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Mitad monjes, mitad soldados

Fernando Vílchez cuenta que apenas leyó “Mitad monjes, mitad soldados”, le mandó un mail a Pedro Salinas. El director anotó en su cuenta de Facebook: “Me urgieron las ganas de hacer algo, de hablar con alguien, de abrazar a alguien, de golpear a alguien. Le expliqué que sentía la necesidad de dedicar mi energía y mi tiempo a hacer de este libro una película. Sentí la emoción de quien reconoce el compromiso con una historia que venía arrastrándose por años, y que, por fin, salía a la luz. Más que una historia, una obsesión. Una obsesión que por fin podía liberarse. Y si hay algo que debemos rescatar siempre de la gente son sus obsesiones”.

Hoy Vílchez continúa con el desarrollo de este documental centrado en los testimonios de personas que sufrieron abusos en el Sodalicio de Vida Cristiana, fundado por Luis Figari.

— ¿Qué sensaciones te generó el libro?
El libro es uno de los testimonios periodísticos más importantes y dolorosos de los últimos años. Es un libro que te provoca por igual rabia, dolor y asombro al leer el nivel de injusticia e irracionalidad que vivieron las víctimas del Sodalicio. Estamos hablando de una secta que se dedicó a lavar el cerebro a más de una generación y que ha terminado en el caso judicial más aterrador de la Iglesia Católica peruana en décadas. A un nivel, el Sodalicio ha lavado mentes como pudo haberlo hecho Sendero Luminoso: te elige, te seduce, te lava la mente y luego haces lo que un líder autócrata y megalómano te ordena, pisando tus derechos al punto de violentar los cuerpos de estos jóvenes. Al inicio todo empezó con los testimonios de unos pocos valientes que se atrevieron a denunciarlo, a quienes el Sodalicio acusó de loquitos o gente con sed de venganza. Hoy existen más de 100 denuncias con nombre y apellido en el Ministerio Público. Es, sin duda, una historia espeluznante.

Fernando Vílchez en acción. En el 2011, su película “La calma”, centrada en un sobreviviente del terremoto en Chincha y Pisco del 2007, compitió en la sección oficial de cortometrajes del Festival de Berlín.
Fernando Vílchez en acción. En el 2011, su película “La calma”, centrada en un sobreviviente del terremoto en Chincha y Pisco del 2007, compitió en la sección oficial de cortometrajes del Festival de Berlín.

— Siempre es un reto trasladar a un lenguaje audiovisual una investigación escrita. ¿Qué tramos de “Mitad monjes, mitad soldados” te parecen los más audiovisuales?
Quizás una de las ideas más atractivas que salen del libro desde el punto de vista audiovisual es la potencia del relato oral, el recuerdo como constructor del relato, además de una catarsis. Hay testimonios de los que fueron abusados por Luis Figari o por Germán Doig, y el recuerdo es nítido, claro. Quizás no recuerdan aspectos generales, pero ese momento en particular lo recuerdan muy bien: qué objetos los rodeaban, qué palabras usaron los del Sodalicio, etc. Por eso me interesa que se escuche el testimonio, recuperar el poder de la palabra y la evocación. Más que simples entrevistas, permitiremos que quienes deseen contar su testimonio frente a cámara, lo hagan con el tiempo y la paciencia que el cine documental puede ofrecer. Por otro lado, hemos encontrado que el retroceder a esos momentos significa un fuerte encuentro con el pasado de uno, a veces aún sin superar. En ese sentido, vamos a recrear escenas que las propias víctimas dirigirán. Es decir, ellos serán los directores. Ellos indicarán a jóvenes actores cómo reaccionar frente al comportamiento abusador que interprete el actor que haga de Luis Fernando Figari.

— ¿Qué tipo de historia te gustaría narrar? ¿Una de horror, de impotencia, de injusticia, de expiación o de reconciliación?
Por un lado, me gusta pensar en un documental catártico donde las víctimas puedan reconocer su historia y se sientan identificadas con una manera cuidadosa de mostrar el caso, sin amarillismo ni centrándonos en el tema del abuso sexual. El mayor crimen del Sodalicio no es el abuso sexual, sino arruinar la vida de unos jóvenes con gran futuro. Quebrarlos. Aplastar su libertad. Eso es imperdonable. Por otro lado, me gustaría contar una historia feliz. En este caso, el único final feliz es que se haga justicia. Un documental que termine con el caso de Figari en prisión. La reconciliación no significa ofrecer disculpas –Figari no lo ha hecho–, sino que se aplique la ley y se cumpla la condena.

— Se hizo una campaña de ‘crowdfunding’ para impulsar el proyecto. ¿Cuán difícil es obtener recursos para viabilizar una propuesta como esta?
Hicimos una campaña de mecenazgo pidiendo apoyo a quien pueda participar. Es difícil que un proyecto así consiga fondos fácilmente. Con lo que conseguimos, arrancamos el proyecto, pero el tema es tan grande. Cada vez han salido más personas deseosas de participar con su testimonio y el caso ha seguido avanzando –mientras lo preparábamos salió la solicitud de prisión preventiva para Luis Figari–. Vamos a tomar la distancia adecuada para que sea una película lo más sincera posible.

CASOS SINIESTROS EN EL CINE
Pesquisas, retratos y denuncias en la pantalla

1. “Spotlight” (2015)
Merecida ganadora del Oscar a la Mejor película. Los tercos periodistas de “The Boston Globe” destapan los abusos de distintos sacerdotes que sirvieron en Massachusetts. Con más de una actuación brillante.

2. “El club” (2015)
Triunfó en el Festival de Berlín y fue nominada a los Globos de Oro. El director chileno Pablo Larraín sigue a un grupo de sacerdotes confinado en una casa luego de haber cometido actos condenables.

3. “El bosque de karadima” (2015)
En el 2011, el Vaticano sentenció que el sacerdote chileno Fernando Karadima era culpable de haber cometido abusos sexuales. En este filme, Benjamín Vicuña (en la foto) encarna a una de las víctimas.

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