Cuando era niño, Iván Orlic soñaba con descubrir la cura a una enfermedad. Ciertamente, todas las personas cercanas a él creían que lo lograría. Biólogo genético de profesión, se graduó en Estados Unidos y tiene publicaciones en revistas especializadas junto a la Sociedad Americana de Pesca. Sin embargo, como una historia alterna sacada del metaverso, su vida se volcó hacia uno de los destinos más improbables: productor de cine.
Ahora, tras ganar el premio a Mejor Documental en los Environmental Media Awards [ceremonia más importante de Estados Unidos en relación con la conservación ambiental], y consolidar su productora Seine Pictures en Hollywood, el cineasta peruano conversó con El Comercio sobre sus inicios en el séptimo arte, los primeros fracasos, la experiencia de realizar el biopic de Pelé, y más.
“Terminé un posgrado de Oceanografía y Biología Marina en Universidad del Sur de Florida y, aunque fue muy interesante y pudo satisfacer mi curiosidad, era una carrera que no me permitía la expresión creativa que yo necesito y que finalmente encontré en el cine”, comenta Orlic sobre su alejamiento de la ciencia.
No fue un cambio inmediato. Antes de hallar su camino, estudió Negocios en la Escuela de Economía de Londres, donde conoció a un joven suizo apasionado por las películas y la dirección artística que le contagió la “loca idea de dedicarse al cine”. Atacado por la curiosidad, abandona todo para mudarse a Los Ángeles, la ciudad estadounidense con más producciones cinematográficas por año. Su instinto académico lo conduce a estudiar Improvisación y Técnicas de Actuación en The Second City Conservatory, a la par que llevaba cursos de Producción Cinematográfica en la Universidad de California.
“Trataba de convencerme de que esa vida no era para mí”, acepta entre risas. Él cuenta, como si fuese poca cosa, que logró realizar en año y medio casi 60 presentaciones en el teatro. Nada mal para el entonces joven y tímido científico. “Empecé a hacer muchos amigos actores en Los Ángeles y todos me recomendaban que me dediqué a la producción, porque te da la oportunidad de tener más control sobre tu camino. Mi padre y mi abuelo habían sido emprendedores y ese espíritu me hizo decidir a abrir mi productora, Seine Pictures”.
El nombre se lee como el río Sena en inglés, y también es el tipo de red que se utiliza en el Perú para la pesca de anchoveta; un homenaje sutil a la industria en la que estuvo su familia por muchos años.
La mejor cara del fracaso
Por buena suerte, o por buen gusto, el primer proyecto que seleccionó Orlic fue “El asesinato de un gato”. Este, estuvo mucho tiempo en la mira de la directora Gillian Greene, esposa de Sam Raimi (director de la primera trilogía de “Spiderman”). “(Ella) tenía sus ojos en el mismo guion que yo. Entonces me contactaron y terminamos haciéndolo juntos”. Es así como la cinta vio la luz en 2014. El peruano estaba satisfecho de ver su primera película independiente estrenarse en el Festival de Cine de Tribeca, pero la crítica no pecó de benevolente, y sepultó el proyecto.
Su incursión en la cinematografía no había hecho más que iniciar. Gracias a los contactos obtenidos en esta primera cinta, había conocido a otra joya de Hollywood, el productor y ganador de un Óscar, Brian Grazer; con quien se unió para coproducir la, ahora sí, celebrada película “Pelé: el nacimiento de una leyenda” (2016).
También desempeñó como productor ejecutivo de la trilogía “Intrigo”, basada en la saga homónima de Hakan Nesser y dirigida por Daniel Alfredson. Posteriormente, trabajó en la comedia “The Space Between” (2021), su primera cinta en ser adquirida por una gran distribuidora: Paramount Pictures.
"El cine es un arte colaborativo, sin la familia de cada película, no exististe realmente".
Iván Orlic , productor peruano.
Volviendo a las bases
Orlic había demostrado que, para un peruano, vivir en la meca del cine no era una utopía. Aunque tras un ejercicio de introspección, notó que había perdido su noción sobre los valores e ideales que perseguía. Él explica: “En ese tiempo hubo ciertos problemas de salud con mi hermano, que me hicieron reconsiderar mi perspectiva. Decidí incorporar a mi carrera documentales que toquen temas que siento que deberían sobresalir más [como problemáticas sociales]”.
Así surge “Comiendo nuestro camino a la extinción”, un proyecto que unió su carrera de científico con su carrera actual de cineasta. El documental expone las prácticas completamente insostenibles de la industria de proteína animal en el mundo, y explica cómo su insaciable demanda está acelerando la extinción de recursos en nuestro planeta.
“Me asocié con uno de los empresarios más importantes del mundo, Richard Branson, quien, junto a varios activistas de Inglaterra, financiaron el proyecto. La misión es hacernos concientizar sobre nuestras decisiones individuales que colectivamente tienen un efecto importante en el mundo”.
El film de nuestro compatriota ganó el premio a Mejor Documental en los prestigiosos Environmental Media Awards (EMA) en octubre, tras haberse exhibido por varios meses en la plataforma de Amazon Prime.
El éxito se debió en buena parte gracias al apoyo de varias celebridades, como la actriz Shailene Woodley, quien dijo que era “una de las películas más hermosas que ha visto en su vida”, y otras estrellas como Leonardo Di Caprio, Billie Eilish y Paul McCartney.
Orlic y su equipo trabajan ahora en doblar la cinta en varios idiomas y publicarlas gratuitamente en YouTube, plataforma donde ya ha sobrepasado el millón de visitas. “La narración en español con público objetivo en Europa hecha por el actor español Carlos Bardem ya está disponible y desde el primero de noviembre, se lanzará el doblaje con la voz del presentador mexicano Marco Antonio Regil”.
Lo que se viene
Tras varios años de experiencia, el cineasta considera que su productora debe escoger sus proyectos basados en la afinidad que sienta con la conforman. Es cierto que el ingrediente sustancial en una cinta o documental es historia que se cuenta, pero para él, “el cine es un arte colaborativo, sin la familia de cada película, no exististe realmente.” Por esa razón, su catálogo podría calificarse como “ecléctico” o muy diverso.
Su último proyecto, “Invisible Nation” refleja todas las experiencias aprendidas hasta el momento. Junto a la directora Vanessa Hope, el nuevo documental contará la historia de Taiwán, su condición actual y geopolítica, pero especialmente dará voz a las personas de dicha nación que buscan la libertad de expresión tras la censura política.
“No queremos generar posicionamientos políticos, pero pensamos que todas las personas, en cualquier parte del mundo, tienen el derecho de vivir con libertad, seguridad y si así lo desean, autogobernarse de manera democrática”, expresa sobre el filme que aún se encuentra en post-producción.
Orlic acepta que gran parte de sus éxitos se los debe a sus privilegios, pero también a su perseverancia. Espera tener la oportunidad de que en algún momento pueda traer sus conocimientos a su natal Perú, y por qué no, formar escuela entre los más jóvenes.
Por lo pronto, reconoce el trabajo de los cineastas peruanos que lograron películas como “Retablo”, que le parece, es una demostración más de que “no es necesario salir del país para hacer gran cine”.
“Con los recursos que tengamos, sea incluso la cámara de un celular, podemos empezar a contar historias. Si puedes demostrar que eres capaz de hacerlo, es una buena manera de argumentar que deben darte otras oportunidades con más recursos”, finaliza.
A puertas de cumplir los 40 años, el productor ha demostrado que esa es su fórmula para escalar cada vez más en el competitivo mundo de Hollywood, aquel que muchos consideran inaccesibles, pero que como él comenta que alguna vez le enseñó Pelé: “Para lograrlo primero tienes que soñarlo”.