La define con dos palabras: atrevida y divertida. “Cosas de amigos”, el nuevo proyecto fílmico de Giovanni Ciccia, esta vez en la silla de director es una comedia sobre la crisis que estalla al interior de grupo de amigos cuando uno de ellos decide vivir su sexualidad abiertamente. “Cuando le cuenta a sus patas que es gay y pide el apoyo emocional que corresponde, uno de ellos, el más conservador, decide “curar” a su amigo de aquella supuesta “enfermedad”, explica el director. A partir de allí, se desatan una serie de situaciones cómicas que llevarán al grupo por diferentes etapas emocionales que les ayudará a reinventar la amistad.
“Es una linda historia con un mensaje inclusivo, pero sobretodo muy divertida”, explica el actor, quien esta semana ocupa ya la silla de director contando con Rodrigo Sánchez Patiño, Bruno Ascenzo, Oscar López Arias, Emilia Drago y Gisela Ponce de León como protagonistas. Ciccia confía que será un rodaje rápido de 3 semanas (”el presupuesto siempre es ajustado", confiesa), y que estrenará en la segunda semana de setiembre.
Vistos los resultados electorales, tenemos que dos de los congresistas más votados uno representa un ex militar machista y el otro a un defensor de los derechos de la comunidad LGTBI, ¿Cómo ves esa división de un país?
Somos un país fragmentado, el Perú su funda así justamente. Es interesante que revisemos esto, ahora que estamos a las puertas del Bicentenario. chequear esa historia nuestra. No somos incas ni españoles, siempre estamos al medio, negando nuestro origen. No sabemos bien a dónde pertenecemos. Me parece lógico que pase esto. Y pasarán muchos años más para llegar a un consenso. Más allá de lo que creamos o lo que nos haga sentir cómodos, creo que hay algo innegable: la libertad, y el derecho de vivir feliz. Y la película habla de eso: "Ok: no comparto tu forma de vida, pero puedo convivir contigo, y puedo entenderte y acompañarte. Puedo ser empático contigo. Y ser felices todos.
Es un filme sobre nuestra forma de entender la masculinidad...
Hay escenas en una cancha de fútbol, son chicos que pichanguean, hay escenas en un bar, no es una película de hombres o de mujeres. Mi intención es hacer una película de amigos, y cómo interactúan. Pero obviamente, en conflicto principal es entre dos patas.
Django, cerrando el círculo
¿Que ha significado para ti cerrar “Django”? Si es que piensas cerrarlo, claro.
Por un lado una alegría y gigantesco agradecimiento. Es un personaje que me ha acompañado casi veinte años. Casi la mitad de mi vida dándole vida a un personaje, y reinventándolo y reconociéndolo en varias etapas de su vida. Es un regalo que cualquier actor podría soñar tener. Eso me ha permitido trabajar, disfrutarlo, tratar de hacerlo cada vez mejor. Pero por otro lado, un poco de pena, se cierra un círculo. La trilogía ha quedado redonda, sin quererlo porque nunca se pensó hacer una trilogía. Y creo que cada película ha sido mejor que la otra.
Pienso en la trilogía de John Wick, en que una película le sigue a la otra temporalmente en su lógica narrativa. En tu caso, cada película le lleva a otra 10 años, es el proceso de la vida.
En la tercera, por la que me llevo el premio Luces, es el Django más triste de todos, el más acabado, el más deprimido. Es un hombre que dice, “yo salgo de la cárcel solo muerto”. Ya abandonó, tiró la toalla. Pero la vida le recuerda que tiene un hijo más y que tiene que terminar de contar su historia. Incluso al final de la película, Django se va casi como un fantasma. Está públicamente muerto. Es muy interesante y muy ‘feeling’. El tiempo permite que cuentes algo distinto de un personaje distinto, pero que siempre guarda una misma esencia. Django, desde “La otra cara” hasta “En el nombre del hijo”, es un hombre que lucha por salir adelante, por no olvidar un pasado, por defender a la familia. Pero el entorno, su pasado, sus mismas acciones lo traicionan. De alguna manera, es la vida de todos.
¿Y cómo has llevado tu propia madurez como actor paralelamente al de tu mayor personaje?
¡Gracias a Dios uno envejece! Físicamente eso está clarísimo. Aunque mi trabajo en “Django: En el nombre del hijo” la gente piensa que tengo 65 años, una generación mucho más antigua. Es el envejecimiento natural y el del maquillaje.
Cuando uno se acerca a los 50 años, puede hacer ya cualquier papel de edad...
Por algún motivo, la edad y el kilometraje del trabajo te dan una solvencia que espero que se esté viendo en mi chamba.