Sebastián Pimentel

” (1982) fue el “Hamlet” del cine de ciencia ficción contemporáneo. Los temas, tomados de un libro de Philip K. Dick, hacen preguntas esenciales sobre la identidad, las apariencias y un futuro distópico y caótico, de una amarga soledad. Es por ello que el reto de una secuela no dejaba de preocupar. Sobre todo teniendo en cuenta que la mitología del filme y el prestigio ganado podían ser un peso demasiado grande si es que detrás del proyecto no había un director con el talento como para sacarlo adelante.

Felizmente, Denis Villeneuve, director de “La llegada” (2016), fue el elegido. Nada mejor que la credencial del título mencionado, relato de talante borgiano que usaba las convenciones de la ciencia ficción para una reflexión sobre los signos, la naturaleza del tiempo y la fatalidad del destino. El mismo Villeneuve ha reconocido que la razón que lo llevó a dirigir esta secuela fue la calidad poética del guion de Hampton Fancher, uno de los guionistas de la “Blade Runner” primigenia. La trama, imaginada por Fancher, se sitúa treinta años después, en un Los Ángeles custodiado por una división de policía integrada por los replicantes, androides que parecen pensar y sentir. Uno de ellos es K (Ryan Gosling). A él se le encomienda buscar a un desaparecido Deckard (Harrison Ford) –detective protagonista de la película de 1982–, con el objetivo de descubrir el misterio relacionado a la posibilidad de que los androides sean capaces de reproducirse. Niander Wallace (Jared Leto), cruel fabricante de replicantes y obsesionado con esa posibilidad, decide perseguir a K para apoderarse del secreto.

Pues bien, esta “Blade Runner” confirma los halagos que viene recibiendo. No recordaba una secuela tan original y delicada desde “El padrino II” (1974). El director de “Sicario” (2015) hace de Gosling un Deckard de estos tiempos, más frío y marcial. El mundo del 2049 es más aséptico y desamparado. Espacios vacíos, desiertos anaranjados, basurales gigantescos, colonias de niños esclavizados son escenarios que ahora se unen a las calles de neón surcadas por autos voladores. No tienen que pasar muchos minutos para apreciar el ritmo sosegado, lleno de una tensión subterránea. También se abre paso una estética de fantasmagoría. Fiel a un diagnóstico de nuestra época, la realidad tiene una consistencia gaseosa, virtual. No solo es difícil distinguir qué rostro es humano y cuál artificial. El mismo entorno puede ser un holograma que tiene los sonidos y las texturas de un jardín perfumado, o la ternura de una mujer decidida a amar.

A diferencia del filme de 1982, los afectos no se ponen a prueba, ya que su artificialidad es asumida como parte de un orden natural. Véase si no la secuencia en que Joi (Ana de Armas), la mujer-holograma de K, interpreta diferentes papeles para seducir y agradar a su cliente, a fin de cuentas, otro ser artificial. También se produce un formidable diálogo con el pasado, encarnado en Deckard. Ahora, el viejo detective es un espectro que guarda el secreto de la historia, y debe ser protegido por K. El romance de la primera cinta, siempre engañoso y hecho de una fe conmovedora, cede el paso a una indagación por las raíces familiares. Una búsqueda del misterio de una raza nueva, donde el androide no solo es una metáfora de la falsedad o autenticidad de la vida humana. Ahora, Hancher y Villeneuve reflexionan sobre la genealogía de un ser quimérico, sobre un origen incierto que hay que desentrañar. Sensual y filosófica, contemplativa y ansiosa, “Blade Runner 2049” tiene una fuerza dramática y cósmica que no veíamos desde las épocas de Andrei Tarkovsky e Ingmar Bergman.

​Ficha técnica

“Blade Runner 2049”
Calificación: ★★★★★
Título original: “Blade Runner 2049”.
Género: ciencia ficción, thriller, drama.
País: Estados Unidos, 2017.
Director: Denis Villeneuve.
Actores: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Sylvia Hoeks.

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