La precandidata al Oscar 2021 “Canción sin nombre” se proyectó por primera vez en el Festival de Cannes en 2019. Luego de haber recorrido más de 30 ciudades por todo el mundo, Melina León esperaba estrenar su película al público peruano en marzo del año pasado con un preestreno en el festival de cine “Cinco minutos cinco” de Villa María del Triunfo, para luego exhibirla en las salas de cine. No obstante, tras aumentar los casos de Covid-19 en el Perú se tuvieron que cancelar todos aquellos planes. Ahora, la cinta peruana llega al streaming para un público Latinoamericano gracias a Netflix. En conversación con El Comercio, Melina nos cuenta su experiencia con la pandemia, del contacto con el gigante streaming y su motivación detrás de plasmar la temática del tráfico de bebes, y el contexto del conflicto armado interno y la pobreza en 1988.
MIRA: Un año sin cine: ¿Pueden las películas peruanas existir solo gracias al streaming?
¿Qué se siente que la suya sea la primera película peruana en saltarse las salas para ir de frente a Netflix?
Sí, inicialmente lo que soñamos y lo que todos queríamos era estar en las salas de cine. Eso era algo importante para nosotros de manera física. Porque somos todos grandes fans y amamos los cines como espacios de tener una experiencia colectiva; eso era algo importante para nosotros de manera física. Aunque ya el interés de Netflix tiene mucho tiempo. Casi un año atrás ya tenían la película para tenerla después del estreno (en cines), como lo hizo “Retablo” y tantas otras. Iba a salir en julio. En estas circunstancias, es una opción magnifica (el streaming), porque a estar esperando a que abran los cines y además con esta especie de segunda ola que se viene, iba a ser muy arriesgado. La oferta de Netflix seguía ahí y nosotros, digamos que los hicimos esperar un poquito, unos cuantos meses, y ya luego le dijimos, ‘bueno, vamos, vamos adelante’. Y felices, porque también es una experiencia colectiva.
¿Cómo fue el contacto con Netflix?
La verdad es que no lo sé. Los encargados de vender la película son una empresa que se llama LuxBox que está en Francia. Es una empresa francesa que lo lleva una peruana (Fiorella Moretti). A través de ella sale esta venta para Latinoamérica. Nosotros (director, productor y equipo de campaña) éramos los encargados de Perú y por eso estábamos con Tondero. No sé exactamente quién dio el primer paso, pero me imagino que ella, porque al ser los agentes de venta son los que se acercan siempre a las distribuidoras.
¿Crees que las películas peruanas pueden existir solo gracias al streaming?
Yo creo que hay una diferencia en lo que debe ocurrir, lo que ocurre y puede ocurrir. Para mí lo que debería ocurrir es que primero pase en cines y luego al streaming; o que ocurra algo en paralelo que también sería bonito. Pero no creo que sea buena idea prescindir de las salas de cine, de esa experiencia común, física y mágica. Además, porque la sofisticación de los equipos en un cine es muchísimo mayor. Todos en los cines trabajamos para esa sofisticación de exhibición y trabajamos muy duro; mucho tiempo y mucha inversión. Entonces eso se deja al albur en las pantallas de streaming. Incluso, ya es un albur en las salas porque se ahorra en proyectores (que a veces están viejos). Para mí es ideal que se vea como se planeó (originalmente).
Sin embargo, me alegro muchísimo de que cada vez haya más plataformas y opciones para los cineastas y el público. Está buenísimo eso de tener mayor oferta y que esta cuestión de la piratería que se nos hacía tan necesaria si queríamos tener una cultura cinematográfica ahora ya no lo es tanto. Porque uno puede llegar acceder a tantas cosas sin tener la necesidad de caer en este tipo de cosas que son ilegales, aunque a veces nos salvan vacíos muy grandes. Hay que preocupar buscar formas más formales. Y ahora, como directora, entiendo la importancia de que el cineasta pueda tener un ingreso, orden y mercado.
¿Cómo la pandemia ha afectado los planes de “Canción sin nombre”?
Hubo cosas en las cuales nos ha afectado. Todo lo que se canceló me da mucha pena. Había un tour presencial mío en Francia para el estreno. Este era un tour por toda la región de Occitania y otras ciudades del país, por supuesto. Se canceló mi viaje a Michigan, donde iba a dar unas clases que al final se hicieron por internet. Y luego de eso se cancela el estreno en Holanda y Bélgica, que ahora sí creo que se va a llevar a cabo en abril próximo. También el estreno en Italia que se supone que se reprograma para este 2021.
El origen de la canción
¿Qué te motivo a trabajar el tema del tráfico de menores y a contar una historia basada en un hecho real?
Es una reacción emocional, eso es lo más sincero que puedo decirte. Me conmovió emocionalmente y me pareció, en el momento que escuché la historia, devastadora. Me pareció que era como un retrato de la condición humana, de lo que los seres humanos son capaces de hacer. Hablaba de la más pura violencia y la oscuridad; y me recordaba temas como el esclavismo y genocidio. Era una especie de historia basada en cataclismos de la oscuridad. Uno parte por deshumanizar a una mujer o bebe recién nacido para apropiarse y convertirlo en objeto de compra y venta. Contar eso es como contar la historia de las guerras, de grandes procesos en los cuales deshumanizamos al otro y nos atrevemos a matarlo, venderlo, discriminarlo, hundirlo y destrozarlo.
¿Cómo fue esa investigación con “Canción sin nombre”?
El cásting en Villa el Salvador fue como la mitad de la investigación, duró seis meses y me permitió conversar muchísimo con la gente de la zona y escuchar sus historias. Nos fuimos dando cuenta que la gran mayoría de las personas que venían habían tenido una experiencia traumática durante los años del terrorismo, durante la guerra interna. Habían perdido a alguien o bien habían estado cerca de algún atentado, todos los que se atrevían a hablar de estas cosas habían tenido una experiencia de discriminación.
Por supuesto también estuvimos en la Biblioteca Nacional que nos ayudó para tener tanto para completar la historia en la que nos inspiramos, como el tema del tráfico de niños a principios de los 80, pero también el contexto de fines de esa década. De ahí sacamos este gran archivo, sacamos todas las fotografías para hacer una gran carpeta de imágenes según el guion. Te diría que la gran investigación fue eso y conocer también a una de las mujeres que entrevistamos y que fueron víctimas de este robo de sus hijos.
¿Crees que es importante que haya más producciones audiovisuales peruanas en donde lo andino debe prevalecer?
Claro. Todos los miembros del equipo de “Canción sin nombre”, salvo 2 o 3 excepciones, somos medios andinos o andinos totalmente; indígenas, o descendientes de indígenas. Es una cultura que, digamos, en nuestra sociedad limeña no se conoce mucho y no se valora. Entonces hay un gran desconocimiento de parte de todos, pero está ahí. Hablar de lo andino no es hablar de algo lejano y exótico, es hablar de nosotros.
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