Los Rolling Stones, los Beatles, la experiencia LSD, el nacimiento de los hippies, Cuba, Vietnam, los derechos civiles. Todo eso sucedía en 1966, pero a dos hombres parecía no importarles el mundo que se agitaba más allá de las pistas. Si por ellos fuera, podría haber explotado todo en mil pedazos, siempre y cuando no afectara sus quehaceres.
► “Joker” se ríe y danza mientras supera los mil millones en las taquillas
Y es que el suyo era un mundo de exacerbada competitividad, velocidad desaforada y extremos desafíos, en una obsesiva carrera por el éxito. Eran Carrol Shelby (Matt Damon) y Ken Miles (Christian Bale), pilotos, pero también responsables de desarrollar autos que protagonizaron una época que llevó su sello en cada curva, mientras marcaban el fin de la hegemonía absoluta de Ferrari.
En tiempos de rivalidades más humanas, como la de Nadal y Federer o la de Messi y Cristiano Ronaldo, es necesario contextualizar una confrontación que, si bien se originaba en las ideas de dos hombres obsesivos, tenía como verdaderas protagonistas a las máquinas.
► “Frozen 2”: ¿Qué dicen los críticos del regreso de Anna y Elsa?
A mediados de los 60, Shelby y Miles se embarcaron en la misión de construir, desde cero, un automóvil audaz y poderoso, que pudiera ser capaz de derrotar a Ferrari –absoluto dominador de la competencia- en las 24 horas de Le Mans en 1966. Para ello, contaron con la bendición de Henry Ford II y Lee Iacocca –recordado por su decisivo papel en la popularización del Mustang-, cabezas de Ford Motor Company por aquellos años. Fue un enorme reto para diseñadores, mecánicos e ingenieros, que emprendieron, literalmente, una carrera contra el tiempo para conseguir algo que muchos pensaron imposible.
¿Por qué? Porque hasta 1966 casi no había quien compitiera con Ferrari en la célebre carrera de resistencia francesa que se inició en 1923 y se corre hasta hoy. Con distintos modelos de autos, la marca del Cavallino Rampante había ganado todo entre 1958 y 1965, con una sola excepción: en 1959, el Aston Martin DBR1 piloteado por Carrol Shelby y Roy Salvadori les rompió la racha y se llevó el triunfo. Tras saborear lo que era derrotar alguna vez a Goliat, David/Shelby quería repetir la experiencia, aunque esta vez él fuera responsable del diseño y los pilotos de la marca fueran las parejas Ken Miles/Denny Hulme y Steve McLaren/Chris Amon, que vivieron una particular polémica en la final de Le Mans `66 que le agregaría más ingredientes a una ya poderosa leyenda automovilística. Es necesario agregar algo más: si bien Shelby fue quien concibió la máquina, la enorme capacidad de Miles fue decisiva para convertir al auto en construcción en un imparable misil de cuatro ruedas.
DULCE Y VELOZ
-"¿Cuánto tiempo les pediste? ¿200, 300 años?"
-90 días
A esta respuesta le siguieron sonoras carcajadas de incredulidad.
Miles le hizo esta consulta a Shelby en una escena del filme, porque él también creía que la tecnología, el diseño y la aerodinámica de los modelos de Ferrari superaban con creces a lo que podría ofrecer Ford. Pero Shelby se tenía fe. Tras dejar las carreras por un grave problema al corazón a fines de los años 50, había sabido reinventarse tras bastidores y ahora estaba listo para enfrentar al más grande. "Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo", escribió Novalis. Shelby lo puso en práctica.
Tenía, además, la presión adicional de Henry Ford II: no solo quería ganarle al fabricante multicampeón, quería darle una lección a Enzo Ferrari, su fundador. Él, en 1963, había dado señales a Ford de que quería vender su empresa e, incluso, inició negociaciones con un emisario suyo. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, Ferrari decidió, intempestivamente, que no quería perder el poder sobre su fábrica hija, vendiéndosela a su competidor. Ford se quedó con los crespos hechos. La sangre en el ojo tras lo que consideró una derrota, hizo que se decidiera a lograr una máquina capaz de vencer y ridiculizar al oponente que, según él, lo había humillado. Era competencia y, al mismo tiempo, revancha. Así, después de un arduo trabajo, nacería el hoy célebre Ford GT40, que obtendría cuatro triunfos seguidos en Le Mans. Claro está, la verdadera historia del antes, durante y después de una competición legendaria es mucho más compleja, llena de intrigas, sospechosas decisiones, reacciones desbordadas y muchísima obsesión. De todo eso trata “Ford v. Ferrari” (“Contra lo imposible”).
Aunque en un principio los papeles principales iban a ser interpretados por Brad Pitt y Tom Cruise, finalmente fueron Bale y Damon quienes se hicieron con ellos. A decir de los primeros comentarios –vale recordar que los críticos son los primeros en ver las películas antes de su estreno oficial- la decisión fue más que acertada y, aunque Joaquin Phoenix parte desde ya como favorito en la categoría de Actor principal, alguno de ellos podría obtener, al menos, la nominación al Oscar. La película ha sido dirigida por James Mangold, recordado por títulos como "Tierra de Policías", "Logan" o "Walk the Line", inspirada en la vida del cantante Johnny Cash. "'La película permite al director rodar algunas de las escenas más espectaculares de la historia del género, pero es el corazón de sus personajes lo que eleva a la película a ser un entretenimiento de primera.", ha escrito Daniel Martínez Mantilla, de Fotogramas. Para Gregory Ellwood, de The Playlist, "Mangold ha logrado algo que sólo consiguen los mejores dramas históricos: te mantiene toda la película pegado a la silla."
"Contra lo imposible" deja claro que son importantes las máquinas y la velocidad, pero el corazón y la locura de hombres como Shelby y Miles son lo realmente decisivo en esta historia. Como bien dijo hace unos días Christian Bale, "Los excéntricos son los únicos que hacen el progreso a lo largo de la historia de la humanidad".
OTRAS HISTORIAS SOBRE RUEDAS
NIKI LAUDA Y JAMES HUNT
Esta fue una de las rivalidades más mediáticas de los años 70. Fue llevada al cine en la película Rush (2013), dirigida por Ron Howard, con Daniel Brühl y Chris Hemsworth como protagonistas. Niki, austriaco y con pocas habilidades sociales y, por decirlo menos, un peculiar carisma, era uno de los mejores pilotos del mundo. Hunt, británico, popular y playboy, también era un ganador. Lo único que hizo una diferencia entre ambos fue el accidente que, tras graves quemaduras, postró a Lauda, aunque solo momentáneamente. Esta es una historia de rivalidad, sí, pero también de respeto y superación.
AYRTON SENNA Y ALAIN PROST
Aunque esta rivalidad en la Fórmula 1 mantuvo la tensión competitiva entre fines de los 80 y mediados de los 90, hubo bastante nobleza entre ambos, quizás porque también fueron compañeros de equipo en la escudería McLaren, entre 1988 y 1989. Senna, ídolo en Brasil ya desde antes de su trágico accidente en Imola; Prost, francés, uno de los pilotos más exitosos de todos los tiempos. "Puedo llamarlo amistad porque cuando hablas con alguien de tu vida profesional y personal, de tus preocupaciones y tus problemas… Siempre dije que conozco algunas cosas que nunca voy a compartir. Nunca le dije nada a nadie, así que puedo decir que era mi amigo, aunque no me reunía con él con mucha frecuencia", ha dicho recientemente Prost sobre el tema. Ambos hablaban por teléfono dos veces por semana. Su rivalidad propició que Prost se mudara a Ferrari en 1990, iniciando una serie de enfrentamientos en carreras disputadas y polémicas. Sin embargo, cuando Senna murió en 1994, Prost fue uno de los que llevó su ataúd, en señal de respeto y admiración.
MIKA HAKKINEN Y MICHAEL SCHUMACHER
El siglo no podía terminar sin otra confrontación legendaria. El finlandés volador contra el káiser alemán. Uno de los episodios más llamativos tuvo lugar en el Gran Premio de Macao de 1990, un torneo de fórmula 3 que los vio pugnar metro a metro y curva a curva por el primer lugar hasta que un golpe entre ambos dejó a Schumacher con un alerón roto, pero en primer puesto, mientras Hakkinen, con el auto ya detenido a un lado de la pista, salía de él tirando los guantes al suelo como muestra de enfado. Otros episodios tuvieron lugar en la pugna por el título en 1998, 1999 y 2000, reflejada de manera precisa en el Gran Premio de Bélgica ese mismo año, cuando Mika Hakkinen protagonizó el llamado “mejor rebase de la historia” y venció a Schumi en aquella carrera. A fin de año, sin embargo, el alemán sería campeón del mundo por tercera vez.