El cáncer es noticia diaria en el Perú; es una de las principales causas de muerte en este país y en todo el mundo. Se le menciona tanto que ya es parte del ecosistema de noticias, sea con informaciones sobre prevención o para denunciar la desidia del estado en los tratamientos. ¿Cómo transmitir la necesidad de las personas en torno a este mal? Porque no todos los peruanos afectados lo enfrentan de la misma manera, en las mismas condiciones. Allí es donde entra en juego la creatividad.
Con su trabajo, el realizador audiovisual Roddy Dextre de la productora Rebeca le puso voz a las miles de personas que, ante la falta de lugares para recibir tratamiento contra la enfermedad, tienen que viajar a la capital. Viajes que no se hacen en soledad, que en muchos casos requieren la asistencia de otro familiar. En su comercial “El Cáncer antes del cáncer”, creado para la Fundación Peruana del Cáncer, hay dos personajes; una madre y su hija, donde la primera debe llevar a la segunda en una peregrinación de horas por carretera para que la menor, delicada, tenga una oportunidad de sobrevivir.
El video se toma su tiempo en presentar a las protagonistas, en crear empatía entre ellas y el espectador. El clímax del comercial ocurre no en una sala de quimioterapias, sino en el baño de un paradero de bus donde la madre, superada por las circunstancias, llora. Un error, porque al bajar la guardia el bus se va y tienen que ingeniárselas para llegar al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas de Lima. Esta historia, representada por las actrices Mirella Villalobos (madre) y Yaneli Saldaña (hija) en base a historias reales, convenció al jurado del festival Cíclope Latino desarrollado en Sao Paulo, Brasil, que dio a Dextre el premio Grand Prix. Además, la pieza se llevó los premios a Cinematografía, Música, Bajo Presupuesto, Dirección en más de 90 segundos [también para Dextre] y Diseño de Producción,
“Estamos contentos, pues es la primera vez que nuestro país obtiene un reconocimiento como el Grand Prix en un festival de film craft tan importante, la primera vez que una productora peruana lo logra y estoy muy agradecido con Fahrenheit DDB, con Rebeca, la Fundación Peruana del Cáncer, con Susana Baca; porque gracias a todo el soporte que me han dado, he podido ganar el reconocimiento al mejor director del festival”, dijo el cineasta. ¿Por qué la mención a Baca de la Colina? Porque el comercial está musicalizado por su cover de “Yo Vengo a Ofrecer Mi Corazón”, del argentino Fito Páez. El peruano también agradeció a sus colegas Julián Estrada (cinematografía), Luciana Masías (arte) y Beto Barzola (montaje).
¿Qué más hay en el camino de Dextre? El peruano tiene un proyecto en desarrollo con el Cirque du Soleil, además de producir su cortometraje “Allá en el cielo”. Su objetivo es hacer cine de ficción. O sea, seguir contando historias. A continuación, su testimonio.
―¿Qué es lo primero que piensas cuando piensas en el cáncer?
Creo que luego de este proceso con la Fundación Peruana del Cáncer lo primero que pienso es la falta de infraestructura en todo nuestro país. Creo que las regiones tienen muchas dificultades para enfrentarse ante un problema tan grande como el cáncer y creo que la fundación ayuda a muchísimas familias que tienen que llegar hasta la capital para hacerse un tratamiento. Y lo tienen que hacer porque, a pesar de que estamos en el 2024, no existen tratamientos especializados en los departamentos del país.
―¿Qué es lo que te pidió representar audiovisualmente la Fundación Peruana de Cáncer?
El encargo llega a través de Fahrenheit DDB, la agencia de publicidad que tiene la cuenta de la fundación, y ellos me cuentan la idea. Juntos desarrollamos el proyecto y lo que ellos querían era transmitir que existen miles de familias del Perú que necesitan viajar a Lima porque no hay tratamiento posible en sus ciudades. Que se haga de una forma sensible, respetuosa, con mucho cuidado.
―¿Conociste un caso en particular?
Fui a hacer varias entrevistas al albergue de la fundación que está en Surco y pude conversar con enfermeras, la directora; puede conversar con familias, madres, padres, abuelos, ver a los niños. Esta historia también es producto de esas conversaciones y lo que busca es representar muchas historias más. El camino de llegar a Lima es muy duro y otra cosa es que muchas familias no tienen dónde quedarse. Cuando tú pasas cerca del Neoplásicas, ves mucha gente vendiendo caramelos, durmiendo en las calles o limpiando vidrios. Muchos están trabajando para poder darle algo de comer a sus hijos cada día y que han venido desde otras ciudades a hacer tratamientos oncológicos que no tienen ni siquiera para comer. Ahí la fundación representa un rol muy importante, porque les da casa, alimento, medicinas, útiles de aseo. Es una ayuda inmensa la que hacen por estas familias.
―El ojo del realizador audiovisual es distinto que el de las demás personas. Mira historias. ¿Qué notaste en común en estas personas que vienen a Lima?
Yo creo que tiene mucho que ver la migración. Tenemos grandes historias de migración a lo largo de nuestra existencia como república y siento que estas historias se reflejan mucho en lo que viven estas familias, porque llegan a una ciudad en donde no conocen a nada nadie, donde no tienen el dinero suficiente para vivir, donde no tienen una casa, no tienen familia. Algo que tenían en común era esta dura la realidad que vive el migrante que llega a Lima en condiciones económicas muy desfavorables. De hecho, me incluyo. Soy parte de la migración limeña. Vengo de Ica, he vivido en en Arequipa, en Cusco y tuve que venir aquí para estudiar como muchos otros chicos que vienen a Lima a poder tener estudios universitarios.
― ¿Y qué recuerdas de esos años?
El dinero no me alcanzaba. Fue una etapa bastante dura. Tuve la suerte de que mi padrino, hermano de mi madre, catedrático de la PUCP, se hizo cargo de mis estudios. Me pagó mis estudios en la Católica y tuve el privilegio de poder acceder a ese tipo de educación. Sin embargo, la condición en la que estudiaba era muy diferente a la de mis compañeros. Yo no tenía plata para salir, ni para juerguear ni para pasear. Nada. Con las justas me alcanzaba para comer y sacar algunas copias.
―De la propuesta a lo que finalmente salió, ¿hubo muchos borradores?
La idea siempre fue una. La agencia tenía clara la idea: queremos mostrar el viaje de una madre y su hija a la capital. Y a lo largo de la historia queremos hacer una analogía entre lo que uno puede sufrir cuando enfrente el cáncer durante el tratamiento, como los mareos, los vómitos, el cansancio, la fiebre; queremos inyectar este tipo de sensaciones a lo largo de la narrativa. Y ahí es cuando empezamos a hacer la investigación y construimos la historia.
―Sé que has estado trabajando en Brasil por unos años. Solo puedo imaginar que es un ambiente mucho más competitivo que aquí, que te fuerza a, como dijo alguien alguna vez, “jugar con la cancha inclinada”.
Brasil de hecho es un mercado muy gigante. Son alrededor de 200 millones de habitantes en ese país y de hecho Sao Paulo es una ciudad muy competitiva, producen hoy por hoy la publicidad con mayor acabado de toda la región. Brasil, Argentina y México están a la par. Y trabajar para para el mercado brasileño me ha enseñado muchísimo. Su nivel de exigencia no solo pasa a través de lo creativa que puede ser tu propuesta; te tienes que adecuar a los tiempos. Y lo que aquí hacemos en 15 días allá lo hacen en siete días. Entonces el tiempo es absolutamente muy riguroso en ese mercado.
―Y hablando de “La Cancha Inclinada”, ese comercial es como el opuesto de “El Cáncer antes del cáncer”, ¿cierto?. Su discurso está en la ofensiva, sin ambigüedades; el del cáncer en cambio prospera en la empatía, hay más silencios y esas cosas.
Cuando llega “La Cancha Inclinada”, que lo escribió Óscar Tamayo de la agencia Pueblo, yo en ese momento trabajaba con otro director, el gran amigo Pepe Chicoma. Hicimos juntos este comercial, y cuando nos convocan para hacerlo nos sentimos convocados, así como convocan a los jugadores. Pensamos, “hace 36 años no vamos un Mundial, el comercial que salga para representar la vuelta tiene que ser increíble”. Y nos dedicamos durante un mes, todos los días a trabajar, a planificar, a investigar y nos fuimos a filmar casi siete días por todo el país con un presupuesto muy pequeño solo tres personas. Y nuestra idea era que todo lo que salga fuera real: mecánicos, gente que trabaja en el mercado, pescadores; todo el mundo representa nuestra idiosincrasia y parte de nuestra realidad y creo que eso fue lo que hizo que el comercial tenga mucha pegada entre la gente.
―Leí que estás interesado en hacer ficción. Varios cineastas han salido de las canteras de la publicidad. ¿Qué es lo que te ha ofrecido trabajar en publicidad que puedes aplicar al cine?
Yo creo que la publicidad es como un gimnasio. Uno puede entrenar y desarrollar su visión. Creo que también hay que ser responsable con uno mismo y ser auténtico, ser honesto y desarrollar tu mirada hacia el lugar a donde quieres ir. Es algo que he tratado a lo largo de toda mi carrera, desarrollar mi mirada siempre cuidando que tenga algo de arte y no sea solo un comercial. Y el concurso que hace DAFO lo gané con el guion de un cortometraje. Voy a filmar el próximo mes, va a ser mi primer cortometraje de ficción. Creo que “El Cáncer antes del cáncer” ha sido el lugar perfecto para ensayar y aprender muchas cosas. Gracias a ese tipo de piezas creo que voy a poder empezar con buen pie en el cine.
―Los últimos seis meses han sido muy buenos para el cine peruano. Cuatro películas ―“Raíz”, “Reinas”, “Kinra” y “Cuadrilátero” ― han sido premiadas en festivales internacionales. ¿A qué crees que se debe este resurgimiento?
Creo que hay mucha gente joven y también gente que tiene mucho tiempo [en el medio], como el señor Daniel Rodríguez con “Cuadrilátero”, que están empujando el cine nacional. Y viene una generación con mucha fuerza, con ganas de hacer y creo que es el momento de demostrarle al país que somos ese cine de Óscar Catacora, cuyo cine nos representa. Creo que esa honestidad, esa sensibilidad y esa mirada es la que la que muchos cineastas deberíamos seguir, hablar sin exotismos, representar a nuestro país y mostrar de lo que somos capaces.