Se puede discutir mucho de si lo que hace Marvel Studios es cine o no, pero hay una base mínima para juzgar su calidad, un estándar aplicable a la mayoría de ficciones de Hollywood: ¿La trama tiene sentido dentro de su propia lógica? ¿Los diálogos ayudan a la construcción de personajes? ¿Tiene algo único? ¿Aprovecha a sus actores? “Ant-Man and the Wasp: Quantumania” (Peyton Reed, 2023), tercera entrega de la saga del “Hombre Hormiga”, desaprueba en todos esos aspectos.
En la película, el vengador Scott Lang (Paul Rudd) y su familia heroica son reducidos a tamaños inferiores al del átomo y, con ello, transportados al Reino Cuántico (la “ciencia” detrás de esto, más bien, laxa). Allí descubren que la Avispa original, Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer), ocultó a todos un secreto que podría poner en riesgo no solo al mundo, o al universo, sino a todos los universos.
En cines desde este jueves, la película tiene un único mérito: la escena donde el protagonista Scott Lang, interpretado por Paul Rudd, tiene que obtener el “mcguffin”, objeto a cuyo alrededor gira la trama. Sin arruinar los detalles de la escena, ampliamente cargada de efectos especiales como casi todo en esta franquicia, su desarrollo se comunica con el significado del personaje, que incluso siendo alguien pequeño, llega lejos con el apoyo de los demás.
Dicho eso, el resto de la película no es buena. Donde “Ant-Man” (2015) y “Ant-Man and the Wasp” (2019) son comedias que aprovechan los superpoderes a favor del humor, así como el carisma de miembros grandes y pequeños del elenco, “Quantumania” tira todo eso por la ventana solo para presentar a Kang el Conquistador (Jonathan Majors), el villano principal de la quinta y sexta fase de las series y películas, que irán desde ahora hasta el 2025. Lo que pasa aquí, en buena manera deberá justificar el dinero que Disney espera recibir del fan en los próximos años.
En ese aspecto, la película fracasa en convencer. Jonathan Majors hace su mejor esfuerzo para mostrarse como un déspota imponente y de temer, pero le dan tan poco material para trabajar que su comprobado talento (vean “Lovecraft Country”) pasa desapercibido. Lo mismo ocurre con Michelle Pfeiffer y Michael Douglas, históricamente desaprovechados en la saga, que llegan a nuevas profundidades por las mismas razones que el antagonista.
¿Tiene la película un núcleo emocional? Supuestamente, es la conexión entre Scott y su hija Cassie Lang (Kathryn Newton), quienes se mantuvieron alejados por cinco años tras las acciones de Thanos. El guion, por más que incluye escenas entre ambos, no logra establecer una dinámica que empatice con el espectador, que cautive medianamente. Otra oportunidad perdida: cualquier interés por lo que ocurra con el vínculo amoroso entre Scott y Hope Van Dyne (Evangeline Lilly).
La comparativa más cercana a esta película sería “Batman v Superman: Dawn of Justice” (2016), cinta de Warner Bros. que forzó un universo cinematográfico sin desarrollar a sus personajes y con tantos saltos de lógica que ha pasado a la historia como un mal meme antes que como una película. La tercera de “Ant-Man” no llega a ese nivel, pero sí es lo más cerca que Marvel Studios ha estado de la estulticia. Incluso la olvidable “Thor: The Dark World” (2013) tiene un núcleo emocional que trasciende a la película.
Ni siquiera el anunciado cameo de Bill Murray destaca. Y las escenas postcréditos, una tradición de Marvel para que veas la próxima serie o película, han perdido cualquier encanto. Siendo justos, esto último no es algo exclusivo de esta cinta, sino un síntoma del desgaste del MCU, por más que Kevin Feige diga que la gente jamás se cansará de ver a sus superhéroes. Mal timing para decir justo ahora.
CALIFICACIÓN
★ ☆☆☆☆
La película está en cines desde este jueves 16 de febrero. Llegará en un par de meses a la plataforma Disney+.