Nueve años después del fenómeno que desató “Mad Max: Fury Road”, el cineasta George Miller retorna a uno de sus personajes más queridos con una historia que llena huecos en la saga e intenta contar una historia propia. ¿Pero qué cosa exactamente quiere contar? Eso es algo en lo que la película no se decide.
En medio del Apocalipsis, la niña Furiosa (Alyla Brown) es capturada por la Horda de Motociclistas liderada por Dementus (Chris Hemsworth), quienes esperan que ella revele la ubicación de su hogar. Ella ve morir frente a sus ojos a Mary Jo Bassa, su madre. Eventualmente, Dementus la vende a Immortan Joe (Lachy Hulme) de la Ciudadela, quien espera convertirla en su esposa algún día. Furiosa escapa y se camufla entre los operarios de maquinarias, haciéndose pasar por hombre.
Años después, una Furiosa adulta (Anya Taylor-Joy) intenta conoce a Pretorian Jack (Tom Burke), conductor del mejor camión de la Ciudadela que le enseña todo lo que sabe. Eventualmente, ambos entran en conflicto con Dementus, quien busca hacerse con el poder de todo el imperio de Immortan Joe. Se desata una guerra en la que Furiosa, en medio de toda la masacre, elige su destino.
Una película sin foco
¿Qué es lo que Furiosa pretende en esta película? Se entiende que es volver a casa, es lo que mueve la historia; ella lleva el plan literalmente escrito en la piel. En cambio, lo que la conecta a la audiencia es la venganza contra sus enemigos; así parece por todos los problemas que estos le hacen pasar en el extenso prólogo, por las miradas que ella les dirige, que se posan en Dementus con frialdad.
Pero ni el retorno a casa ni la venganza se convierten en el foco de la película, que se debate entre ambas tramas y no le da a fuerza a ninguna. Cuando la protagonista se libra de sus captores, el guion salta en el tiempo y el deseo que ella debería tener por cumplir su misión se ha diluido. ¿Qué ha hecho por tantos años? Se entiende que sobrevivir. ¿Cómo la ha cambiado la vida? No queda claro, salvo que el impulso que la película demoró en alcanzar con ese inicio se vació.
No ayuda que la película esté dividida en capítulos, lo cual atenta contra el ritmo: lo que empieza lento frena en seco, luego quiere acelerar, pero choca contra las limitaciones propias de una precuela. Pero dentro de esta jaula autoimpuesta hay amenidades, empezando por la performance de Chris Hemsworth, al que por fin le dan un papel interesante, un tipo cruel pero divertido, sin llegar a la parodia (no es un Dante Reyes en “Rápidos y Furiosos X”). Hay dignidad en su performance como un sujeto de conducta infantil.
Por su parte, Anya Taylor Joy encarna a una Furiosa correcta, aunque sin ofrecer la performance cruda que se esperaría de la película. Sí, el personaje ha sufrido como pocos, pero su rostro no termina de vender lo que el guion cuenta por un par de horas. Ha corrido la noticia de que este rodaje fue un pequeño infierno para sus actores, aunque sin llegar a los extremos que vivieron Charlize Theron y Tom Hardy en la cinta del 2015; pero al parecer eso no se tradujo en una mejor performance por parte de la actriz argentina.
Visualmente, “Furiosa” es notable. Planos muy bien cuidados, lo mismo que en la iluminación y el uso del color. También en el montaje y cámara, que se complementan bien con esos zooms violentos. Su estilo bebe de “Fury Road”, pero lo visual no termina de casarse con esta narrativa más pausada. Por momentos parece que Miller quiere tener ambas cosas, el ritmo acelerado y los momentos reflexivos, pero no lo consigue. El resultado es una película que no sabe lo que quiere ser, que termina haciendo lo que puede antes que lo que debe.
CALIFICACIÓN
3 estrellas de 5
“Furiosa de la saga Mad Max” está disponible solo en cines.