“Vaquero del mediodía”: la crítica de Sebastián Pimentel a la película disponible en Netflix

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Cuenta la historia que un día estaba el novelista Juan Villoro en un café del D.F., conversando con Mario Santiago —poeta maldito del Infrarrealismo y principal socio literario de Roberto Bolaño—. Hasta que, de pronto, llega a la mesa Samuel Noyola, poeta salvaje en ciernes. Como llevaba botas y atuendo de ranchero, y justo el reloj marcaba las 12:00 m., Santiago le puso el mote, con mucho de homenaje, “vaquero de mediodía”.

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Esta anécdota la cuenta el mismo Villoro frente a la cámara de Osorno, aunque no sin cierta crispación y temor; ya que Noyola, el poeta que es objeto del documental, fue visto por última vez el 2008. La película no solo es una indagación por el paradero del escritor desaparecido —la cámara viaja por los parajes más sórdidos de México—, sino también es un rompecabezas hecho de las confesiones de sus amigos y familiares.

Osorno advierte, desde el inicio, que el suyo no será un retrato solemne ni acartonado. En fidelidad al título, la música compuesta por Esteban Aldrete —que recuerda la de Ennio Morricone para los westerns de Leone— le da una inflexión legendaria pero también sardónica a unas imágenes que complotan contra cualquier dramatismo o sentimentalismo excesivo. El tono general será más bien celebratorio y dionisiaco.

Pero, por otra parte, el documental tampoco cae en las trampas de la ligereza o frivolidad. Hay silencios que acompañan los gestos absortos de los amigos de Noyola, y que interrogan con dolor sobre su extraña fuga, sobre su locura y su cordura, sobre el misterio de su vida. Y, lo más interesante, el material de archivo que da cuenta de actos performáticos o cotidianos del autor de los versos de “Tequila con calavera”.

Osorno utiliza su cámara como un arma de reportaje, pero también como un lienzo donde se inscriben los versos encendidos y alucinados de un poeta que parecería emular a Rimbaud, si no fuera porque su extravío no tiene nada de calculado. Será la muerte de uno de sus protectores literarios, Octavio Paz —quien conoció personalmente a Noyola y lo llamó “el poeta más inspirado de su generación”—, lo que precipitaría la caída.

Y lo interesante también está en esa forma que tiene Osorno de traspasar los ámbitos sociales y culturales de México, ya que esa fue también la proeza de Noyola: del ganador del Nóbel y los círculos de “Letras libres”, hasta las barriadas más humildes y peligrosas de las periferias, desde los cenáculos y las bohemias más cultas del D.F., hasta las historias de vagabundeos, latrocinios y fechorías como alcoholizado indigente nómade.

“Vaquero del mediodía” convence, apasiona y conmueve no solo por la rigurosa evocación de un artista que decidió no tranzar con las reglas que impone una sociedad cada vez más cínica y materialista. También es un dispositivo filosófico aún más intenso en la medida en que Osorno hace ver cómo los versos de Noyola alumbran su vida, y viceversa. Y cuando nos enteramos que, en una de sus últimas estancias, la gente pobre de un barrio olvidado decide cuidar de Noyola, que duerme en un viejo carro abandonado, intuimos también que este retrato cobija otro más grande, el de un país, y quizá el de un continente.

Ficha Técnica

Título original: Vaquero del mediodía

Género: Documental, biografía

País y año: México, 2019

Director: Diego Enrique Osorno

Actores: Samuel Noyola, Carlos Martínez Rentería, Juan Villoro.

Calificación: Cuatro estrellas ( 4 )

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