RODRIGO BEDOYA FORNO
El 2 de febrero de este año, una noticia resultó trágicamente triste para todos aquellos que amamos el cine: Philip Seymour Hoffman, uno de los actores más talentosos que el cine estadounidense nos regaló en los últimos 20 años, fue encontrado muerto en su departamento. Su adicción a las drogas, que había sido controlada durante mucho tiempo, finalmente fue más fuerte que él, y una sobredosis terminó con su vida. Un triste final para un intérprete notable, de esos que son capaces de mejorar una película con su sola presencia.
Pero el trabajo de Seymour Hoffman quedará para siempre. Y qué mejor manera de recordarlo que viendo “El hombre más buscado”, que se estrena mañana. La cinta nos muestra al actor haciendo lo que mejor sabe: un personaje solitario, callado, que sabe más de lo que aparenta. Porque si hay algo en lo que destacó Philip fue justamente en su capacidad para hacer personajes ambiguos, frustrados, con defectos y problemas personales. Y esas caracterizaciones, que deben ser muy complejas, el actor las hacía parecer naturales, casi cotidianas, lo que hacía que nos sintiéramos cercanos a esos personajes magullados que veíamos en la pantalla. Seymour Hoffman nos mostraba muchas veces lo peor de nosotros.
Porque la humanidad de un personaje como el de “Boogie Nights”, frustrado por su forma física en un mundo de cuerpos hermosos y sexuales como el del cine porno, se transmitía por el trabajo de Hoffman. Allen, el hombre que llamaba anónimamente por teléfono para descargar su ira sexual en la interesante “Felicidad”, también tenía esa dosis de cercanía que resultaba casi escalofriante. Podía ser violento, como en la notable “Punch Drunk Love”, pero también tímido e inseguro, como en “La hora 25”. Y podía ser excesivo, como en su pequeño rol en “Casi famosos” o su aparición en “Mi novia Polly”, donde demostraba que era un dotado para la comedia.
Cuando muchos aún lo recordábamos por su poderoso rol de líder de una iglesia con muchas coincidencias con la de la cienciología en “The Master”, llegó la noticia de su muerte. El cine estadounidense perdía a uno de sus monstruos.
JUEGO DE ESPÍAS
En “El hombre más buscado”, Seymour Hoffman le da vida a Gunter Bachmann, un agente de la CIA que, desde Hamburgo, rastrea a posibles terroristas islámicos. La aparición de un inmigrante checheno en la ciudad, que bien podría tener conexiones con extremistas, genera una serie de complicaciones que deberán ser resueltas por él y su equipo.
De nuevo, Hoffman interpreta a un personaje callado, sensato, que prefiere observar y analizar antes de actuar.
Y justamente esa introspección es la que resulta tan interesante en un actor como el buen Philip: nunca sabremos exactamente qué está pensando, qué está tramando, cuál es el siguiente paso que dará. La cinta ha recibido excelentes comentarios por parte de la crítica, y casi todos han coincidido que se trata de una gran manera de decir adiós por parte del actor.
Aunque un adiós relativo: en el Festival de Sundance (donde también se estrenó “El hombre más buscado”) se exhibió “God’s Pocket”, que también tuvo un interesante recibimiento. Y falta que veamos cómo los realizadores de las últimas dos cintas de “Los juegos del hambre” ordenan lo que llegó a grabar el actor, que murió antes de completar su papel. Por eso, aún tenemos a Philip Seymour Hoffman para rato. Como para no olvidarlo. Su trabajo lo merece.