Jon Arbuckle (Jon Bonachón en la versión hispana) habla con su gato. Le insiste en la importancia de una dieta y de levantarse temprano. Siempre ingenuo, su tolerancia lo caracteriza. Esta relación no nos sorprendería si no fuera por las irónicas respuestas de su mascota. El no puede comprenderlo, pero nosotros, lectores cómplices, sí. Esta empatía entre lectores y personajes animales no es nueva, por supuesto. El Bestiario parlante se origina desde los inicios de la historieta. Pero leer los pensamientos de un animal es una posibilidad que le debemos Charles Schulz, autor del más noble y filosófico Snoopy, capaz de romper la cuarta pared con sus reflexiones dirigidas el lector, mirándolo desde el techo de su caseta.
El 19 de junio de 1978, hace 45 años, se publicó la primera tira de Garfield. En una única viñeta, Jon, su protagonista humano, declara al lector: “Nuestro único propósito es entretenerles”, mientras que Garfield, a su lado, replica: “Dame de comer”. Evidentemente, el historietista Jim Davis, otro joven del medio oeste, había tomado la simplicidad de Schulz como guía, y en la primera semana de Garfield le brindó un homenaje dibujando al gato haciéndose un ovillo para reflexionar: “la felicidad es un televisor caliente”.
Esta nueva tira sobre un gato gordo y algo ruin aficionado a la lasaña resultó ser uno de los lanzamientos más exitosos en la historia del cómic. Davis, entonces de 33 años, había hecho un esfuerzo consciente por crear un buen personaje fácil de vender, y su fórmula no demoró em probar su éxito: solo dos años después, la primera recopilación de Garfield resultó el libro más vendido en la lista del New York Times, ¡por dos años consecutivos! Davis asimilaba de manera consciente el éxito de Schulz como modelo. El programa de licencias de “Peanuts”, la serie de Charlie Brown y Snoopy, “era el modelo que yo quería aplicarle a Garfield”, declaraba Davis a la prensa.
No fue aquel el único zarpazo del British Shorthair Red contra el célebre Beagle. Como detalla David Michaelis en su monumental biografía dedicada a Charles Schulz, en 1982, “Garfield” alcanzó la emblemática cifra de los mil diarios suscritos a su tira, cantidad que “Peanuts” demoró veinte años en alcanzar. Al año siguiente, Davis rompió todos los récords al colocar simultáneamente siete libros de su popular gato naranja entre la lista de los más vendidos del Times. Para entonces, “Garfield” ya había aparecido en la portada de la revista “People” y aparecía en 1400 periódicos, en 22 países. Como muestra de esta auténtica fiebre, el felino desplazó a Snoopy en el tradicional desfile de Acción de Gracias de Macy’s, en Nueva York.
Por años sin competencia, Schulz debió aceptar, no sin fastidio, que un gato quería montarse sobre sus rodillas mientras ocupaba su trono. Las cifras en ventas en Estados Unidos eran elocuentes: en 1985, Garfield gozaba de ingresos anuales de 6 millones y medio de dólares, acercándose a Peanuts, entonces con 8 millones. El padre de Snoopy aprovechaba cuanta oportunidad tenía para despotricar en privado de Davis como historietista. Para él, su arrogante gato celebraba la pereza y el cinismo. Le parecía feo, insultante y perverso, como apunta su biógrafo Michaelis. Mientras tanto, para Davis, Schulz era una figura paternal, una conciencia artística, de quien habría agradecido algún tipo de señal de aprobación. Sin embargo, esa señal nunca llegó. Más bien Schulz se puso furioso cuando su sindicato le informó de que tanto “Peanuts” como “Garfield” compartirían el equipo de publicidad, lo que le obligó a amenazarles con abandonar la editorial.
Ciertamente, Garfield se dirigía a otro público. Mientras el humor de Schulz tendía a lo intelectual, lo afectuoso y la ternura, Jim Davis apelaba a la vulgaridad doméstica, sin mayor sutileza, agresivo y con un matiz de malicia. Sin embargo, el propio Davis ha confesado que, sin Snoopy, sin su humor hecho a partir de pequeños incidentes cotidianos, no habría podido crear a Garfield. Quizás resulte antipático celebrar el cumpleaños de un personaje entregando a otro el regalo, pero ciertamente, tras aquel cínico gato, sus docenas de libros traducidos a 26 idiomas, sus series de televisión, películas y popular merchandising, siempre encontraremos la sombra que proyecta un perro librepensador.
Tiene cachetes amarillos, pelo anaranjado y habla. ¿Garfield? No en este caso. Así como la obra de Schulz fue fundamental para la creación de Jim Davis, lo mismo habría ocurrido con Garfield hacia Gaturro, otro gato caricaturesco de similares características, creado por el argentino Nik. El autor, quien ha llamado la atención a lo largo de los años por piezas demasiado parecidas, otras casi idénticas, a trabajos de otros autores, incluyendo Quino. Si bien Davis no ha dicho nada sobre este “hijo no reconocido”, quien sí habló es Gary Barker, artista que ha trabajado como dibujante oficial de Garfield. En una publicación para Instagram dibujó a Gaturro rodeado por Garfield y el perro Odie, visiblemente confundidos. Y cómo no estarlo. A.R.G.