“Los siete magníficos": aquí nuestra crítica sobre la película
“Los siete magníficos": aquí nuestra crítica sobre la película
Sebastián Pimentel

Los siete magníficos” no es un intento de renovación radical del western. Las intenciones de su director, Antoine Fuqua, son más modestas. Concebida como un ‘remake’ de la película homónima de John Sturges, de 1960, este filme ya le debe muy poco a la fuente original, la magistral “Los siete samuráis” (1954) de Akira Kurosawa. Sin embargo, se atreve a dialogar con simpatía con el clásico de Sturges.

No por ser convencional, el argumento deja de tener resonancias actuales: Bartholomew Bogue es un hombre de negocios que pretende despojar de sus tierras a las familias de un pequeño pueblo, para así poder consumar una explotación minera que le deparará jugosos dividendos. Un villano extremo, aunque eximido de la caricatura burda por un actor con recursos: Peter Sarsgaard.

Fuqua sabe que debe exacerbar los reflejos éticos del espectador. La secuencia inicial es efectiva: Mr. Bogue irrumpe en la iglesia para dar la última advertencia a los lugareños. Al que se atreve a interpelarlo, le espera un ajusticiamiento despiadado. El realizador de “Día de entrenamiento” (2001) quiere ser clásico: ajusta su cámara a las expresiones del villano, intercalando planos generales y de detalle que describen la situación y generan una tensión a punto de estallar.

En ese contexto, una de las mujeres (Haley Bennett) del pueblo solicita la ayuda de un cazarrecompensas: se trata de Chisolm (Denzel Washington), elegante y misterioso cowboy que, como una versión afroamericana del que hacía Clint Eastwood en los spaghetti westerns de Sergio Leone, decide aceptar la misión. Es entonces que logra reclutar a seis forajidos más para la aventura suicida.

Acorde a los tiempos, este es un western multirracial: además de Washington, un peleador asiático (Byung-hung Lee), un vaquero mexicano (Manuel García Rulfo), y un guerrero piel roja (Martin Sensmeier). No obstante, salvo el personaje interpretado por Ethan Hawke –veterano de la Guerra de Secesión que se debate entre la cobardía y la lealtad–, los demás no consiguen tener esa complejidad oculta o misterio agreste que pueblan los mejores westerns. Por lo demás, las citas a Sturges o a Sam Peckinpah –como ese montaje exultante de la violencia final– hablan de una cinta que, más cerca del entretenimiento ligero, sabe incorporar los códigos de un arte perdido sin que este le pese en demasía.

El principal escollo de Fuqua no es, como algunos podrían creer, la sombra de “Django” (Quentin Tarantino, 2012). El problema es que no profundiza en la heterogeneidad de los tipos sociales o culturales que presenta. De hecho, el mismo Hawke llega a robar el protagonismo a Washington, al encarnar una fractura moral y de carácter que cuestiona la recia hombría del cowboy.

Eso sí, lo que estos siete magníficos pierden en densidad lo ganan en cierto poder de evocación: entre secuencia y secuencia, asoma un fino homenaje a la amistad heroica de tiempos ya idos.

Por su parte, el villano Bogue, muy bien delineado como financista cínico y portador de explosivos o metralletas modernas, es el símbolo certero de un futuro que, más allá de la ficción, estamos seguros de que terminará barriendo con todo, incluyendo el mismo mito romántico del western que Fuqua quiere reivindicar.

AL DETALLE
Película: “Los siete magníficos” (“The Magnificent Seven”)
País y año: EE.UU., 2016.
Género: western.
Director: Antoine Fuqua.
Protagonistas: Denzel Washington, Ethan Hawke, Peter Sarsgaard, Chris Pratt, Haley Bennett.

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