La experiencia de dirigir una cinta no está limitada por edad, sexo o nacionalidad, sino por la capacidad de plasmar ideas en fotogramas que pasarán a la posteridad como un registro de visiones y narrativas únicas. En este sentido, el cine se convierte en un medio poderoso para la expresión artística femenina que, durante la última década, ha tomado la batuta representando al Perú en festivales de cine y rompiendo récords en plataformas de streaming.
Hace un par de años, en el Festival de Cine de Cannes, la presencia cinematográfica peruana llegó una vez más en el 2019 con “Canción sin nombre” de Melina León, mientras que documentales como “La voz del Huito” (2022) de Rita Sánchez y cortometrajes como “Sola” (2023) de Séneca Dávalos aparecieron hace poco para mostrar realidades peruanas no muy exploradas en la gran pantalla.
“Se puede pensar que las mujeres solo hacemos cine romántico, pero tenemos afinidad con temáticas diversas. Además, podemos realizar cintas con personajes hombres, tomando una perspectiva nuestra para mostrar realidades que se retratan desde otro ángulo”, menciona Sánchez. “A veces, cuando se realiza un trabajo testimonial donde se requiere profundizar en la persona a quien se retrata, ellos están más dispuestos a abrirse con una directora que con un director, pues no hay un estigma social al mostrarse vulnerable ante otro hombre”, agrega Séneca.
Referentes en el cine
Aunque cuando se habla del cine peruano los primeros nombres que salen a relucir son los de Francisco Lombardi o Armando Robles Godoy, en la misma cara de la moneda se encuentran figuras igual de importantes como Rossana Díaz Costa, Claudia Llosa o Nora de Izcue, esta última pionera en explorar la variedad de estilos y géneros cinematográficos.
“Con Izcue siempre se habló de privilegios que tenía al hacer cine en esos tiempos donde una cámara y los implementos eran costosos, pero no se habla de las dificultades que enfrentó en aquellos momentos por su género y aun así prevalecer en la industria”, menciona León.
Otra referente destacada es Mary Jiménez, cuya influencia trascendió fronteras geográficas al establecer una carrera exitosa en Bélgica, mezclando el documental con la ficción para crear un corpus cinematográfico diverso. “Tanto para hombres como mujeres se piensa que no es válido irse fuera del país para hacer cine, pero sí lo es, especialmente porque a veces saliendo podemos ver desde otra perspectiva la realidad peruana”, enfatiza León.
En los últimos años, cintas como las de Ani Alva Helfer o Joanna Lombardi permanecen semanas en cartelera, rompiendo récords de audiencia en plataformas como Netflix, incentivando a apostar más por el cine nacional. “Estamos viviendo en un tiempo de optimismo donde tenemos una voz al igual que nuestros compañeros, lo que no los desmerita porque tal y como existe una ‘Juliana’, también hay un ‘Gregorio’”, concluye León.
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