Fue a mediados de 1939 cuando el historietista peruano Javier Flórez del Águila tuvo en sus manos un ejemplar de la revista “Vosotras”, traído por el canillita de la familia. Al hojear la revista de su madre, encontró una historieta muy particular, llevaba como título ‘Blondie’ y el subtítulo de ‘un matrimonio original’. Su autor firmaba como Chic Young y a página completa, dividida simétricamente en ocho viñetas de igual tamaño, narraba los avatares de una pareja norteamericana de clase media y suburbana, formada por Blondie Boopadoop (su apellido de soltera) y Dagwood Bumstead.
El futuro creador de “Selva misteriosa” se hizo lector de “Vosotras” e incondicional hincha de Blondie, tira cómica que no llegaba aún a los 10 años de edad. “Cada semana, antes que la lea mi madre, con mi hermano Guillermo hojeábamos la famosa revista “femenina” argentina, buscando encontrar a Dagwood durmiendo en el sofá de la sala o su encontronazo con el cartero Beasley cada vez que salía volando (literalmente) hacia su trabajo con el desayuno en la mano para llegar a tiempo a la oficina”, comenta.
Esas llegadas a destiempo, su torpe desenvolvimiento laboral, los golpes que le atinaba su jefe, el cascarrabias Julius Caesar Dithers, las escenas en la bañera, o los asfixiantes besos con que marido y mujer se saludaban y despedían a diario, eran los gags favoritos de Flórez del Águila y, aunque se repetían a menudo, nunca le aburrían. “Eso demuestra el valor que tiene esta genial historieta”, afirma.
REBAUTIZO MEXICANO
Posteriormente, con la invasión mexicana de los “chistes” de la Editorial Novaro, una nueva generación conocería a la pareja con otros nombres. Así, Blondie y Dagwood Bumstead (algo así como Rubiecita y Cabeza Dura) se convertirían para los lectores latinoamericanos en Pepita y Lorenzo Parachoques. Flórez del Águila lamenta aquel cambio: “No solo a ellos los enviaron a la oscuridad del anonimato”, -advierte-. “Alexander, el hijo mayor, recibió su nombre en memoria del gran Alex Raymond, quien en sus inicios como historietista fue ayudante de Young. Llamarlo Goyito Parachoques borró el homenaje del autor”, deplora. Por su parte, Cookie, la hija menor, pasó a llamarse, gracias a la extraña inventiva de la editorial mexicana en Cuquita Parachoques.
BLONDIE, PROTAGONISTA
Creada por Murat Bernard “Chic” Young para la King Features Syndicate y publicada en diversos rotativos desde el 8 de septiembre de 1930, el personaje de Blondie, en sus años de soltería, aparecía como una ‘flapper girl’, aquellas alocadas y fiesteras muchachas que caracterizaron la década de los años veinte. “Conoció a Dagwood, heredero de una fortuna billonaria y se enamoraron. Pero al casarse, en plena luna de miel, el joven es desheredado y se convierte en un desocupado. Así, Chic Young decide que su tira cómica deje de ser una típica ‘flapper strip’ para transformarse en una ‘family strip’, que retrataba una pareja de la clase media estadounidense que debe sobrevivir, sin muchas habilidades, tras la Gran Depresión”, explica Flórez del Águila.
Para Carla Sagástegui, escritora, guionista de cómics y profesora de Literatura de la PUCP, este cambio de clase social es también una demostración de cómo aquel desenfadado estilo de vida feminista no pudo sobrevivir al llamado ‘Crack’ de 1929. “’Flapper’ se les llamaba a aquellas jóvenes que, después de la Gran Guerra, asumieron un nuevo estilo de vida. Lucían un distintivo corte de cabello, usaban maquillaje, bailaban jazz, bebían, fumaban, conducían y tantas otras conductas consideradas previamente masculinas. Todo ello resultó una afrenta para la millonaria y conservadora familia de la que provenía Dagwood (Lorenzo)”, afirma.
Como señala Sagástegui el mismo matrimonio resultó también un reto, pues tras ser desheredado, Lorenzo mantuvo su amor por Pepita y ambos aceptan llevar una vida de economía y rutina clasemediera. “Poco a poco, su familia se va constituyendo de la mano de sus lectores, quienes verán crecer a sus hijos Goyito y Cuquita (Alexander y Cookie) hasta convertirse en adolescentes. En un matrimonio que ha luchado por su propia independencia, Pepita aporta a la familia fundando con su mejor amiga un negocio de comida. Hay que desearle larga vida a un cómic que hasta hoy sigue tan vigente como el amor de esta pareja”, añade.
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