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"Eraserhead" (1977). Viaje inaugural del director David Lynch hacia lo onírico y grotesco.
Redacción EC

El tópico de "pueblo chico, infierno grande" es trastocado por fuerzas misteriosas en "Twin Peaks", obra maestra del cineasta David Lynch, que está de regreso a la pantalla con una temporada más de uno de sus trabajos más emblemáticos.

Sin embargo, Lynch siempre se ha caracterizado por tener una visión particular y cada una de sus producciones se ha impregnado un sello bastante característico. En esta galería repasamos sus trabajos y hacemos un poco de historia sobre el contexto en el que se estrenaron.

"Eraserhead" (1977)
Viaje inaugural del director David Lynch hacia lo onírico y grotesco. Henry Spencer (Jack Nance) tiene pesadillas que lo mantienen en un nerviosismo permanente. Un día, Mary X (Charlotte Stewart) le revela que ambos son padres de una criatura extraña. La fotografía en blanco y negro de la cinta roza la abstracción y parece que no hay significados definitivos en cada fotograma. Lo que es seguro es que "Eraserhead" invoca miedos profundos.

"Terciopelo azul" (1986)
La imagen de una oreja humana hallada en el pasto obsesiona a Lynch. Para exorcizar esa fijación, el director construye una película. En "Terciopelo azul", una investigación policial llevará a los protagonistas a contemplar los bajos fondos de las ansias y los desvaríos de los seres humanos (el cine de Lynch siempre abre atajos). Dennis Hopper encarna a un psicópata inolvidable e Isabella Rossellini canta para la posteridad.

"Mulholland Drive" (2001)
Es acaso la obra maestra de Lynch. Misterio, sensualidad, horror, belleza e inmersión en el inconsciente dan forma a esta película insuperable. Rita (Laura Harring) sufre un accidente de tránsito y queda amnésica. Ella conocerá a Betty Elms (Naomi Watts), una aspirante a actriz que la ayudará para saber qué pasó y descubrir quién es de verdad. Los caminos conducen a algo parecido al infierno (es decir, Hollywood).

"Inland empire" (2006)
Una propuesta hipnótica no apta para las personas habituadas a las convenciones narrativas del causa-efecto. Aquí Lynch lleva a un extremo sus ganas de romper cualquier sentido de la lógica. En "Inland Empire", las visiones de una actriz (Laura Dern) se distorsionan mientras participa en un rodaje. Las angustias de la protagonista se abisman y la película parece saltar de una dimensión a otra.

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