Reinaldo Cutipa vive en un pueblo donde no pasa casi nada. Atiende en la bodeguita de su casa, anda en su moto a trasladar productos, a veces se emborracha también. Él, que vive con su madre, no tiene mucho más en su vida, en apariencia. Pero mientras más tiempo se pasa con él, más se ponen en evidencia las grietas de esta vida tranquila, se dejan ver las dinámicas familiares que hacen a uno levantar la ceja primero, a quedarse boquiabierto por el asombro después.

El origen de este personaje y sus asuntos parten de un hecho real. “Yo trabajaba en una tienda de venta de accesorios de celulares. Entonces, cada fin de semana yo veía a un señor de 30, 35 años, que ya tenía una familia. Él llegaba a su casa ebrio todos los fines de semana; se perdía, pues, tres días, y aparecía todo demacrado, cochino”, contó a El Comercio Oscar Gonzáles Apaza, cineasta puneño y director de “Reinaldo Cutipa”. “La esposa de este señor se molestaba, pero la mamá como que no. La mamá, más bien, le trataba bonito. [Le decía] ‘¿Por qué has llegado así?’. Le limpiaba la baba. Le traía un poco de caldito, todo eso”.

En lugar de dejar pasar esta escena como algo anecdótico, González Apaza hizo lo que haría un cineasta: imaginar y transformar. “A mí se me viene la cabeza, ‘si siempre pasa esto [en la calle], qué pasará dentro de la casa’. Entonces ahí escribimos la película”, cuenta el director, que es coautor del guion junto a Jaime Luna Victoria. En la cinta, la vida de Reinaldo (Jesús Luque) cambia al conocer a Rosaura (Danitza Pilco), adolescente que vende gasolina con galoneras. El vínculo que surge entre ambos provoca desconfianza en la madre de Reinaldo, Matilda (Sylvia Majo), que no quiere ver partir a su hijo.

Reinaldo (Jesús Luque) y Rosaura (Danitza Pilco) viven una historia de amor.
Reinaldo (Jesús Luque) y Rosaura (Danitza Pilco) viven una historia de amor.
/ V&R Films

Drama altiplánico

En su película, Gonzáles empezó a plasmar esta inusual relación de madre e hijo de a pocos, primero con indicios, como los celos, y ya después con hechos. Este vínculo tiene amarrados a los personajes, es una dependencia emocional que no deja a ninguno de los involucrados listos para vivir sus propias vidas. En la película también hay algo de la realidad peruana: mientras en otros países es común que los hijos se vayan de la casa al terminar la adolescencia, en Perú no ocurre tanto así. Una explicación entre tantas es el problema de acceso a la vivienda propia.

La relación de un hijo con su madre no es igual a la de un hijo con su padre. El cineasta explica que no es fácil hablar sobre una madre en función a conductas como las que se muestran en su película; situación que se le atribuye más al hombre, al padre, a pesar de que en ambos casos haya daño psicológico a los hijos. En la película esta relación se sostiene por el trabajo actoral de Luque, pero también por el de Sylvia Majo, que transmite la sobreprotección que profesa para su hijo. “Esa madre que oprime, ella transmite eso. Estoy muy agradecido con ella por aceptar estar en la película”, dijo el director.

Cuestión de fotografía

Filmada en Santa Lucía (Puno), “Reinaldo Cutipa” aprovecha el espacio desértico para reflejar el estado mental del protagonista. El fuerte sol, y por ende intensas sombras, refuerzan el contraste, la situación de opresión que hay en la película. Un trabajo logrado por la directora de fotografía, Micaela Cajahuaringa (“Autoerótica”, “El corazón de la luna”).

Situación similar ocurre con Danitza Pilco, quien siendo menor de edad se enteró de la película por un cásting. Ella no es actriz, del mismo modo que Jesús Luque no lo era cuando pasó el cásting de “Manco Cápac” de Henry Vallejo (quien es productor en “Reinaldo Cutipa”). “Me gustaba de ella esa valentía que tenía, esa fuerza”, dice el cineasta.

Lo que pasa en casa allí se queda, pero las situaciones no funcionan en el vacío. Las relaciones de Reinaldo Cutipa llevan a un punto de quiebre en el que surge el drama; sin duda, una historia para la pantalla grande.