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Escenas de "Jurassic World: Fallen Kingdom"
Sebastián Pimentel

Al parecer, el interés por los dinosaurios es tan inextinguible como los blockbusters de Hollywood. Como sucede con la saga de "Star Wars", los lagartos gigantes amenazan con poblar las pantallas de todo el mundo por un buen tiempo más. Esta vez, llega la quinta entrega sobre la resurrección de laboratorio de los monstruos prehistóricos, la que Steven Spielberg llevó a la era digital con la ya antigua "" (1993).

Pero primero un breve prolegómeno. Como advirtieron algunos críticos norteamericanos respecto a "Jurassic Park", algo andaba mal con la cinta de Spielberg. El miedo de los personajes de "Tiburón"(1975), donde la criatura marina apenas se veía –gracias a un sofisticado arte de la sugerencia–, se cambió por la curiosidad de unos aventureros que, desde los primeros minutos, observan, como niños anonadados, los gigantescos dinosaurios que, al parecer, son más buenos que malos.

El problema de "Jurassic Park" es que desechaba la lógica de hacer sentir algo que no vemos, y que por eso mismo tememos, por el vano espectáculo de las criaturas creadas por las computadoras. Ahora se trataba del realismo de los efectos especiales. Y tan maravillados estaban los espectadores que eso bastaba para tolerar todo el metraje de la película –donde poco importaba la complejidad de los seres humanos, todo lo que había hecho de "Tiburón" una de las mejores películas de los setenta.

Pero los que pensaban que "Jurassic Park" era un filme mediocre, no previeron que podían hacerse películas aún más absurdas. Y eso es lo que pasa con "Jurassic World: el reino caído". La dirige el catalán J. A. Bayona, el mismo de "Lo imposible" (2012), que cuenta la sobrevivencia de una familia anglosajona en Tailandia, luego del tsunami de la Navidad del 2004. Llena de visiones subjetivas de la catástrofe, se trató de un virtuosismo tan técnico, como incapaz de presentar afectos que vayan más allá de un exhibicionismo lacrimógeno burdo.

Con este "Jurassic World: el reino caído", más que melodramas groseros tenemos un infantilismo frío. , que no deja de explotar su imagen de pícaro galán desde "Guardianes de la galaxia" (2014), comanda un escuadrón de rescate de los dinosaurios, asentados en algún lugar de Costa Rica. Allí, un volcán erupciona y amenaza con extinguir a los animales jurásicos. Pero ni los guiños a la cámara de Pratt ni el exagerado glamour de Bryce Dallas Howard –la científica pretendida por Pratt– pueden aminorar el tedio de una empresa tan vacía de lógica narrativa como una película de Michael Bay.

Ahora bien, alguien dirá que esta película no se ha hecho para ahondar en profundidades. Pues si se trata de divertimentos, yo pediría ver los mejores capítulos de "Rápidos y furiosos". Allí hay una banda con cierto carácter y química entre sus integrantes. Y se logra llevar una bien engranada dinámica cinética, desde cierto realismo, hacia un delirante surrealismo del hombre-máquina, al estilo de Buster Keaton.

Por último, lo que en "Rápidos y furiosos" es ir de menos a más, sin pretenciosidades retóricas, en la película de Bayona es panfleto moralista. Sus personajes recitan monólogos sobre la concientización ecológica, sobre la crueldad hacia los animales, mientras luego se desarrollan persecuciones donde no nos importa nada quién desaparezca de la pantalla. Aunque, probablemente, prefiriéramos que mueran los humanos. Porque, definitivamente, los dinosaurios tienen algo más de personalidad dentro de esa épica de marionetas y acrobacias circenses desangeladas que es "Jurassic World: el reino caído".

FICHA TÉCNICA
"Jurassic World: El reino caído"
Título original: "Jurassic World: Fallen Kingdom".
Género: aventura, acción, ciencia ficción.
País y año: EE.UU., 2018.
Director: J. A. Bayona.
Actores: Bryce Dallas Howard, Chris Pratt, Daniella Pineda, James Cromwell.

Calificación: ★

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