Ha sido la gran sorpresa de las ‘shortlists’ o prenominaciones a los Óscar 2021. “El agente topo”, película de la chilena Maite Alberdi (Santiago, 1983), no solo consiguió ubicarse entre las 15 finalistas para la categoría de Mejor Documental, sino también en la de Mejor Película Internacional, junto a cintas como la danesa “Another Round” de Thomas Vinterberg o la mexicana “Ya no estoy aquí” de Fernando Frías.
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Desde su estreno hace un año en el Festival de Sundance, “El agente topo” ha cosechado varios reconocimientos –incluyendo dos premios en el Festival de Cine de Lima y una nominación a los Goya–, gracias a su ingenioso seguimiento a un héroe inesperado: Sergio Chamy, un hombre de 83 años que recibe el encargo de infiltrarse como detective privado dentro de un asilo de ancianos, para investigar un presunto caso de maltratos. Así, entre el género del espionaje y el retrato humano de la tercera edad, el documental de Alberdi divierte y conmueve a partes iguales.
Este viernes 19 de febrero, “El agente topo” se estrenará en Netflix. Antes de ello, conversamos con su directora.
Es la primera vez que Chile nomina como su película representante al Óscar a un documental. En un país con documentalistas como Patricio Guzmán o Ignacio Agüero, ¿podría tomarse como una forma de hacerle justicia al género?
Yo aprendí todo lo que sé porque en Chile hay una tradición documental muy arraigada. No sería lo que soy ni haría lo que hago si no hubiese visto, estudiado y admirado tantos documentales. Chile es un país de muchos documentalistas, y una industria en la que siento que cada director ha tenido libertades creativas, temáticas y de experimentación, lo que ha sido inspirador para todos como gremio. Y siempre ha habido mucho respeto por los temas de cada uno y por la forma de contarlo, lo que es un incentivo para encontrar la propia voz y el estilo, además del rol social que también ha tenido el documental en la historia de Chile. Entonces, más que hacer justicia, es como una posta que tomo y que ahora me toca a mí representar. Como que cargo con una historia y todos están allí de alguna manera.
Ya habías abordado el tema de la vejez en un documental anterior, “La once” (2014), que seguía a un grupo de mujeres mayores reuniéndose a tomar el té y conversar. Sin embargo, esa es una película con varias diferencias con “El agente topo”, ¿verdad?
Sí, lo más distinto son las diferencias del contexto. Porque son películas que tienen la misma edad, pero fueron completamente distintas desde la forma de hacerse y la temática. En “El agente topo” hay un personaje que le responde a un detective, no a mí. Yo no tenía tanto control sobre él como el que tenía con las señoras de “La once”. Era una relación en la dirección distinta. Con ellas yo me senté a la mesa durante muchos años, de forma constante. A veces les pasaba papelitos por debajo de la mesa para que se preguntaran cosas entre ellas (risas). Diría que “En el agente topo” hubo algo mucho más clásico quizá; la observación documental con distancia, sin intervenir demasiado. Tenía otra dinámica.
Hablemos de Sergio Chamy, el protagonista de la película. ¿El personaje detrás de la cámara es el mismo que vemos en la película?
Es tal cual lo vemos. Aunque te diría que en ese momento estaba pasando por un periodo de duelo. Acababa de morir su mujer, entonces esa pérdida lo tenía en ese momento en una predisposición que quizá no sería la misma hoy. Porque él estaba abierto a la experiencia de fungir de detective, estaba buscando un cambio de vida, buscando salir. Como él mismo le dice a su hija en la película: “voy a la casa y todo me recuerda a tu mamá”. Estaba en un ‘loop’ que lo llevaba siempre a su vida anterior. Por eso necesitaba mirar de otra manera. Y creo que esa necesidad vital lo llevó a conectarse de una manera especial. Pero en general él es así, empático, honesto, divertido. Solo que la experiencia estuvo determinada por lo que estaba viviendo.
Ingresar a un asilo es delicado, sobre todo porque las personas no sabían de qué iba la película. ¿Cómo manejaste una posible invasión de su privacidad?
Las personas del hogar sabían que las estábamos grabando, pero no sabían que estábamos haciendo una película sobre un agente infiltrado. Yo conseguí un permiso para hacer un documental sobre la tercera edad, y acordamos con las autoridades del hogar que si pasaba algo malo, igual lo podíamos grabar. Entonces todos sabían de la grabación, pero no de la trama real de la película. Empezamos a grabar tres semanas antes de que ingresar Sergio, así que las demás señoras se fueron acostumbrando a nuestra presencia. Luego, cuando Sergio finalmente llega, nosotros actuábamos como si no nos conociéramos. El dilema ético se produce después –y sí me costó mucho enfrentarlo– porque yo ingresé con el prejuicio de que algo malo pasaba allí, entonces yo me sentía tranquila de no tener que ser transparente con la trama. Y aunque sé que hay muchos documentalistas que nunca revelan la trama de lo que están trabajo, yo sí suelo contar de forma transparente lo que estoy haciendo. Entonces en mi particular metodología de trabajo sí era raro no contarlo todo. Sí sentí la carga de no ser 100% transparente. Y me preguntaba cuándo les diría la verdad, porque podían asustarse. Además, al final del rodaje tenía como 300 horas de material y tampoco sabía cómo iba a acabar siendo la película. Entonces decidí terminar de editarla y a los primeros que invité verla fueron los dueños del hogar y las personas que trabajan allí. Justo antes de empezar la proyección les dije la verdad: “¿Saben? Les mentí. Esta es una película de espías, con un agente infiltrado”. ¡Y no entendían nada! Incluso a mí me parecía insólito que no hubieran sospechado nada. Así que en ese momento les dio nervios, pero luego de ver la película se emocionaron mucho, y sintieron que los representaba súper bien, con todos los matices de lo que viven dentro del hogar. Eso para mí fue un alivio. Porque definitivamente sentiría una carga si a ellos no les hubiese gustado.
Creo que Godard decía que le gustaban las ficciones que parecían documentales y los documentales que parecían ficciones. ¿Cuál dirías que es la parte ficcional de “El agente topo”?
Creo que sobre todo las referencias de estilo. Porque mi objetivo como cineasta, como tú dices, es que no importe el género y que simplemente uno sienta que está viendo una película. Yo trabajo con la realidad, esa es mi materia prima. Así como hay cineastas cuya materia prima es la ficción. Siempre lo comparo con los pintores y los escultores. Están todos en el mismo museo, solo que unos trabajan con piedra y otros con pintura. Pero al final lo que hacemos son obras. Y mi obra tiene que parecer una película, entregarle al espectador una narrativa y un estilo. Lo más ficcional que he hecho aquí es apropiarme del género negro, que históricamente está más asociado a la ficción. Porque, claro, el documental solo se entiende como “el género documental”. Nunca lo hemos pensado como documental film noir o como documental comedia. Siempre es un género aparte. ¿Por qué?, me pregunto yo. ¿Por qué no puede ser una película que trabaja con la realidad, pero desde los géneros habitualmente asociados con las ficciones?
Con la pandemia ha surgido también un discurso bastante cínico y cruel sobre la vejez. Aquello de que el virus “solo” afecta a las personas mayores. ¿Qué tan extendido es el olvido hacia este grupo vulnerable?
De alguna manera, la coyuntura ha vuelto a “El agente topo” una película contingente y no atemporal. Creo que la pandemia nos ha hecho más conscientes de que había un abandono de las personas mayores que es anterior a la pandemia. Cuando yo llamé a la dueña del hogar para preguntarle cuánto había cambiado su situación con el confinamiento, me dijo que no había cambiado casi nada. Es decir, tuvo que cerrar las puertas para que no entre nadie, pero desde mucho tiempo no entraba nadie. Desde el año pasado, la ley manda que los funerales se tienen que hacer con 4 o 5 personas como máximo; pero ellos desde mucho antes han tenido que organizar funerales sin familiares, sin visitas. Siempre ha habido una pandemia de soledad en la tercera edad, y ha sido anterior a esta pandemia, ha estado allí hace muchos años. Y nos ha hecho conscientes a muchos de los que no nos preguntábamos nada sobre el tema. No a los que lo viven a diario, porque ellos ya estaban totalmente aislados.
Todos tus documentales son retratos íntimos que pueden ser objeto de lecturas sociales y hasta políticas. ¿Es esa una búsqueda consciente?
Siempre me ha interesado entender cómo desde las historias íntimas o desde los micromundos uno puede ver a todo un país y lo político. Quizá la tradición documental nos ha hecho pensar que solo el documental histórico es el que explícitamente te habla del contenido político de una sociedad; pero creo que la manera de entender a la sociedad y entender muchas de sus decisiones parte desde la experiencia individual, íntima, a la cual no tenemos acceso si no la vivimos directamente. Un ejemplo simple: en la primera escena de “El agente topo” se ve a unas 50 personas de entre 80 y 90 años llegando a una entrevista de trabajo. Eso te habla directamente del fallido sistema de pensiones que tenemos. Porque esas son personas mayores que necesitan trabajar. No es un simple hobby. Lo necesitan y por eso se compran el diario para buscar empleo. Entonces algo no está funcionando bien. Entonces yo veo imagen, esa escena, y conecto con cómo la política se puede traducir en esa acción del día a día, de la que muchas veces no me percato. Ese es el rol del documental, acercarnos a esas intimidades que nos permiten entender a la sociedad.
¿Te interesaría incursionar en la ficción?
No, no quiero explorar el terreno de la ficción. Es algo que me preguntan muchos productores (risas).Y me llama la atención por qué a otros cineastas chilenos, a Sebastián Lelio, por ejemplo a quien admiro, no le preguntan si quiere incursionar en el documental. ¡Nadie se lo pregunta! Entonces pareciera que yo estoy haciendo un género menor, como si el día en que haga una ficción recién me voy a “graduar” como cineasta. Por eso esta doble prenominación al Óscar es un orgullo para mí. Y sobre todo estar en la lista de Mejor Película Internacional, un documental entre tantas ficciones. Estar al lado de un director como Thomas Vinterberg sin haber hecho una ficción. Ese para mí es el mayor logro. Y la posibilidad de seguir filmando como filmo. Seguir entrando a una industria que aún sigue cerrada a esa combinación.
El dato
“El agente topo” se estrena este viernes 19 de febrero en Netflix.
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