La última vez que Víctor Delfín expuso en una galería fue en diciembre del 2017. El motivo no podía ser más alegre y merecido: la celebración de sus prolíficos 90 años de vida. Un lustro después, el artífice de la escultura “El beso” reaparece en una sala de arte para dedicar una muestra al único sentimiento que es capaz de movilizar incondicionalmente al mundo. Aunque en medio de la complicada coyuntura que atraviesa el país el tema en exposición podría resultar contradictorio, Delfín sostiene que es “precisamente en consideración al abismo social que hoy existe que necesitamos más que nunca del amor”.
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Las siete piezas -cinco pinturas, una escultura y un grabado, la mayoría en gran formato- que componen “Hablemos de amor” fueron creadas en los últimos años y la razón por la que el amor siempre ha estado presente en sus obras, como él subraya, es “porque creo que al contrario del odio, el amor construye”. Sus creaciones, continúa, no hablan necesariamente del amor de una pareja, sino del amor en general, ese que se extiende como un río hacia los niños, a los ancianos, al barrio o a la patria. Para reforzar esa idea, cuenta que en la Escuela de Bellas Artes solía hablar de la capacidad de amar que tiene el hombre, pero sus compañeros se reían de él, al punto que empezaron a llamarlo así, ‘capacidad de amar’. “Mis padres me enseñaron esta forma de ser y sentir. Con el tiempo los compañeros de la escuela se dieron cuenta de que en realidad yo tenía un vínculo distinto con todo lo que me rodeaba”, cuenta.
"El maltrato que han recibido los chicos de San Marcos lo único que crea es rencor. Eso divide mucho más. Yo he salido a marchar muchas veces, a la de Los Cuatro Suyos por ejemplo, y jamás nos dispararon a la cara".
Víctor Delfín / Artista multifacético sobre las protestas que dividen al Perú.
Entre los cinco cuadros que Delfín expone hay uno inspirado en el poema “El coloquio de los centauros” de Rubén Darío. Se llama “Fuerte como la muerte es el amor” y retrata a estos seres mitológicos divirtiéndose con sus musas. Destacan, además, otros dos que se relacionan directamente con el Covid-19 y los estragos que trajo consigo. “Se titulan, - precisa-, ‘El amor es más fuerte que cualquier virus’. Esa frase se me ocurrió, la sentí, antes de que se declare una pandemia. Curiosamente, yo nunca he usado máscara y tampoco tuve el virus. Pintar esos dos cuadros fue para mí como una defensa, una especie de lección síquica, porque creo en la fuerza del interior para manejar las cosas”. Una miniatura de “El beso”, una serigrafía sobre papel y un poema escrito en 2014 -titulado como la muestra- también se exhiben en el Museo de Minerales.
Atento a las noticias que desde hace casi dos meses tienen en vilo al Perú, Delfín sigue pintando con energía, pero con menos frecuencia. A los 95 años su rutina incluye levantarse muy temprano y subir los 15 peldaños que lo separan de su taller. “Pongo música clásica, leo y si me dan ganas cojo un carbón para hacer un boceto y si este está bueno empiezo a pintar. Y si empiezo a pintar, ya no me para nadie. Pero ahora, la verdad, estoy como que un poco en compás de espera porque me preocupa la situación del Perú. Es demasiado densa, repetitiva y parece como si no se fuera acabar. Hay que hacer un esfuerzo por decir ¡basta ya!, y conseguir la mesa de diálogo, pero sin políticos desacreditados”, sentencia. Sin mezclar su arte con la política, el nonagenario se extiende y opina con lucidez al respecto.
Pintura "El amor es más fuerte que cualquier virus" I y II.
Miniatura de El Beso.
Pinturas "Fuerte como la muerte es el amor" y "Pareja en los barrios marginales".
Pintura "Mujeres en la playa".
Grabado "La musa de los ojos negros" y el poema que le da nombre a la muestra.
—Si tomamos en cuenta las feroces protestas de los manifestantes en Lima y otras ciudades, hablar de amor parece una tarea imposible.
Muchos exigen los mismos privilegios que una minoría tiene. Pero el maltrato que han recibido los chicos de San Marcos lo único que crea es rencor. Eso divide mucho más. Hay un libro de Vicente Alexander que se llama “La destrucción o el amor”. Postula que quien ama, sea hombre o mujer, cuida todo lo que tiene desde las personas, hasta las plantas y animales. El hombre que destruye, que rompe, es envidioso o no tiene nada de generosidad ha elegido el camino equivocado. Por eso insisto en decir que la única manera de actuar en estos momentos es contactar con, digamos, el enemigo y pactar. ¿Qué estamos consiguiendo, viviendo así, con violencia de uno y otro lado? Destruir nuestro propio país. La economía se estanca, todos los negocios pierden.
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—Es, entonces, una autodestrucción.
Es que las personas que vienen a Lima desde provincias no tienen nada que perder y parece que no se dan cuenta de esto. Entre ellos se costean el pasaje para llegar hasta aquí, preparan su ollas comunes y se ayudan mutuamente. Son más libres que los citadinos porque están acostumbrados a mantenerse ellos mismos, tienen su chacrita. Se pueden arreglar con poco, unas papas, unas galletas, un vaso de agua. Porque la carencia ha sido durante siglos su forma de vida y pueden resistir. En cambio los costeños somos más frívolos y exigentes, nos gustan cosas que los que han venido desde provincia no necesitan.
—¿Qué significa para usted el amor a estas alturas de la vida?
Lo es todo y todavía sigue latente en mí. Siento amor por mi familia y mis amigos. No hay día en que no venga alguien y me traiga una botella de vino para conversar, me traen flores, libros, todo el tiempo recibo presentes. No me falta compañía, no necesito salir. Y todo esto es gracias a este pensamiento mío, por el que creo que hay que dar amor, afecto, ternura, comprensión. Por eso nunca me siento solo. Amo la vida y todavía me siento fuerte.
—Una última reflexión sobre su muestra y la realidad que ahora nos pesa.
Que entre el amor y el odio ojalá se destierre la muerte y la violencia.
Lugar: galería del Museo de Minerales Andrés del Castillo. Dirección: Jirón De la Unión 1030, Centro Histórico de Lima. Horario de visita: Hasta el 28 de marzo. De lunes a domingo de 10 a.m. a 5 p.m. Ingreso: libre.
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