticas, el reto supone además competir con las demás instituciones del mundo, cuyos contenidos digitales están igualmente a nuestro alcance. Además, la dimensión de comunidad del mundo del arte se construye en el encuentro cara a cara con el otro, algo difícil de lograr desde Zoom. Pero más allá de una idea romántica de comunidad, también ocurre que los aspectos más sociales—y de página de sociales—del campo artístico han impulsado su economía de eventos, hoy suspendidos hasta nuevo aviso.
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La recesión económica global y local obligará al mundo del arte a preguntarse por la sostenibilidad de su orientación al 1% de la sociedad, o, cuando menos, a reajustar sus precios. David Zwirner, uno de los galeristas más poderosos del mundo, dijo recientemente que los precios bajarán hasta que haya una vacuna. El mercado secundario marcará la pauta.
El campo del arte peruano es informal y precario, como el investigador Carlos Zevallos Trigoso y yo hemos constatado en nuestros estudios sobre el mercado de arte. El coronavirus nos coge en un momento de contracción, tan distinto a la efervescencia que vivíamos hace aproximadamente un año, cuando Perú fue país invitado en la Feria madrileña ARCO 2019. Las imágenes del campo ferial español convertido en hospital provisional, parecen premonitorias de lo que puede ocurrir aquí: cierres de galerías, museos funcionando a mínimos, artistas dejando su práctica en aras de la subsistencia, muchísimos proyectos abandonados, etc.
Ante una crisis económica feroz y una crisis sanitaria que impide aglomeraciones, ¿qué posibilidades tienen los aparatos artísticos y de mercado? Por ejemplo, las ferias, que globalmente cobraron importancia cultural y comercial al incorporar elementos reflexivos y críticos como charlas y secciones curadas y al ofrecer traer agentes claves del mercado y del campo profesional (coleccionistas, curadores, directores de museos), ¿pueden crear contenidos discursivos online más allá del formato videoconferencia?, ¿pueden garantizar que los invitados VIP se conecten y/o se queden conectados?, ¿pueden generar dinámicas sociales atractivas vía Zoom?
La falta de datos que padecemos es un problema enorme de cara a nuestros pedidos de apoyo al Estado. No tenemos datos. Ciertamente el Estado no se trazó ese objetivo, pero también debemos reconocer que hemos funcionado entre la formalidad y la informalidad, sea por amateurismo, por vocación contestataria o por buscar atajos a las obligaciones con el Estado. En esa línea, el que una feria—hoy online—como PArC cuelgue sus precios es esperanzador: señala un camino hacia la formalización. Contra la idea de que el público general puede “malinterpretar” los precios (más malinterpretable es la opacidad), el problema no es que no entiendan los precios, es que no entiendan de arte y, además, que asumamos que la importancia del arte es autoevidente; algo predecible dado que nunca asumimos la tarea de difundir los discursos del arte en serio. Las ferias no han tenido aparatos pedagógicos (las charlas no lo sustituyen), las galerías apenas han ofrecido cursos y conversatorios y en los museos suelen predominar otras preocupaciones (curatoriales, financieras) por sobre las educativas.
El mundo del arte post-Covid-19, para existir, necesitará formalizarse en serio, incluyendo su contabilidad. Necesitaremos indudablemente del apoyo del Estado en la forma de una Ley de mecenazgo sólida que permita sostener nuestras instituciones. Y tendremos que acercarnos decididamente a un público amplio, brindándole información útil y con disposición al diálogo, sin paternalismos, como si verdaderamente quisiésemos que más gente se interese por esto y descubra todo lo que el arte tiene que ofrecer. Hemos operado como si el campo artístico hubiese sido demasiado importante para fallar, sin advertir sus problemas estructurales. Remediarlos es hoy cuestión de supervivencia.
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¿Qué es el covid-19?
El covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.
El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.
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