Liliana Trujillo interpreta a Rosa Chumbe. (Foto: Difusión)
Liliana Trujillo interpreta a Rosa Chumbe. (Foto: Difusión)
Sebastián Pimentel

Rosa Chumbe (Liliana Trujillo) es una policía de escritorio que pasa sus días con el objetivo de poder tomar una botella de ron por las noches. Su única compañía son su joven hija Sheyla (Cindy Díaz) y su pequeño nieto, bebe de pocos meses de nacido que tiene que cuidar de vez en cuando. Nadie parece sacarle una sonrisa, salvo el show de televisión de un viejo cómico criollo –Alejandro Romero, más conocido como ‘Gordo’ Casaretto–, durante la cena solitaria en algún chifa del Centro de Lima. 

Rosa toma su micro y va a la oficina. Es amonestada por su jefe, quien le pide escoltar a su esposa. En ese trayecto cotidiano, que apenas soporta, esta mujer amargada y solo animada por el alcohol al finalizar el día, se encuentra con algunas señales que llaman su atención. El boleto del bus tiene como sello una imagen de Santa Rosa de Lima. Y, en la sala de la casa de su jefe, esperando a la esposa de este, observa un lienzo colonial en el que resaltan unos ángeles que parecen observarla. Por otro lado, se acerca la procesión del Señor de los Milagros: ¿qué secretos anuncios rodean a Rosa Chumbe? 

El director peruano Jonatan Relayze hace su película como los artesanos antiguos, o, para decirlo de otra manera, como los viejos maestros europeos de un cine que no teme escapar a los lineamientos de Hollywood. El cine como paciente escritura de la cámara. O como estilo espiritual. Robert Bresson, Carl T. Dreyer o Aki Kaurismaki son algunos directores que pululan alrededor de estas imágenes pausadas, densas, en un viaje continuo de idas y vueltas entre la observación distanciada y la compenetración íntima con el personaje. 

Detalles, miradas furtivas, imágenes austeras esconden un secreto decisivo, un drama feroz o un hecho terrible. A eso responden los profundos claroscuros de Miguel Valencia, el director de fotografía de “Rosa Chumbe”, que ocultan tanto como muestran. Y una cámara que contempla, impávida y serena, la presencia casi tangible de cuerpos cansados, agobiados, que a duras penas pueden continuar el día a día. Son los de Rosa y su hija Sheyla, quien trabaja vendiendo llamadas de celular en algún mercado popular, y que ha quedado embarazada por segunda vez.

Muy pronto las historias de las dos mujeres, tan solitarias como víctimas de unas vidas que han perdido todo sentido, se separan. Como si de dos personajes de Bresson se tratara, llegamos a identificarnos con Rosa y Sheyla simplemente por el seguimiento de sus acciones, por la concatenación silenciosa de un hecho tras otro, y no por algún diálogo enfático o explicación verbal. Lo espectacular, y cualquier exacerbación melodramática, es eludida por la edición de Relayze, siempre atenta a evitar lo que debe ser sobreentendido por el espectador. Y siempre privilegiando lo que de verdad importa, lo esencial: un leve gesto de dolor o una mirada abismal al fondo del rostro. 

Un destino, que siempre es incierto, prepara el hundimiento final para las dos mujeres. Uno que solo puede corresponderse con dos cosas: la salvación o la muerte. Y en ello cobra relevancia algo difícil de definir, y que a veces se llama fe. En ello es crucial el trabajo de Liliana Trujillo, quien ofrece una actuación consagratoria. Con apenas un gesto, Trujillo es capaz de comunicar afectos inéditos: angustias sutiles, desesperación contenida, una lucha por aferrarse a la vida, una batalla más humana que divina. Liliana Trujillo es esa gran actriz que le da un rostro al sufrimiento, sin lágrimas, sin palabras. Ese es el milagro final de “Rosa Chumbe”. 

AL DETALLE
Calificación: 4 estrellas de 5
Género: drama. País y año:
Perú, 2015.
Director: Jonatan Relayze.
Actrices: Liliana Trujillo, Cindy Díaz.

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