El 22 de julio de 2011, Anders Behring Breivik, un ultraderechista racista armado hasta los dientes, asesinó a 77 personas, primero con un atentado con bomba en el centro de Oslo y luego disparando sin compasión a 69 jóvenes, muchos de ellos menores de edad, que participaban en un campamento de verano organizado por el partido socialista en la isla de Utoya. Aquel día, hace diez años, Noruega vivió la más grave matanza en tiempos de paz de su historia.
LEE TAMBIÉN: ¿Cómo pasa sus días Anders Behring Breivik, autor de la peor masacre en la historia de Noruega?
Pocas horas después de la masacre, Breivik fue capturado y en 2012 recibió una sentencia a 21 años de cárcel. “Actué en nombre de mi pueblo, mi religión y mi país”, exclamó durante el juicio, en el que dio muestras de altivez y egocentrismo. Dijo no sentirse responsable de lo ocurrido porque en ocasiones es necesario “cometer una barbarie para frenar otra aún mayor”.
Su vida en prisión
Según información que propaló el diario noruego Verdens Gang, en septiembre del 2020, el criminal denunció que sus condiciones de reclusión en la prisión de Skien, ubicada a 100 kilómetros de Oslo, son comparables con la “tortura” y solicitó libertad vigilada.
Más de una vez, Breivik ha expresado su disentimiento contra el régimen de aislamiento y las medidas de seguridad a las que está sometido. Primero presentó una demanda ante la justicia noruega, que fue rechazada, y luego ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, que igualmente la desestimó.
En declaraciones a la agencia de noticias AFP, Oystein Storrvik, abogado del extremista noruego, dijo que su cliente está “muy estresado por estar en condición de aislamiento”.
En una carta enviada a los medios en Noruega y Suecia, Skien afirmó que es mantenido en un “casi total” asilamiento y que solo le permiten salir de su celda una hora del día. Está aislado de otros reclusos y solo tiene contacto con el personal médico y guardias de seguridad.
Su celda tiene televisión y una computadora, pero no acceso a Internet, y su correspondencia es revisada y censurada a fin de evitar que desde prisión construya una red extremista.
Educación
En 2013, Anders Breivik solicitó a la Universidad de Oslo cursar su licenciatura en ciencias políticas. La decisión de la casa de estudios sobre si aceptarlo o no fue particularmente difícil porque algunos de sus estudiantes eran amigos de personas que fueron asesinadas por Breivik.
Finalmente, bajo estrictas condiciones, la universidad lo aceptó como estudiante de grado. Los materiales para sus estudios, le llegaban a través de un funcionario de la prisión y él no tenía contacto con estudiantes ni académicos, ni acceso a Internet.
Sin embargo, poco tiempo después, Breivik aseguró que tuvo que abandonar un curso de ciencia política por las “difíciles condiciones” en prisión.
Pero esta no ha sido la única queja del sentenciado. Antes de ser trasladado a la prisión de Skien, estuvo detenido en el centro penitenciario de Ila. Allí también denunció estar recluido en condiciones “inhumanas”. A través de una carta que envió a las autoridades, se quejó porque su habitación estaba “pobremente decorada y no tenía vista”. Además de que el café que le servían siempre estaba frío y no tenía “suficiente” mantequilla para untar en el pan.
Al papel y al cine
La periodista y escritora noruega Åsne Seierstad, autora de la reconocida novela “El librero de Kabul”, investigó los atentados y la vida de Breivik y los plasmó en su libro “Uno de los nuestros: La historia de una masacre en Noruega, y sus consecuencias”. Tres años después, en 2018, el director y productor Paul Greengrass creó el largometraje “22 de julio” a través de Netflix.
El realizador, responsable de títulos como “United 93″ (sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001) y “Bloody Sunday” (sobre los trágicos sucesos ocurridos en Londonderry el domingo 30 de enero de 1972), optó en “22 de julio” por una mirada más amplia y generalista a la tragedia, hasta el punto de que decidió rodar la película en inglés a pesar de contar con un director noruego. Contó su historia desde la mirada de un sobreviviente (Viljar Hanssen): trauma familiar, la recuperación física y el caso judicial.
La dramática historia también ha inspirado la película ‘Rekonstruktion Utøya’ y la serie “22 de julio”.
TAMBIÉN PUEDES LEER
- Breivik quiere donar su uniforme y armas al Museo de la Resistencia Noruega
- Amazon Prime Video en agosto: estos son los principales estrenos de la plataforma
- “Khipus. Nuestra historia en nudos”: la muestra del MALI que impresionó a Google (y que puedes ver desde casa)
- Iron Maiden ya tiene fecha de estreno para su disco de estudio “Senjutsu”
- Eva Ayllón y Daniela Darcourt reciben el premio ‘Artista del Bicentenario’