De madrugada, en un barrio de Buenos Aires, Juan Salvo regresa de su largo viaje por el tiempo y el espacio. Aparece en el estudio de un insomne guionista de historietas que, asombrado, observa como al otro lado del escritorio su invitado va tomando forma. “Estoy en la Tierra, supongo”, son sus primeras palabras. Así comienza “El Eternauta”, historieta de culto argentina escrita por Héctor Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López. Fue publicada por entregas en la revista “Hora Cero Semanal” entre 1957 y 1959, con una gran cantidad de secuelas y reediciones.
Su trama no pasó desapercibida: en un futuro cercano, una despiadada raza extraterrestre aterriza sus naves en la ciudad de Buenos Aires. La nieve radiactiva extermina gran parte de la población y solo unos pocos, protegidos con escafandras y filtros, pueden salvarse del exterminio. Pero eso fue solo el comienzo: criaturas monstruosas acosarán a las tropas humanas que resisten en espacios porteños tan emblemáticos como el Parque de Palermo, la avenida General Paz o el estadio de River Plate.
A fines del 2021, “El Eternauta” será llevada a la televisión vía Netflix. La noticia fue anunciada por el CEO y director ejecutivo de esta plataforma de streaming, Reed Hastings. La serie promete escenarios impactantes, gran trabajo de producción y derroche de efectos especiales.
-El maestrito Solano-
En el 2007, a los 80 años, el maestro Solano López visitó Lima invitado por la Feria del Libro Ricardo Palma. De aquella entrevista, recordamos su mal humor. Había motivos: llevaba décadas sosteniendo una contienda legal para recuperar sus derechos de marca del célebre cómic, que consiguieron recién en el 2008 sus hijos en la Corte Suprema de Justicia. Aquellos litigios trabaron los proyectos previos para adaptar la obra al cine. Sin embargo, el artista se animaba al recordar cómo, con lo que él consideraba “sus humildes recursos técnicos”, ayudó a su amigo Oesterheld a contar aquella tan terrible historia.
Una pesadilla que 20 años después terminó siendo premonitoria: los monstruos no eran criaturas de otro mundo, sino miembros de las Fuerzas Armadas que impusieron una feroz dictadura, la cual costó 30.000 desaparecidos entre 1976 y 1983. Una pesadilla que tuvo entre sus víctimas al propio Oesterheld y a su familia.
En efecto, en 1975 el guionista se había sumado a los montoneros, un grupo armado peronista, y dos años después fue secuestrado por militares en la ciudad de La Plata. Para entonces sus cuatro hijas ya habían sido desaparecidas (dos de ellas embarazadas), así como sus dos yernos y dos nietos. Fue asesinado un año después, sin saberse aún las circunstancias ni la fecha exacta. Hasta hoy, su cuerpo no ha sido encontrado.
Solano López conoció a Oesterheld a fines de los años 50, cuando entró a trabajar a la editorial Frontera, fundada por el guionista. Tras el éxito de su asociación en el título “Rolo el marciano adoptivo”, el dibujante le sugirió trabajar una serie de ciencia ficción más realista. A las pocas semanas, Oesterheld le entregó el texto de “El Eternauta”. Como en todo relato de género, había invasiones extraterrestres y armamentos fantásticos, pero lo inédito fue poner el acento en la humanidad de aquellos personajes comunes enfrentados a una tragedia de dimensiones cósmicas.
-Entrevista en Lima-
Cuando visitó la feria Ricardo Palma, Solano López tenía 80 años. Seguía dibujando “El Eternauta”, y decía que su relación con el personaje era especialmente afectiva. “Es un caso muy especial: tiene su público, su clima y condiciones editoriales marcadas por su historia. La vengo dibujando con la misma forma tradicional del inicio. Pero estoy un poco saturado de su peripecia. Quiero buscar una forma de reorganizar la producción y la continuidad del personaje. Buscar un acuerdo entre mi persona, los herederos, el dibujante que elija para responsabilizarse del trabajo, para quitarme un poco el peso de seguir dibujando 30 páginas al mes de ‘El Eternauta’”, decía.
Con este cómic, Buenos Aires apareció en el mapa de la ciencia ficción. Lo curioso era que, quizás por ocurrir en el Tercer Mundo, eran los invasores alienígenas quienes finalmente lograban invadirnos. Solano López lo explicaba entonces: “Tanto Oesterheld como yo sabíamos que los finales felices son una de las debilidades del género. Pensábamos que la aventura podía estar a la vuelta de la esquina. Y lo practicábamos como algo natural, razonable y espontáneo”.
En el año 57, cuando nació “El Eternauta”, solo existían en Argentina revistas convencionales como “Rico Tipo” o “Patoruzú”. Con la entrada de esta novela gráfica, recordaba Solano López, la historieta argentina adquirió madurez. Y ello porque Oesterheld incorporó en el campo de la historieta la narrativa clásica. “Melville, Conrad o Jack London pertenecían a su bagaje cultural. Tenía una curiosidad intelectual inagotable, se mantenía siempre actualizado con temas científicos y sociológicos. Cuando producía un trabajo, le agregaba a la médula de la peripecia aventurera conocimientos sólidos de tipo histórico, científico o fantacientífico. Ese fue su aporte”, nos dijo.
Cuando le recordamos el triste sentido premonitorio de “El Eternauta” en la historia argentina, avizorando el terror de la dictadura militar de Videla, el dibujante descartó que ambos, tanto guionista como dibujante, fueran conscientes de aquel poder. “Fuera de nuestras fronteras se vivía un estado de ánimo parecido. La aparición de los primeros platos voladores despertaba la imaginación de la gente. La amenaza de la guerra atómica hacía temer un holocausto. Los rusos eran los cucos de aquella época. Los estadounidenses van eliminando cucos y sustituyéndolos por otros. Algo de eso estaba en nuestro subconsciente en 1957, cuando con todo ese repertorio de fantasía científica nos dedicamos a un campo inexplorado como la ciencia ficción. Así de espontánea fue nuestra recreación de los conflictos generados por una invasión extraterrestre en Buenos Aires”, decía.
Por supuesto, con Solano López no podíamos dejar de hablar sobre la devastadora desaparición de Oesterheld a manos de los agentes de la dictadura. “Fue un golpe muy duro”, recordó. “Mi hijo y yo habíamos viajado a España pocos meses antes. Mi hijo también militaba, estuvo preso casi un año y yo conseguí que lo liberaran prometiendo que nos iríamos del país. En España nos enteramos de la muerte de Oesterheld...”, añadió conmovido.