Varias obras maestras del 2016 miraron al pasado. “Carol”, del director Todd Haynes, presenta los engañosos años 50 de EE.UU. Y es, sobre todo, la exploración de un amor lésbico encarnado por Cate Blanchett y Rooney Mara. Es la modulación de la impotencia y los afectos desavenidos por las normas sociales que no veíamos desde los tiempos de Fassbinder o de Douglas Sirk.
Con “Los 8 más odiados”, de Quentin Tarantino, y “La bruja”, de Robert Eggers, el western y el horror regresaron triunfantes. En el caso de Tarantino, un desenlace sangriento hasta lo esperpéntico se combina con la poesía de un tiempo fragmentado, diálogos y personajes que sacan a luz el sexismo, el racismo y las tensiones sociales que siguen atormentando a EE.UU.
En “La bruja”, el horror se encara desde la elusión y las miradas indirectas. Un extraño juego de poderes se instala en la intimidad de una familia calvinista del siglo XVII que la cámara devela con sabiduría. Las penas que incuba se filtra, también, desde un imaginario gótico que cobra vida con densos claroscuros y formas goyescas.
“Hijo de Saúl”, del húngaro László Nemes y ganadora del Óscar a Mejor Cinta Extranjera 2016, elige un tema algo gastado como el Holocausto, aunque revisado desde un montaje áspero y original. La perspectiva elegida es la de un prisionero y trabajador de un campo de concentración nazi que, condenado a limpiar el gueto en el que está confinado, se aferra a una fe que se confunde con el delirio.
Entre los retornos de viejos maestros, brillaron “Julieta”, de Pedro Almodóvar, y “Sully”, de Clint Eastwood. En la primera, una mujer quebrada da pie a un retrato sobrio y hecho de viajes en el tiempo. “Sully” comparte estos rasgos. A través de la historia real del piloto de avión interpretado por Tom Hanks, Eastwood utiliza pocos elementos y una estructura narrativa no lineal en forma de elegía y reivindicación moral.
También se pudo apreciar el talento de directores que apostaron por la fantasía, el suspenso o los mundos insólitos. Hubo dos cintas de discípulos aventajados de Hitchcock: “Miedo profundo”, del catalán Jaume Collet-Serra, y “No respires”, del uruguayo Fede Álvarez, ambos instalados en Hollywood. Y con toques surreales y de ciencia ficción, “Av. Cloverfield 10” es un refinado y efectivo cuento posapocalíptico de Dan Trachtenberg.
Entre los estrenos ligados al Óscar 2016, fueron de interés “El renacido”, polémica aventura de sobrevivencia de Alejandro González Iñárritu, y “La habitación”, de Lenny Abrahamson. Pero, sin duda, “En primera plana”, de Tom McCarthy, es un triunfo mayor. Con un estilo clásico, sin morbo ni efectismo, profundiza en la investigación real de un equipo de periodistas de “The Boston Globe” sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos de la localidad.
En el cine latinoamericano, europeo o asiático son de resaltar “El abrazo de la serpiente” (Colombia), “El sol abrasador” (Croacia) y las magníficas “Estación zombi” (Corea del Sur) y “Elle” (Francia).
Entre lo peor, tres ‘blockbusters’: “Batman vs. Superman”, “Día de la independencia: contraataque” y “Escuadrón suicida”. También decepcionaron Tim Burton y su “Miss Peregrine”, así como “Rogue One”, aburrido y desangelado ‘spin-off’ de “Star Wars”.
–Pantalla local–
En el cine peruano, destacaron “Extirpador de idolatrías”, ópera prima de Manuel Siles; la extrema “Videofilia (y otros síndromes virales)”, de Juan Daniel F. Molero; y “Choque de dos mundos”, riguroso documental sobre el conflicto de Bagua en el 2009. En cambio, fue notoria la repetición de fórmulas sin el menor asomo de creatividad en varias incursiones en el drama (“La última noticia”, “Sebastián”), la comedia (“Calichín”) o el terror (“No estamos solos”).
Un tema que preocupa es el maltrato de los multicines hacia algunas cintas peruanas. Ya había sucedido con “El espacio entre las cosas” (2013). Este año le tocó a “Solos”, que no llegó a estar en la cartelera ni siquiera por una semana. Por último, siempre es atendible el circuito independiente. Esta vez el estimulante Eduardo Quispe reapareció con “6”.