Después de enfrentarse a tres años de obstáculos en la compleja industria cinematográfica de Hollywood, el aclamado director de “Relatos salvajes” (2014), Damián Szifron, regresa al escenario internacional con su nueva película, “El Misántropo”, cinta que se sumerge en una visión crítica de los problemas culturales en Estados Unidos y que estará disponible desde este jueves 29 en todos los cines a nivel nacional.
MIRA: “Relatos salvajes”, el nuevo fenómeno del cine argentino
¿Cómo logra Damián Szifron plasmar una cultura que no es la suya? Ese fue el desafío del director argentino, quien no dudó en abordar temas sensibles como los tiroteos masivos para contextualizar la película en la actualidad, incorporando pequeños juegos narrativos similares a sus trabajos anteriores.
Aunque Szifron se ha consolidado en la industria cinematográfica con su aclamada película “Relatos salvajes”, su experiencia en Hollywood comenzó de manera abrupta con el proyecto “A Six Billion Dollar Man”, del cual se separó debido a diferencias creativas. “Cuento con cierto respaldo en Argentina que no necesariamente tuve en Estados Unidos”, comenta el director, quien en esta nueva película tuvo un mayor control sobre el resultado final. “Es una película en la que, exceptuando el título en inglés, defiendo de principio a fin y que refleja mi visión. Tuve que luchar incansablemente para lograrlo”, agrega.
La historia se desarrolla en la ciudad de Baltimore donde una serie de asesinatos estremecen la noche de Año Nuevo. El veterano agente regional del FBI, Geoffrey Lammark (Ben Mendelsohn), se une a la agente novata Eleanor Falco (Shailene Woodley) para enfrentar el desafío de descubrir al responsable detrás de los tiroteos masivos. Sin embargo, su mayor obstáculo no será el enemigo externo, sino los propios aliados dentro de la institución. “Dentro de la trama que estoy narrando, muestro el mal que perseguimos, pero también el mal que se encuentra dentro de la misma institución”, comenta el director en entrevista con El Comercio.
El otro asesino
Aunque la película mantiene la estructura del juego del gato y el ratón, al igual que películas icónicas como “El silencio de los inocentes” (1991), Szifron se aleja del típico asesino en serie como antagonista y lo reemplaza por un personaje solitario y antisocial que opera de manera diferente. “Los crímenes que solíamos presenciar en los años 70 y 80 han evolucionado, ahora estamos viendo estos espeluznantes asesinatos en masa”, agrega.
Por su parte, Dean (Ralph Ineson) es el antagonista que se convierte en víctima de una sociedad que, a través de sus padres, lo llevó a apartarse de la sociedad y a recluirse en pensamientos antisociales que se reflejan en los eventos que desencadenan la trama de la película. Ya no es un Buffalo Bill extravagante y perturbado, sino un hombre tranquilo que no encuentra otra solución que hacer el mal para resolver problemas que nunca pudo o no supo abordar correctamente.
MIRA: Darín: “Nada me atemoriza como mi propia violencia”
Además de abordar los crímenes, el director también trata temas como el racismo, la xenofobia, la corrupción y el abuso de autoridad presentes en la cultura estadounidense, otorgando una mayor profundidad a los personajes. Evitando caer en la simplificación de buenos y malos, Szifron retrata a los personajes principales en una zona gris, donde sus problemas personales los llevan a cometer errores cada vez más graves, difuminando los límites entre ellos.
Son estas decisiones las que finalmente cierran el arco de cada uno de los personajes, aunque no necesariamente como uno esperaría. La película encuentra momentos sorprendentes, pero la paleta de colores, que refleja de manera efectiva el ambiente invernal, no contribuye a la creación de impacto en los momentos clave de la narración donde se requiere.
La película invita a la reflexión, aunque en ocasiones se vuelve discursiva y no logra mantener el interés del espectador en la protagonista, quien a menudo se ve opacada por personajes secundarios como Lammark (Ben Mendelsohn). Por otro lado, la decisión de abordar varios temas de carácter social resulta adecuada para el director, ya que busca abarcar mucho sin caer en reduccionismos. “Si pudiera resumir la película en una frase o palabra, entonces no sería necesaria”, subraya el director.