"Lo que el viento se llevó" regresa a los cines después de 75 años. Y, en realidad, parece que no ha pasado ningún día: la cinta de Victor Fleming sigue resultando fresca, apasionante y monumental como pocas. El paso del tiempo no ha afectado a esta película, lo que resulta curioso teniendo en cuenta que, en el rodaje, nadie se llevó bien con nadie. Pero, a veces, el mejor arte no tiene un proceso feliz: lo que importa es que el resultado final sea ideal. Y en "Lo que el viento se llevó" vaya que lo fue. Aquí, algunos detalles de una cinta que quedará, para siempre, en la historia del cine.
1. VIVIEN LEIGH Y CLARK GABLE NO SE AGUANTABAN
Sí, se sabe que durante el rodaje no se soportaban. Que besarse fue de las peores cosas que les pasó a los dos: él, con el aliento de cebolla; y ella fumándose hasta cuatro cajetillas de cigarros al día. Pero la química entre Scarlett O'Hara y Rhett Butler, los personajes que interpretaron, es única, poderosa, de esas que quedan grabadas en la historia del cine. Cada momento entre ellos saca chispas. Mire esta pequeña secuencia y vea si no es así.
George Cukor y David O. Selznick, el mítico productor del filme, tenían una larga relación de trabajo, e hicieron durante dos años la preproducción de la cinta. Pero ya habían ciertos desacuerdos en cuanto al guion y al ritmo que debía tener la producción. La tensión explotó en el rodaje: a Selznick le desesperaba el ritmo de trabajo más bien lento del cineasta, y el mismo Cukor dijo que no podía seguir trabajando en una producción en la que sentía que las cosas no se estaban haciendo bien.