De “El Padrino” (1972) podrían mencionarse muchas razones que la convierten en un clásico cercano a la perfección: la notable dirección de Francis Ford Coppola, para empezar; las actuaciones de Marlon Brando, Al Pacino, Diane Keaton, Duvall, Caan, Cazale; su trama sobre la ambición y el poder, que la hace tan vigente y universal; o la música de Nino Rota y la fotografía de Gordon Willis.
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Pero es también una película enorme y memorable por la cantidad de escenas que han quedado para la posteridad. Prueba de ello es que les pedimos a varias figuras locales que eligieran su secuencia favorita y, salvo una excepción mencionada dos veces, todas fueron escenas diferentes.
Sirva este repaso de algunos momentos cruciales de “El Padrino” para celebrar sus 50 años y el reestreno de su versión remasterizada en pantalla grande, a partir de este jueves 24 de febrero. Una oportunidad para no rechazar.
Fernando Ampuero (escritor)
El favor de Bonasera
“El Padrino” es una película redonda por diversas razones (guión, dirección, música, actuación, cinematografía, vestuario, decorados, montaje), pero, sobre todo, porque está llena de escenas memorables. La escena inicial, la de la boda, donde Coppola muestra a la mayoría de los personajes, incluye un aparte que fija la premisa de la historia. Uno de los invitados, tras pedir audiencia a Don Corleone en su despacho privado, narra la brutal golpiza sufrida por su hija al negarse a ser ultrajada. El padre acudió a los tribunales y los agresores quedaron libres, con prisión suspendida. El Padrino le reprocha por no haberlo buscado antes, pero le pregunta: “¿Qué es lo que quieres?” El invitado responde: “Justicia”. Y en ese momento se define el eje dramático que moviliza a un sector de la humanidad menos favorecida, aquel que recurre a un sistema paralelo al legal, tanto para reparar la honra mancillada como para obtener desagravio y respeto, aunque, a la larga, muchos terminen enlodados por ese poder en las sombras.
María Eugenia Ulfe (antropóloga)
Un pacto de lealtad
La primera escena es clave para comprender la historia y el desenlace de la trama. Establece de forma verbal y simbólica la manera como se celebran los pactos y lealtades en la mafia. He usado esta escena en cursos para explicar a estudiantes de antropología cuestiones sobre parentesco (compadrazgo), ritualidades que consagran las lealtades (en este caso cuando Bonasera se agacha a besar el anillo y llama “padrino” a Don Corleone) y subordinaciones. La lealtad queda sellada en ese pacto. ¿Cuánto de esto hemos visto en otros videos sobre corrupción, por ejemplo cuando Montesinos recibía a grandes personajes en la sala del SIN o hacía que oficiales de nuestras Fuerzas Armadas firmen lealtades? Es una escena que sirve también para comprender el funcionamiento, la jerarquía y el sistema de las mafias y la forma en que se extiende la corrupción.
Alejandro Neyra (escritor y diplomático)
La escena del caballo
Tras mostrar su mansión y su semental de 600 mil dólares, Woltz rechaza contratar a Johnny Fontane (y por tanto se condena, que es lo que hace quien no acepta una propuesta de Corleone). En su habitación se llega incluso a ver un Óscar en la mesa de noche. Woltz tiene todo lo que se puede desear, pero ver la cabeza de Khartoum en medio de su propia sangre, le y nos demuestra que aún desde el poder (aparente) se es siempre vulnerable. El grito de Woltz es como el de Munch, un brutal ‘memento mori’.
Claudio Cordero (crítico de cine)
El atentado al Padrino
Ocurre a plena luz del día, en el mercado donde Vito Corleone compra frutas y verduras para llevar a su familia, haciéndolo parecer un caballero inofensivo de la tercera edad, un personaje ajeno a la violencia que está a punto de reventarle en la cara, salvo por sus reflejos para intuir una amenaza de muerte e intentar esquivarla. La larga y lenta caída al piso de Marlon Brando, abatido frente a su coche, es un soberbio gesto estético, replicado inmediatamente por una imagen extraordinaria de patetismo e impotencia: el llanto de su hijo Fredo, incapaz siquiera de ceñir un arma de fuego. Gracias a su torpeza y frágil humanidad, John Cazale hace que la escena sea aún más dolorosa de ver.
Melina León (cineasta)
Padre e hijo cara a cara
“Michael, nunca quise esto para ti”. Esa escena aparece hacia el final, cuando el Padrino le confiesa a su hijo Michael que siempre soñó que fuese un diputado o un gobernador, un pez gordo de la vida “decente” que él no pudo tener, pero a la cual nunca tuvo que rendirse como una marioneta. La sobriedad de la actuación y la puesta en escena de esta especie de confesión la hacen aún más conmovedora.
Lucho Cáceres (actor)
Tessio, traidor atrapado
Es muy difícil elegir una escena, pero me gusta mucho esta por su sutileza. Acá Tessio (Abe Vigoda) va al cadalso sin gesto alguno. Le mira los ojos a Tom (Robert Duvall), se da cuenta de que no va a ir en el mismo carro, e inmediatamente acepta su destino. “Dile a Mike que lo hice solo por negocios, que siempre me cayó bien”, le dice a Tom. Y cuando parece que ahí queda la cosa, lo vuelve a mirar para decirle “¿Puedes ayudarme? Por los viejos tiempos”. Me gusta la escena por cómo resalta los códigos. Porque Tessio, aunque empezó desde muy joven junto a Don Corleone y Clemenza, ahora tiene que pagar su traición. Hasta a mí me dolió.
Rossana Díaz Costa (cineasta)
El bautizo
Es en realidad una gran secuencia compuesta de varias escenas que suceden en paralelo luego de la muerte de Vito Corleone y que son el clímax de esta obra maestra del cine. La secuencia combina la religiosidad y la sacralidad con la violencia, la muerte y el mal, el sacramento religioso con el sacramento criminal. De un primer plano del rostro del niño bautizado pasamos a un primer plano de una metralleta y los valores de plano que le siguen son los mismos en mundos opuestos y todo cargado de una gran simbología. La música de Nino Rota es un elemento que aporta todo el sentido final de esta secuencia, mientras le hacen la pregunta a Michael Corleone: ¿Crees en Dios? Sí, dice él. ¿Renuncias a Satán? Sí. Pero la música se hace cada vez más siniestra hasta llegar al tritono, que en la Edad Media pensaban que era el sonido del diablo. Y sí, el diablo ha entrado en Michael Corleone, que es el padrino de un niño que él mismo dejará luego huérfano. El niño llora mientras todos mueren en la escena que va en paralelo. Es la secuencia que nos anuncia qué tipo de Padrino será Michael y el símbolo se completa con la vela final en su rostro, la vela de todos los difuntos. La secuencia es perfecta en su brutalidad y simbología, en sus correspondencias visuales. Por eso la recuerdo perfectamente a pesar de los años que han pasado desde la última vez que vi esta maravillosa película.
El dato
- La versión remasterizada de “El Padrino”, primera entrega de la trilogía de Francis Ford Coppola, se estrena en salas de cine peruanas este jueves 24 de febrero.
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