El recuerdo del episodio que cambiaría el rumbo de su vida permanece imborrable. Sucedió hace medio siglo en un aula de arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, durante un curso de cine dictado por Manuel Chambi. Con apenas 16 años, Augusto Tamayo quedó seducido al descubrir que su “afición cinemera” encerraba un atractivo mundo repleto de nuevos lenguajes, arte y creatividad.
Tras su éxito con uno de los episodios de “Cuentos inmorales” (1978) ganó una beca y viajó a Londres, donde fue discípulo nada menos que de Bernardo Bertolucci. Con su vocación ya consolidada regresa a Lima y desde entonces son más de 20 cintas, entre cortos y largometrajes, los que forman parte de su destacada filmografía.
La última de ellas es “Sebastiana: la maldición”, primera incursión de Tamayo en el género de terror y que se inspira en una de las tradiciones de Ricardo Palma. A pocas semanas del estreno, entre los objetos de utilería que colecciona en su departamento, el director y guionista de cine y televisión nos habla de este nuevo aprendizaje fílmico, de sus ambiciosos proyectos y del momento por el que atraviesa el cine peruano.
¿Recuerda la primera vez que leyó “Mujer y tigre”, la tradición que inspira su primera cinta de terror?
No recuerdo exactamente la primera vez que la leí. Pero apenas decidí que quería hacer una película de terror empecé a convocar los conocimientos que tenía para armar una historia. Como me interesa mucho el cine histórico me dije qué tal si hago algo que comience en el pasado y después lo traigo al presente. Ahí, de repente, apareció el recuerdo de “Mujer y tigre”, que es una historia terrible. Como para que de verdad brote el horror.
¿En su cinta se cuenta la historia de Palma tal cual está escrita?
Al principio no quise poner las imágenes de lo que Sebastiana hace con sus hijos. No soy un gran espectador del cine de terror, pero sé que hay escenas horrorosas. Así que introduje algunas imágenes un poquito más crudas. Después salto al presente donde la descendiente de esta mujer decide, junto a sus amigas, ir a la casa donde todo esto ha pasado, que también era el lugar donde ellas jugaban de niñas.
¿A qué directores y/o películas recurrió para filmar “Sebastiana…?
De joven veía todo. Desde lo cásicos hasta las que me causaron gran conmoción como el exorcista, las películas de Kubrick, series B como “Halloween”, “Viernes 13” o “Pesadilla en Elm Street”. Pero recién desde el año pasado he visto como 10 películas del género que pienso han funcionado: toda la serie de “Anabelle” y “El Conjuro”, por ejemplo.
Hay variedad de subgéneros de terror…
Están desde los más horribles y sanguinolentos hasta las de zombies, asesinos seriales y las de fantasmas o sobrenatural. “Sebastiana…” está inserta dentro de este último grupo y cuenta con todos los elementos que esto implica, es decir muñecas, mecedoras, elementos típicos de estas películas.
¿Por qué cree que a los peruanos nos fascina tanto el terror?
Al mundo entero. Los seres humanos estamos regidos de acuerdo a la pulsión erótica y tanática. Nos fascina el amor y la muerte. Estamos guiados por estos dos apetitos, es una fuerza que nos seduce. Esa pulsión tanática es la que nos hace inclinarnos por el terror, porque es una forma de experimentar la muerte. Me asusto, me muero de miedo, pero no me muero porque estoy en una sala de cine o en mi casa bien protegido. Esa es la explicación que yo conozco y que de paso también explica por qué nos gusta el cine de acción, bélico o gore.
¿Cuál ha sido la mayor complicación que ha encontrado en este género?
La verdad, yo estaba entre hacer una comedia o una película de terror porque ambas son muy populares. No puedo hacer siempre películas históricas porque tienen un público restringido. Así que pensé: comedias hay muchas en el Perú, se va a perder. Luego me di cuenta que el cine de terror necesitaba de buena fotografía, claroscuros, arte para crear la atmósfera de las casas, cuartos, eso me gustó. También necesita de música. La música lo es todo. Imágenes sin ella no asustan nada. Los golpes musicales que hacen saltar al espectador, la edición abrupta que sorprende, todo eso lo aprendí. Y descubrí que este es un género complejo. Fue todo un reto.
¿En la vida real, ha tenido alguna experiencia de terror o sobrenatural?
De terror, en realidad, no. Será por convicción, carácter o porque prima en mí mucho la razón. Pero sí recuerdo que cuando era joven hice ouija junto a unos amigos. Como a los 20 años. Fue para divertirnos y todos terminaron aterrados. Yo me burlé del juego porque no creía en eso y a través de la copita que se movía sobre las letras empezaron a insultarme. Parecía un ensañamiento conmigo. Debo confesar que esa es la única experiencia de algo que no entiendo bien.
¿Fue difícil encontrar la locación principal de “Sebastiana…”?
Hay un elemento que determinó el lugar de la filmación. Generalmente estas historias ocurren en casas aisladas y en lugares que no están rodeadas por la civilización, en medio del bosque. Yo tengo una casa de campo y siempre me decían que tenía pinta de casa de película de terror. Es una casa tradicional peruana, de adobe, techo adosado con tejas y piedra, rodeada de un bosque lindo. Está en el kilómetro 50 de la Carretera Central, en Cocachacra. Y bueno, allí estaba la locación completa. Buena parte de la historia sucede en esa casa, así que eso facilitó el rodaje.
¿Cuánto tiempo duraron las grabaciones allí?
Fue rápido, poco más de dos semanas. Las escenas de época las filmamos en tres días. Y tres días más en la universidad, que es donde las chicas se enteran de esta historia. Fue, en total, entre tres o cuatro semanas.
Es una coincidencia que “Sebastiana…” se estrene justo a 100 años de la muerte de Palma?
Una feliz coincidencia. Palma murió el 6 de octubre. Tengo un libro que va a salir justo en estos días. Soy un gran aficionado a la literatura pero no soy académico en el tema. Soy más comunicador, cineasta, escritor. He escrito una biografía de Palma, pero a mí me gusta divulgar el conocimiento no reducirlo a un grupo cerrado. Así que hice el libro en un formato cofee table para abrir más el público. Hace mucho tiempo también hice un documental sobre el tradicionista.
¿Qué otros proyectos tiene?
No quiero hacer alarde, pero tengo 10 guiones terminados y por lo menos 20 libros escritos que apenas encuentre la forma de financiarlos los publicaré. Tengo además una serie de documentales sobre el Bicentenario, que es un tema que me fascina. Acabo de editar el noveno y tengo para hacer más hasta el 2025, uno cada año. Me encanta la investigación, lo hago todo el tiempo sobre arquitectura, historia, literatura y cine, son las cuatro cosas que más me interesan.
¿Alguno de esos guiones es su prioridad?
Uno lo acabo de comenzar. Es sobre Flora Tristán, tengo que hacerlo porque en noviembre tengo ya un compromiso con la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO). Otro es un guión sobre Francisca Pizarro, una de las primeras mestizas, hija de Pizarro y de una importante descendiente del Inca Túpac Yupanqui. Allí completo tres películas sobre mujeres: Rosa, Flora y Francisca. Tengo también una película que quisiera hacer sobre el bicentenario, se llama “Camino a la libertad”. Otra ambientada en la época de los mochica y una más sobre el poeta José María Eguren.
¿Cómo percibe el panorama cinematográfico en el Perú?
Exitosísimo. Hay una enorme cantidad de cintas.
Pero cantidad y calidad no es lo mismo.
Eso es en todo, desde la industria del zapato hasta los muebles y autos. Hay mejores, peores, como en todas partes. Dependiendo del gusto ya se dirá si es mala, buena o extraordinaria. Producir 50 largometrajes, aunque no todos se estrenen, es fantástico. Hay dos tipos de éxito, el comercial y el artístico. El cine peruano siempre ha tenido éxito. Una cinta mía “La fuga del chacal”, de 1986, tuvo un millón de espectadores. En 1976, a “Muerte al amanecer”, primera película de Lombardi, la vieron 700 mil. Ahora algunas han llegado a los 3 millones. Pero hay otro tipo de cine, con otras pretensiones y virtudes. Son las cintas que obtienen reconocimientos en festivales en Perú y en el extranjero.
¿Cuáles han sido las últimas películas peruanas que lo ha impactado?
Ya no veo tanto cine como antes, pero “Retablo” y “Wiñaypacha” son extraordinarias. Creo que “Wiñaypacha” me gusta un poquito más, Álvaro Delgado-Aparicio y Óscar Catacora son autores medianamente jóvenes por lo tanto tienen un futuro enorme.
¿Qué cree que le falta al cine peruano para terminar de despegar?
La calidad siempre puede mejorar, la actuación es digna, lo técnico, cuando se preocupan, también es bueno. Algunos dicen, pero ¿cuándo vamos a ser industria? Ya hacemos 50 películas al año, cientos de cortos. ¿Qué quieren? ¿Que hagamos 500? Brasil, que es una súper industria hace 80; Argentina, 90. Somos una industria mediana. Nadie discute sobre zapatos, pero sí sobre películas. La crítica es subjetiva, pero a veces se plantea el gusto de una forma agresiva. Parece un terreno donde se desfoga virulencia. Eso sí me desconcierta.
¿Le preocupan las críticas a su trabajo?
No tengo la preocupación del juicio ajeno. Lo tuve hace mucho tiempo. Los críticos no me preocupan, pero no porque no les tenga respeto. Pero yo no hago películas para gustarles a los críticos sino para que me gusten a mí. Si además le gusta a mucha gente, qué bonito. A mi padre que fue una persona muy exitosa y recibió todos los reconocimientos que pueden haber en el Perú le pregunté un día ¿qué quisiste hacer toda tu vida?” Escribir, a los seis años me brotó”, respondió. ¿Y tus premios?, le dije. “Son palmaditas, yo he sido feliz porque he escrito toda la vida”. Eso se me quedó grabado.
Próxima publicación: “Ricardo Palma, espíritu de lo peruano”
Fueron dos años de investigación los que dieron vida a esta síntesis biográfica de uno de las figuras indispensables de la literatura peruana. Para ilustrar esta publicación en formato cofee table, Tamayo recopiló cuadros y grabados sobre el tradicionista. También recurrió a una de sus aficiones favoritas: tomar fotografías en la casa donde el autor nació, en su casa-museo y a los bustos y esculturas en su honor. La fecha tentativa para su publicación es entre el 16 ó 30 de octubre.