Temía a los fantasmas, pero los “cazaba” en “Expediente Paranormal”. No le gustaban los deportes, sobre todo el fútbol, pero condujo el programa “Central Deportiva”. Odiaba arreglarse, pintarse y andar en tacos; pero fue coronada Miss Perú Universo 2015. “Soy fina, pero con esquina”, nos dice. A Laura Spoya (Lima, 1991) los retos le atraen. Ir contra la corriente le motiva. Es influencer, creadora de contenidos, ex reina de belleza, cocinera y ahora también actriz. “Prohibido salir”, la nueva apuesta cinematográfica de Sandro Ventura, marca su debut actoral en la pantalla grande.
Spoya Solano tenía 20 años y estudiaba Ciencias de la Comunicación cuando formó parte de un proyecto televisivo sobre temas paranormales. “Era la caza fantasmas, algo así como ‘Buffy, la cazavampiros’ (ríe). Acepté hacerlo porque siempre he sido aventada. Buscábamos fantasmas en cementerios y en otros lugares donde ocurren eventos sobrenaturales, como en la Municipalidad de Jesús María, donde antes se practicó la magia negra y realmente pasan cosas. Lamentablemente, este espacio nunca salió. Se quedó como piloto”, narra Spoya Solano, amante de lo místico y lo espiritual. “Creo en la energía de las personas, me encanta hacerme limpias, visitar chamanes. Antes de ir a México fui a Las Huaringas, un lugar donde está la magia”, señala.
Después de esa experiencia y motivada por un impulso revanchista más que por una vocación, Laura llegó a la televisión como narradora de un programa de deportes de CMD (Hoy Movistar Deportes).
“Nunca me gustó el futbol, pero en ese momento estaba con una persona que amaba ese deporte y me hizo un comentario que no me gustó. Me dijo que las mujeres no tenemos credibilidad para hablar de fútbol. Entonces, cuando me llaman de CMD para hacer un casting fui con todo el entusiasmo del mundo. En una primera prueba no me eligieron. La segunda fue la vencida. Pude demostrarme a mí misma que puedo hacer cosas diferentes así no estén dentro de mi zona de confort, así no me gusten”, comenta.
Como le ocurría con los deportes, los concursos de belleza tampoco despertaban su interés. Spoya no se sentía identificada con el glamour ni la moda, mucho menos con mantener ciertas normas de conducta. Sin embargo, obtuvo los títulos de Señorita Lima 2010, Miss Internacional 2010 y Miss Perú Universo 2015.
“En ese tiempo tenía el pelo negro y aretes en la nariz, en la ceja y en la lengua. Era emo. Fue la diseñadora peruana Maritza Mendoza, muy conocida en el mundo de las misses, quien me dijo que tenía potencial para ganar el concurso. Aunque reconoció que me veía como un chibolo, apostó por mí. Me bajó del skate y me puso tacos. Creo que fui como un proyecto social para ella (ríe). Y este funcionó. Llegué hasta el Miss Perú”, destaca.
─¿Cómo llegas al Miss Perú?
Me llamaron. Estaba viviendo en México. Ese año, Jessica Newton volvió como directora. A nosotras nos tocó ir contra viento y marea. No había auspiciadores. Fue un concurso austero. Mi chaperona era Cassandra Sánchez de Lamadrid y el guardia de seguridad era mi esposo (ríe). Él cargaba mi corona, veía que mi vestido no se arrastre, verificaba los hoteles. Nos ayudaba en todo. Por eso Jessica le puso el soldado Brian.
─¿Cuál fue el obstáculo más grande que encontraste en los reinados de belleza?
Los fanáticos de las misses. Algunos tienen comentarios muy ácidos. O te quieren, o te odian. A mí no me querían en lo absoluto. Decían que no debí ganar. En ese momento no estaba acostumbrada al ataque cibernético, ni a las críticas. Me chocó. Llegué al Miss Universo leyendo todos los comentario. Fue difícil.
─Tras un ampay con Renzo Costa, quien era uno de los jurados del Miss Perú, casi pierdes el concurso. ¿Qué pasó? ¿Es verdad que Jessica te recomendó retirarte de la competencia?
Más que poder perder el concurso, me molestó que mi integridad se viera dañada. Fue como dos días antes de la final. Fui a un festival importante de reggaetón, un género que me encanta. Jessica me dijo que no fuera, pero no le hice caso. Me fui bien camuflada. Y en el evento me encontré con Renzo Costa. Cada uno había ido por su lado. Lo saludé. Y eso fue todo. Alguien nos tomó una foto. Sospecho quién fue, pero prefiero dejarlo ahí. Y es cierto, Jessica me recomendó retirarme, pero no quise porque era como darle la razón a toda esa gente que insinuaba cosas falsas.
─¿Competirías en el Señora Perú?
Nunca digo nunca porque luego termino haciendo de todo. No le cierro las puertas a nada, siempre aprovecho las oportunidades, aunque ser reina es bien sacrificado, sobre todo para mí.
─¿Qué sacrificios tuviste que hacer para poder cumplir con la corona?
Tomé una postura distinta. Obviamente, el hecho de ser Miss Perú te obligaba a comportarte a la altura de título. Hasta mi tono de voz era distinto. Tenía que ser más suavecito, más lindo. Todo me tenía que gustar. No podía dar entrevistas controversiales ni ser detractora. Tenía que mantener una postura muy neutral. Realmente, no me sentía cómoda.
─¿Dónde sí te sientes cómoda?
En la comedia, en los stand up comedy, porque me río de mí misma. Cuando empecé a crear contenido para las redes sociales, los detractores de las misses decían que era una payasa, pero no me importaba. Confié en mi instinto por primera vez. Entendí cuán importante es ser tú misma porque encuentras quién eres realmente y qué quieres.
─¿Qué se necesita para poder tener una comunidad orgánica y grande como la que tienes en redes?
Tienes que sentarte a organizar tu mes entero y subir contenido constantemente. Antes subía todos los martes, jueves y domingos. La edición también es importante.
─¿Cómo recuerdas la etapa de “Esto es guerra”?
Me gustó mucho porque soy muy competitiva. Me obsesionaba con ganar. Siempre me ponían a competir con Ivana Yturbe porque era la otra Miss del equipo. Cuando llegaba con moretones, Jessica me decía: “Laura, por favor, tienes que dejarte ganar porque no puede ser que estés así”.
─Luego vino “El gran show”. ¿Volverías a bailar en ese programa?
No hay forma. Bailo espantoso. Lo daba todo, practicaba las cargadas, pero igual me salían mal.
─En “El Gran Chef: Famosos” estuviste como pez en el agua.
Ese fue mi programa favorito, porque me gusta comer, además mi esposo es chef. Me gustó tanto que me metí a estudiar comida peruana y mediterránea internacional. Me obsesiono con las cosas que me gustan.
─Eras una de las favoritas. ¿Te dolió perder? ¿Por qué crees que no ganaste?
Me dolió más perder “El Gran Chef”, que el Miss Universo. No gané porque me autosaboteé. La semana final me llené de miedo y nervios. Entraba a cocinar temblando y sentía que mi mente estaba nublada.
─Esta semana incursionaste en una nueva faceta. ¿Cómo se dio tu debut actoral en el cine?
El director Sandro Ventura me llamó durante la pandemia para participar en “Prohibido salir”. Le dije que nunca había actuado, pero me hizo ver que sí porque actúo en los videos que comparto, creo personajes. Entonces, acepté la propuesta y estoy feliz de haberlo hecho. Me gustó la experiencia.
─¿Te arrepientes por alguna decisión que tomaste?
De lo único que me he arrepentido en la vida es de no haber sido yo misma en el Miss Perú, tampoco en ‘En esto es guerra’, ni en ‘El gran show’, porque en ese momento todavía estaba muy metida en el rol de Miss. No sabía cuál era mi rumbo.
─¿En alguna ocasión tu vida estuvo en peligro?
La vez que estuve más cerca a la muerte fue cuando me di vueltas de campana en una camioneta. Tenía como 21 años, acababa de sacar mi brevete. Un día antes había pagado el seguro. Fue en la bajada a Cieneguilla. Me estrellé contra el cerro, pero, increíblemente, no me pasó nada de nada.
─¿Es verdad que un conocido actor te echó droga en la bebida para aprovecharse de ti?
No diré su nombre porque, realmente, no quiero entrar en controversia. Tenía como 19 años. Salí con él unas dos o tres veces. Recuerdo que estábamos en una previa para irnos a una discoteca. Él estaba con dos amigos. Solo tomé un pisco sour, pero al llegar a la disco comencé a ver todo nublado. Gracias a Dios en el baño me encontré con una amiga a quien no veía hace más de un año. Le dije que me llevara a su casa para llamar desde allí a mi mamá. Cruzamos la salida ya no recuerdo nada más. Dormí hasta el día siguiente. Imagínate lo que me hubiese pasado. Ahí corté todo vínculo con esa persona.
─¿Cómo conociste a tu esposo? ¿Cómo nació el amor?
Antes de conocerlo, yo quería ser la tía millonaria con gatos, que recibe a sus sobrinos en su casa. No creía en el matrimonio, era muy superficial. Mi esposo me vino a cambiar el chip. Él siempre quiso casarse, siempre vio en mí material de esposa. Conocí a Brian en México, justo el fin de semana que iba regresar a Lima para el Miss Perú. Me invitó a comer pizza en un puesto de la calle, con mesitas de plástico. Me encantó porque yo soy así. Fue la primera persona que no trató de impresionarme de ninguna forma. Luego nos despedimos, no hubo ni siquiera un beso, pero mantuvimos conversación por WhatsApp. Al poco tiempo vino a Lima, dispuesto a pedirle la mano a mi mamá. Me asusté porque a mí no me gustan los hombres intensos (ríe). Finalmente, nos casamos y tenemos dos hijos. Es el mejor hombre del mundo. Es mi amigo, mi compañero, mi cómplice.
─¿Cómo defines la maternidad?
Como algo caóticamente hermoso. Es muy difícil ser mamá.
─¿Cómo resumes esta etapa de tu vida?
No pensé que se me iban a abrir tantas puertas en esta etapa. De la mitad del año para acá estoy haciendo mil cosas y las abrazo con mucho cariño porque me permite salir de mi zona de confort. Es una etapa incómodamente feliz.