En el portal IMDB, la base de datos cinéfila más famosa de la web, “Ultra Warrior” ocupa el penúltimo lugar en puntuación entre las películas peruanas de todos los tiempos. Su calificación es de 1.9 sobre 10, lo cual la coloca bien al fondo, solo por encima de “Gemelos sin cura”, la desconcertante comedia protagonizada por un Melcochita duplicado (esta obtiene como puntaje un histórico 1.2, o sea, casi cero). A pesar de esto, “Ultra Warrior” posee una historia tan insólita que no merece ser desterrada a los confines del olvido.
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Para empezar, ¿de qué trata “Ultra Warrior”? De un mundo posapocalíptico, año 2058, en el que unos sobrevivientes del holocausto nuclear deberán luchar contra un grupo de excéntricos villanos. “Nómadas genéticamente deformados”, es como los describe uno de los personajes. Así, a medio camino entre “Mad Max” y “Dune”, nos topamos con un hombre con orejas de roedor y una mujer con cuatro tetas. A ese nivel.
Suena extraño para un proyecto hecho en el Perú de la época (fines de los años ochenta), pero es una entre varias películas que el gran productor estadounidense Roger Corman impulsó en la región. En un afán quizá de abaratar recursos gracias a los beneficios tributarios de la época, Corman se aliaba con productoras locales y filmaba en países como Chile o Perú. Así se hicieron otras cintas como “Crime Zone” (1988) y “Full Fathom Five” (1990), a las que alguna vez un autor categorizó con el término ‘latsploitation’: cintas de bajo presupuesto norteamericano hechas en tierras latinas.
El contacto de Corman en el Perú era Lucho Llosa, que ya venía de la experiencia internacional con “Misión en los Andes”, de 1987. Para ese nuevo proyecto específico, sin embargo, Llosa convocó como director a Augusto Tamayo, quien venía de cosechar un éxito inusitado con “La fuga del Chacal”. Él era el indicado para embarcarse en una cinta con acción, efectos especiales y buenas pretensiones de taquilla. Pero en ese punto las cosas comenzarían a complicarse.
CINCO PELÍCULAS EN UNA
Primer problema: que “Ultra Warrior” no se llamaba originalmente así. Su nombre era “Welcome to Oblivion” y es esa la cinta que comenzó a dirigir Tamayo San Román hasta que el plan dio un giro total. La insatisfacción de la compañía de Corman, Concorde-New Horizons, con el producto final no solo motivó que le cambiara el título, sino que la volviera a ensamblar con abundantes escenas de otras películas de serie B, parchándola hasta el punto de dejarla como un irreconocible Frankenstein.
“Yo reconozco como mía ‘Welcome to Oblivion’ –afirma hoy Tamayo, 30 años después de aquella frustrante aventura–. La otra película [‘Ultra Warrior'] es una combinación de cinco películas unidas por su productor de una manera de lo más estrambótica, que sacó una película gratis con pedazos de cinco películas distintas. Yo no la reconozco como mía”.
El productor al que se refiere el cineasta peruano es Kevin Tent, estadounidense que figura como codirector en los créditos de “Ultra Warrior”. Y aunque Tamayo no lo recuerde particularmente con aprecio, con los años Tent se ganó un lugar importante en Hollywood, como editor de películas como “About Schmidt”, “Inocencia interrumpida”, “Entre copas” o “The Descendants”. Por esta última llegó a ser nominado en la categoría Mejor Edición en los Premios Óscar del 2011, nada menos.
“De ‘Ultrawarrior’ no sabría qué decir porque no intervine sino en un quinto de los planos. De la otra podemos hablar todo lo que quieras”, dijo Tamayo para esta nota, pero no volvió a declarar.
HABLAN LOS ACTORES
Las escenas grabadas en el Perú de “Ultra Warrior” (o de “Welcome to Oblivion”, como insiste Tamayo) se repartieron entre varias locaciones: las canteras de Carabayllo, una ladrillera en Conchán, el Museo de la Nación (su arquitectura brutalista se prestaba para el futurismo), un centro comercial Camino Real que ya mostraba su decadencia, y el Coliseo Amauta, donde tiene lugar el clímax de la cinta, con balaceras, explosiones y una escena que no tiene precio (alerta de ‘spoiler’: salte al siguiente párrafo si quiere evitarlo): Orlando Sacha, villano principal de la película, despegándose la piel de la cara y revelándose como una suerte de reptiliano. Obra maestra de la precariedad.
Otra historia curiosa es la del protagonista de “Ultra Warrior”: el actor estadounidense Dack Rambo. Tras varios años de formar parte del elenco de la serie “Dallas”, Rambo empezó a alternar en papeles más pequeños para el cine y la TV. En 1991, un año después de su trabajo en “Ultra Warrior”, anunció que era portador del VIH, se retiró de la actuación y murió en 1994, con solo los 52 años.
“Yo andaba con Dack Rambo en toda la primera parte de la película”, recuerda Diego Bertie, cuyo primer papel en el cine fue justamente en “Ultra Warrior”. Tenía poco más de 20 años y actuó como un improvisado ayudante del protagonista… pero solo por 17 minutos de metraje. “Luego me matan de una forma horrorosa”, rememora con buen humor sobre la escena en el C.C. Camino Real en que su personaje es baleado sin piedad.
Él, como muchos de los actores peruanos en la cinta, llegó allí a través de Iguana Producciones, compañía productora de Lucho Llosa. El hablar inglés lo ayudó en el casting, al igual que a Diana Quijano, Carlos Cano o Ramón García. Este último aparece con metralleta en ristre y con un look a lo Mario Baracus.
“Esa película es más mala…”, dice el siempre risueño García. “´Pero tuve que preparar el personaje. Me corté el pelo, hice pesas, me entrené. Una anécdota que recuerdo es la vez que salimos del Coliseo Amauta en el arenero que manejaba Orlando Sacha. Y nos fuimos hasta Conchán, pero con todo y vestuario. Imagínate pues, cruzando Lima así, éramos unos bichos raros. Un ‘Mad Max’ de abajo del puente”.
Poco éxito tuvo esa fantasía ‘steampunk’ en su momento. Tamayo retomó la dirección seis años después con “Anda, corre, vuela” y luego abandonó el futurismo radicalmente para cobijarse en sus producciones de época como “El bien esquivo” y “Una sombra al frente”. Pero, a 30 años del experimento, vale la pena revisarlo como forzado objeto de culto o por simple curiosidad.
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