(Especial desde Barcelona). Es fácil perderse entre tiendas de funkos, camisetas y juegos de rol. Distraerse con cada espléndida She Hulk que pasa a nuestro lado o pasar discretamente al lado de algún Stormtrooper, siempre intimidante. Si uno quiere alcanzar el nervio de la Cómic Barcelona, deberá romper el cerco de las tiendas de merchandising y las procesiones de cosplayers frente a los food courts hasta alcanzar a las plataformas editoriales convocadas cada año, a inicios de abril, en el centro de convenciones de Montjuïc.
Para Meritxell Puig, su directora general, no ha sido fácil recomponer el antes llamado Salón del Cómic y llegar a la edición 41 luego de la crisis sanitaria. “Fueron dos años de pandemia sin poder hacer eventos”, explica. Una sobrevivencia posible gracias a través de los eventos “online”, pero siempre a la espera de la tan ansiada presencialidad. Para retomar el año pasado, coincidiendo con su 40 aniversario, debió recomponer un equipo humano ya disperso, para lo que fue un evento que, en su tímido reinicio, sirvió para testear la optimista respuesta del público recuperado.
Esta edición, tras cerrar sus puertas con la cifra de 110 mil visitantes, resultó mucho más gratificante para los organizadores. Puig lo llama “el año la efervescencia”, gracias al regreso de los invitados internacionales y de las grandes exposiciones. Este año, el Gran Premio del Salón lo obtuvo la historietista Trini Tinturé (Lérida, 1935), institución de la historieta y la ilustración de la península, pero invisible bajo los grises años del franquismo. A su reconocimiento se sumó una potente presencia de mujeres dedicadas al humorismo gráfico, quienes, sin duda, robaron buena parte de la atención que se dedica a hipermusculados superhéroes. Nombres que en América Latina suenan poco, pero que en España resultan indispensables: desde las pioneras Àngels Sabatés, Isabel Bas o Mariel Soria, a las contemporáneas Flavita Banana, Moderna de Pueblo, Raquel Gu, Pedrita Parker o Ana Oncina, además de latinoamericanas que han logrado entrar al mercado europeo como la argentina Agustina Guerrero, la colombiana Angi Mansur o la peruana Rocío Quillahuamán. “Estamos viviendo un momento muy bonito en España, con autoras maravillosas y consolidadas, una nueva generación que arriesga con proyectos muy diversos e interesantes. No es fácil ser autora, pero creo que en España lo están haciendo muy bien”, señala Puig, quien anima a los historietistas de la región a dar el salto: “Pienso que para el autor o autora latinoamericana, si quieren venir a España a empezar su carrera, este es el momento”.
Un apunte sobre la industria
Con una media de 110.000 visitantes, el Comic Barcelona es un evento en que el público viene a descubrir novedades, conocer a sus autores y autoras favoritos, y a participar de conferencias, exposiciones o espectáculos. Pero especialmente, llega al centro de convenciones instalado frente a la Plaza España, para comprar. Su proyección en ventas equivale a lo que las editoriales obtienen en las temporadas de Navidad y en la del Sant Jordi, como se celebra en Barcelona el Día del Libro.
Quien entró al Cómic Barcelona teniendo en la cabeza los nombres de autores que reinaban hace una década, tendrá que llevar un curso intensivo para descubrir a los autores de la generación del relevo. Si algo caracteriza a la feria catalana es que su atención mayor está en poner en vitrina las nuevas tendencias del cómic europeo, que siempre pelea su espacio frente a las industrias del manga japonés y la producción súper heroica concentrada en las casas estadounidenses Marvel y DC. “Si bien los superhéroes siguen en auge, hay otras cosas que también gustan. A mí me sorprende y me gusta ver cómo los cómics que no tienen nada que ver con ese género circulan con fuerza entre los jóvenes y adultos”, advierte Puig.
¿Y cuáles son esos libros que marcan tendencia? Para saberlo hablamos con una leyenda del medio local: Emilio Bernárdez, el editor de la Cúpula, y uno de los responsables de la revista “El Víbora”, junto con el también legendario Josep Maria Berenguer, fundada en 1979, y que reclutó a maestros del cómic español tan reconocibles como Nazario, Martí, Max o Roger. Gran conocedor del mercado del cómic, gracias a olfato los lectores hispanohablantes hemos podido descubrir la obra de autores como Ralf König, Daniel Clowes o Peter Bagge, invitado del Comic Barcelona el año pasado y cuya obra clave, “Odio”, ha llegado ya al tercer tomo traducido al español por el escritor Hernán Migoya. Asimismo, este sello publicó los primeros tebeos LGBT y feministas en la península (con autores como Gloeckner y Dreschler), y lanzó las carreras devarios autores españoles jóvenes, como es el caso de Ana Oncina, Sole Otero o Anabel Colazo. “Digamos que somos muy selectivos con el material que escogemos. Había gente que se reían de nosotros, de lo que hacíamos, y que ahora están sacando la chequera para contratar a los autores que antes teníamos nosotros. Porque ahora son negocio”, nos comenta con orgullo Bernárdez en su stand, uno de los más asediados por los lectores que no hacen concesiones al mainstream, hartos de personajes con superpoderes o de la evolución de los pokemones.
“El año pasado no hubo tantos visitantes al Salón”, confirma el editor cuando le preguntamos por la recuperación de la industria después de la emergencia sanitaria. Lo cierto es que, desde el confinamiento, el público local empezó a consumir más cómics por Internet, ediciones en papel que compraban virtualmente para leerlos en casa. “La pandemia fue una desgracia para casi todo, pero al cómic lo benefició con un crecimiento de cerca de un 5%. Dada la naturaleza tan precaria de esta industria, agradecimos ese 5%”, comenta.
Este año, la novedad de su sello fue “Dulce de Leche”, perturbadora obra de Miguel Vila, historietista italiano de ascendencia argentina, quien ofrece una muy peculiar visión de las parafilias, en este caso, la obsesión del protagonista por las mujeres lactantes. El suyo es un cómic que está en boca de todos los críticos y medios especializados españoles. Otro título solicitado es “Que el fin del mundo nos encuentre bailando”, de Sebas Martín, una historia de amor homosexual durante los años de la República española, a pocos meses del estallido de la Guerra Civil.
Latinoamérica, casi ausente
A cualquier visitante Latinoamericano le sorprenderá que los autores latinoamericanos sean una presencia marginal. El único autor de cartel, de ventas aún aseguradas es el desaparecido Quino. Y si se pregunta por ellos a los editores, serán especialmente mujeres autoras las que han encontrado un lugar en los anaqueles. Así, además de las anteriormente citadas Guerrero, Mansur y Quillahuamán, Bernárdez destaca los trabajos de las autoras chilenas alrededor de la revista Brígida, como Marcela Trujillo, Sol Díaz, Isabel Molina o Pati Aguilera, así como o la colombo ecuatoriana Power Paola.
Otras novedades a destacar, y por las que habrá que esperar buen tiempo por si llegan a librerías locales son “Por culpa de una flor” de María Medem (Blackie Books), ambicioso cómic de esta autora sevillana de 28 años, enfocada en las sensaciones que transmite la naturaleza, y que replica con una explosión de color; “Algunos maestros y toda la verdad”, del valenciano Daniel Torres (Norma), quien mereció el Gran Premio del Cómic Barcelona del año pasado, y cuya obra se expone como la gran exposición de la feria; “Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión” (Salamandra Graphic), del italiano Igort, escalofriante volumen que da cuenta de los primeros cien días de la guerra de Ucrania a través de testimonios recogidos desde el país invadido por Rusia hace un año.
Asimismo, otro ejemplo del mejor cómic europeo es “María la Jabalina”, de Cristina Durán y Miguel Ángel Giner (Astiberri), que ilustra la historia de María la Jabalina, joven anarquista que en 1942, a los 25 años en Paterna, se convirtió en la última mujer fusilada por el franquismo; también “Frankenstein” (Bang Ediciones), de la barcelonesa Sandra Hernández, que nos propone una original vuelta de tuerca a la novela de Mary Shelley, sin romper con el espíritu del clásico ni con su atmósfera de terror, enfocada en la maternidad y el miedo al diferente.
TE PUEDE INTERESAR
- Descubra cómo una artista puede analizar el miedo a la pandemia a través de un microscopio
- De cómo una Princesa Inca decidió el acercamiento del Museo del Prado al arte americano: Una entrevista exclusiva con el responsable uno de los museos más importantes del mundo
- “En el Perú no hablamos de la muerte con naturalidad, sino más bien como espectáculo”
- ¿Cuál es la novela más emblemática de los últimos 70 años?
- Atención otakus: “Shikimori”, “Love in focus”, “Joy” entre otros mangas llegan al Perú por “Distrito Manga”