Para quien esto escribe, "Comando especial" es una de las mejores comedias de la década. Absurda, irreverente, con una pareja (Jonah Hill y Channing Tatum) que derrochaba química a cada momento, la película se burlaba muy bien del mundo del colegio y de cómo la corrección política era la regla para definir quién es el chévere y quién no.
Por eso, muchos esperábamos la segunda parte de la cinta; sobre todo porque ahora el centro del filme iba a ser el mundo universitario. Pero, lamentablemente, los resultados están muy lejos de su muy buena primera parte.
"Comando especial 2" sufre de un mal de varias secuelas de comedias recientes (un ejemplo concreto: "¿Qué pasó ayer? 2"): como las primeras partes funcionaron, cree que para hacerlo mejor hay que hacer bromas de absolutamente todo, en una especie de frenesí chonguero. Y hay varios elementos en la cinta como para hacer chistes, y muy buenos: Schmidt (Hill) y Jenko (Tatum) deben adaptarse al mundo de los artistas, los deportistas, las fiestas y las fraternidades, lo que pondrá su amistad en peligro, sobre todo porque Jenko conocerá a un deportista (y principal sospechoso de vender una poderosa droga en el campus) con el que tiene muchos puntos en común.
¿Cuál es el problema de querer meter chongo todo el tiempo? Pues que aquello que se sentía orgánico y fluido en la primera parte aquí resulta forzado. Si en "Comando especial" las diferencias en el mundo del colegio estaban definidas en el notable momento en que Tatum le pegaba a un chico gay, aquí las distancias que se van forjando entre los protagonistas están repetidas una y otra vez en distintas situaciones, lo que hace que comiencen a sentirse repetitivas. Y chiste repetido ya no da risa: por el contrario, genera una sensación de estancamiento, de que se está forzando una situación que funcionó alguna vez pero que ahora ya no encuentra nuevos y creativos visos.
"Comando especial 2" toca todos los tópicos que podemos encontrar en el subgénero de las comedias universitarias: las fraternidades, las fiestas, los 'nerds' contra los deportistas y hasta las famosas vacaciones de primavera, conocidas como 'spring break'. El tema está en que se siente cierta obligación del filme a tocarlos todos estos temas, lo que hace que se sientan acumulados sin ton ni son, deshilvanados unos de otros. Cada secuencia se siente una ilustración del tópico, como si la cinta cumpliera con tocarlos pero sin la capacidad de darle un nuevo giro. El filme cumple con poner lo que aparentemente hay que poner en una comedia universitaria, pero sin que exista cierta organización en su estructura misma que permita hilvanar un momento con el otro. Eso genera que los chistes se sientan dispersos y aislados: cada situación es una nueva broma, sin importar que esa misma situación se haya repetido una y otra vez en la película.
Lo mejor de la cinta está en la parte final, con una secuencia de créditos que se burla de las películas que tienen mil y un secuelas. Por el buen recuerdo de la primera y excelente "Comando especial", que la saga siga su propio consejo y no alargue su existencia. Porque esta segunda cinta ya da señales de agotamiento.