La fantasía, como contrincante de la realidad, ha dado un golpe maestro al maleficio económico que aquejaba a Hollywood con sus superproducciones. La magia de “Barbie” ha irrumpido con fuerza en la taquilla, y la película de Greta Gergiw ha logrado recaudar en sus dos primeros días de estreno más de $70 millones de dólares, siendo el filme que ha logrado la mayor apertura del 2023 y asegurando un lugar destacado entre los filmes de mayor éxito del año.
Este futuro éxito comercial requirió de una inversión cercana a los $120 millones de dólares, sin contar la exhuberante campaña de marketing que hemos presenciado en los últimos meses. Entre ellos: Una mansión ropa ubicada en Malibú, un hotel inspirado en Barbieland y colaboraciones con marcas de indumentarias que han vestido de pies a cabeza a gran parte de las personas que acuden a los cines vestidas enfundadas en fucsia o cualquier variante del color.
Esta estrategia tan agresiva que ha innundado cada rincón de las redes sociales, sembró dudas sobre a profundidad que podría brindar la película. Al estar financiada por su empresa madre, Mattel, se temía encontrar en la gran pantalla un comercial de dos horas cuyo único propósito sería limpiar la imagen de la muñeca rubia de proporciones inhumanas. En su lugar, se encontró una sátira divertida e ingeniosa que reflexionaba sobre sus fallos para redimirse en la sociedad.
En la historia protagonizada por Margot Robbie, las Barbies habitan en una especie Jardín del Edén femenino, donde las mujeres lideran en todas las profesiones y roles. Este universo siempre soleado, perfecto y con casas de ensueño, se halla libre del yugo patriarcal, y los Ken son simplemente accesorios que esperan ansiosos el momento en que sus parejas elijan compartir su tiempo con ellos, lo cual ocurre rara vez.
No obstante, cuando la Barbie estereotípica (como Robbie se denomina a sí misma) debe enfrentarse al mundo real se topa con el siempre indeseable acoso callejero y las burlas a su físico. Su liderazgo se resquebraja, y su confianza se ve mermada. “Siento mucho miedo, pero no sé a qué”, confiesa en una escena, describiendo una sensación muy familiar para el género femenino.
Por otro lado, su acompañante, interpretado por un muy carismático Ryan Gosling, encarna a un Ken que encuentra en este mundo dominado por el genital masculino, la validación que tanto anhela. Como víctima de la opresión femenina, va a reclamar su lugar en Barbieland, lo que se traduce en un intento de subyugar a cualquiera que no entienda “El padrino” de Francis Ford Coppola, no le guste preparar la parrilla, o las apuestas de caballos.
“Pese a que esta es una película sobre una muñeca, es más sobre la humanidad que sobre el plástico”, alerta Robbie acerca del filme en una conferencia de prensa. Aunque sea visualmente infantil y tenga un humor disparatado, sorprende con un su subtexto que analiza la misoginia y su impacto en la psicología femenina.
“Los fundamentos políticos de ‘Barbie’ seguramente generarán debate”, adelantaba “CNN” en una crítica publicada antes de su estreno. Razón no le faltó, ya que si bien para la escritora de cultura de “The Associated Press”, Jocelyn Noveck, la producción le resultó “atrevida, inteligente, repleta de ideas y, sobre todo, deslumbrantemente hermosa”, otros críticos como Sarah Vine, del Daily Mail, la tildaron de “anti-hombre”, debido a que es “una extensión del feminismo de TikTok que pinta la masculinidad, como tóxica y depredadora”.
Afortunadamente para la productora Warner Bros., la mayoría de las reseñas han sido favorables, y cuenta con una puntuación del 90% en Rotten Tomatoes. Los comentarios coinciden en destacar el personaje creado por Gosling, con su brillante comedia física en situaciones hilarantes y su conmovedor drama, perfilándolo como uno de los candidatos al Óscar del próximo año.
Beth Webb para “Empire Magazine” declaró: “Cada flexión muscular, cada movimiento de cabello, cada rasgueo de guitarra aterriza perfectamente. Hay momentos en los que te quitará el aliento”. Además, durante las escenas detrás de cámara, el actor constantemente parecía estar pasando un buen momento. “Nací para hacer este papel. Tengo la energía de Ken y aún sobrevive en mí”, había dicho en entrevista.
Otro aspecto en el que la crítica concuerda es el brillante trabajo de escenografía y diseño de vestuario. “El ambiente crea la sensación de que realmente son Barbies; sus casas de ensueño y mundos toman vida”, señala Perri Nemiroff de “Collider”.
Si bien la historia todavía está asentándose entre el público, es importante recalcar que la narrativa estereotipada propuesta por Gerwig —que muestra a los Kens como tontos y superficiales—, es una parodia de lo que la industria viene haciendo por décadas. La idea se sella con la voz narradora de Helen Mirren, quien entrega una falsa esperanza que se clava como una estaca en la mente de las espectadoras: “Quizá en futuro Ken logre tener tanta importancia en Barbieland, como las mujeres en la vida real”.