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Jorge Ulloa

El gag –ese chiste expresado mediante imágenes y sonidos–, además de hacer reír, puede marcar destinos. No hay que subestimar las señales divinas del humor. Una risa reforzó la vocación de Jorge Ulloa, el director ecuatoriano de –de lejos, la más audiovisual de la saga–, que se estrenará este jueves 22 de noviembre.

De niño o adolescente, Ulloa quiso bosquejar relatos de drama, terror u otro género, pero siempre detectaba en el proceso oportunidades para filtrar un gag que lo reventaba todo. "Las cosas, mientras más serias me las tomaba, eran más fáciles de romper. Era algo que no podía evitar. Me encantaba romper las cosas", rememora el realizador en el bar Cordano, al lado de Palacio de Gobierno.

Luego él empezó a estudiar cine, sin saber que el humor era satanizado o visto como el sospechoso común en ese "círculo medio bohemio". Un momento clave fue ese típico día de proyección de cortometrajes al que asisten los familiares, amigos, curiosos o gente que simplemente no tenía nada que hacer. Comenzaron a exhibirse las clásicas obras de estudiantes trágicas, densas, pretenciosas o incomprensibles. Entonces llegó el turno del cortometraje de Ulloa. Los espectadores no sabían cómo reaccionar. Hasta que de las risas tímidas pasaron a las carcajadas. Pero por encima de todas las reacciones, hubo una que lo marcó: era la risa de su papá. Ulloa cuenta que su progenitor tiene grandes facilidades para provocar carcajadas en los demás, por lo que lograr que los gags de ese cortometraje hayan hecho reír a su padre fue una victoria para él. "Quiero escuchar esta risa siempre", pensó el entonces estudiante.

EL SALTO PROFESIONAL
El siguiente paso era mostrarse al mundo. Ulloa y otros compinches crearon Enchufe TV, fenómeno de Internet y del humor. Ellos se proponían "jugar en serio" con esta plataforma. Enchufe TV emplea desenvueltamente un estilo audiovisual sarcástico, paródico o absurdo que, con frecuencia, nos refriega en la cara esas verdades que tanto nos ruborizan.

Pero la pantalla grande lo aguardaba. "Asu Mare 3" será el primer largometraje de Ulloa a estrenarse. En esta entrega, Carlos 'Cachín' Alcántara afrontará la inminencia de la paternidad, con viaje de placer a Miami incluido. Todo se trastocará cuando se entere de un suceso de su pasado.

El ecuatoriano logra revitalizar la saga con un relato que mezcla la biografía, la chispa criolla , el absurdo y la fantasía. Al gag se le respeta.

ULLOA RESPONDE
—¿Llevas el humor en la sangre? ¿O estoy en un plan demasiado metafísico?
Verás, mi papá es muy gracioso, pero yo no soy tan chistoso. No soy el tipo del que dicen: "Ah, Jorge es el chistoso". Cero. Lo mío se relaciona más con una estructura que he estudiado mucho y que tiene que ver con la comedia o los giros dramáticos.

—Hay una ciencia ahí.
Total. Y es una ciencia inexacta, porque la comedia es tan subjetiva. Simplemente estoy haciendo la comedia que a mí me gusta, con la que me reiría. Pero si hay una herencia de la comedia, es por parte de mi papá.

—Te encomendaron la misión de inyectarle una energía audiovisual distinta a "Asu Mare". ¿Qué te propusiste?
Las dos primeras partes de "Asu Mare" son las más exitosas en la historia de la cinematografía en el Perú, y hay todo un prejuicio de que las terceras partes son las peores o las menos vistas. Sí quiero que esta película sea más vista que las dos anteriores; si no, sería un fracaso. Entonces sí es una misión supergrande, y más si está ese riesgo que es el de cambiar por completo el lenguaje audiovisual. El lenguaje de Ricardo [Maldonado, el director de las dos primeras entregas] es superlindo, está basado en Wes Anderson y otros referentes, y es diferente al que yo manejo, que es como el de Guy Ritchie, que es mucho más rápido… Es otra cosa. Ninguno es mejor que el otro.

—¿Estás conforme? ¿Cachín lo está?
Le encanta. El humor de Cachín y el mío son superdistintos. Su humor es bien verbal y el mío es superaudiovisual. Creo que es una mezcla explosiva. Pero también hay riesgo: no he visto cine en español así. Te juro. Busco todo el tiempo referentes del cine o del audiovisual en español que me cuenten historias con la manera como quiero contar, pero solo encuentro ese tipo de referentes en Inglaterra, en Guy Ritchie o Edgar Wright, que tienen otro contexto o idiosincrasia. Voy a esperar que mi propuesta funcione aquí. Quiero ver la reacción de la gente.

—Se busca, al mismo tiempo, la conexión o empatía inmediata.
Total. Cero pretensiones. Todos los recursos utilizados son para que el gag o la parte 'feeling' sean más efectivos; para que todo lo que quiero hacer sentir, se sienta. No es para mostrar lo que puedo hacer. Es lo que menos quiero. No es: "Mira lo chévere que soy, lo hábil que soy con la cámara". No. Quiero que sientan cosas con cada paneo, con cada propuesta. Y la defiendo con todo. Vamos a ver qué pasa. Puede que me equivoque y diga: "Uy, hay que ir por lo clásico".

—La estrella absoluta de "Asu Mare" es Cachín. ¿Has podido contrabandear temas tuyos en esta película que aborda el tema de la paternidad? ¿O todo está en función de los personajes?
Todo lo que yo sé o pude aportar está al servicio de "Asu Mare". Y "Asu Mare" es Cachín. En esta película quise rescatar su monólogo, mostrar de dónde lo sacó, pero a través de gags y de cosas que todavía no se han visto. Cachín es un tipo que crea un montón de imágenes, y yo busqué traducir esas imágenes y ese ritmo. Quise hacer que eso que ya existe se luzca.

—Has estado por meses en el Perú haciendo trabajo de campo. Además de 'asu mare', ¿qué otros peruanismos te han llamado la atención?
'Misio' es una palabra que ya la incorporé a mi hablar diario, por más que no se entienda en otros países. Creo que no hay una traducción para 'misio'. Para 'causa' existe: es 'pana', 'bróder', lo que sea. Pero 'misio' no es pobre o austero; es misio. Eso es lindo.

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