El humor que Markus le imprime a Caraxo Man tiene el ritmo y el lenguaje de la calle. Un territorio que comenzó explorando en bicicleta y luego en moto. Más potente que la de su personaje, eso sí. (Foto: Nancy Chappell)
El humor que Markus le imprime a Caraxo Man tiene el ritmo y el lenguaje de la calle. Un territorio que comenzó explorando en bicicleta y luego en moto. Más potente que la de su personaje, eso sí. (Foto: Nancy Chappell)
Enrique Planas

¿Es Caraxo Man un héroe?, le pregunto. La negativa que Markus ofrece como respuesta es enfática: él siempre se ha reído de la idea del paladín justiciero. Su personaje, tan pelucón como él, quizás ni alcance a definirse como un antihéroe. Resulta, a secas, un entrañable sinvergüenza. Un personaje que, volando sobre su moto, acompañado por su perro Kurgan y de Cuca, su cucaracha consejera, vive aventuras a veces disparatadas, otras surreales, en nuestra igualmente disparatada y surrealista capital.

Sin embargo, puede que haya algo heroico en él. Para los lectores que lo acompañamos en medio del tráfico desde 1992, Caraxo Man nos ha salvado de la ansiedad urbana gracias a su achorado estilo para sacarle la vuelta a la adversidad. Cómo quisiéramos enfrentarnos, como él, al tombo coimero, al chef abusivo, a la autoridad corrupta y chamullera.

— Abres "... Pero qé Caraxo", el último tomo de las aventuras de Caraxo Man, versionando "El grito", un personal homenaje al pintor Munch. ¿Existe una ansiedad específicamente limeña?
Pienso que sí. Salimos a la calle y la percibimos. Desde que surgió el personaje, Caraxo Man siempre se ha quejado de la ciudad. Y la cosa ha ido creciendo en una progresión geométrica, con el crecimiento del parque automotor y el desarrollo contrahecho de la ciudad, que quita áreas verdes para hacer más pistas. En 1992, cuando nace el personaje, yo ya recorría Lima en bicicleta, y me enfrentaba así a toda la fauna de las pistas. Luego me convertí en motociclista, y adquirí otra visión. Sobre ese asiento percibes desde otro lado este caos.

— ¿Más allá de lucir más panza, cuánto ha cambiado Caraxo Man en estos años?
¿Está más panzón? En la historieta donde lo visto de Batman está panzón porque versiona la serie de los años sesenta. Lo que sí me he inclinado es a hacer guiños con películas, a referencias culturales, a la historia reciente del país. Y un poco a jugar más con la fantasía. Pero Caraxo Man sigue siendo el mismo. Está menos lisuriento, pero igual es liso. ¡Igual se achora!

— ¿Es Caraxo Man tu confeso álter ego?
Me lo han dicho, pero no lo creo. Puede ser que los dos seamos pelucones, pero no fue hecho con esa intención. Sus historias se nutren de muchas fuentes, con historias mías, pero también de gente cercana.

Próximo título de Caraxo Man (Difusión)
Próximo título de Caraxo Man (Difusión)

— ¿Caraxo Man enfrenta el mundo armado con solo una llave inglesa, adquirida en la Cachina. ¿De dónde salió este objeto contundente?
Tiene su origen cuando manejaba bicicleta. Cuando eres novato, sucede que te pasa algo con la bicicleta y no tienes nada a mano para arreglarla. Entonces aprendes a llevar tu llave. Un día, un auto me cerró a la mala. ¡Casi me mata! Y comencé a corretearlo pedaleando, sacudiendo la llave inglesa con la mano. ¡Hasta que me di cuenta de lo peligroso que estaba haciendo! Me alucinó esa imagen, en mi bicicleta, sacudiendo la llave inglesa como una especie de Manco Inca. De allí en adelante, siempre la llevo a todas partes.

— ¿Una constante en Caraxo Man es la denuncia a la corrupción, plasmada muchas veces en la actitud del tombo coimero. Lo curioso es que su novia es una agente del Escuadrón Fénix... ¿La autoridad que denunciamos es, a la vez, necesaria para nosotros?
Podría ser una lectura. Pero, realmente, esa situación resulta ser más bien anecdótica.

— Es decir, para Caraxo Man las mujeres policías son su debilidad...
No lo sé, tendría que decirlo él mismo. La mayor parte de sus aventuras se sustentan en anécdotas reales. Una vez, en un grifo, me encontré con una policía cuya moto, por alguna razón, no arrancaba. Y al verme echándole gas a mi moto, me pasó la voz. Yo respiré frío: estaba sin documentos porque se los había comido la lavadora. "Un favor –me dijo–, se ha malogrado mi moto". Traté de ver qué pasaba y solucioné el problema. "Gracias, eres mi héroe. Nunca te voy a poner una papeleta", me dijo contenta. Y eso lo llevé a la historieta. He vinculado sentimentalmente a Caraxo Man y a la policía. Ella es su salvadora y, a veces, lo pone en línea.

El héroe al desnudo: “El buen Kurgan tenía la costumbre de bajarse mi toalla para jatear sobre ella. Qué bárbaro pa’ necio”, recuerda Markus.
El héroe al desnudo: “El buen Kurgan tenía la costumbre de bajarse mi toalla para jatear sobre ella. Qué bárbaro pa’ necio”, recuerda Markus.

— ¿Ver a Caraxo Man competir con Gastón Acurio en la preparación de un cebiche es delirante. ¿El discurso de la gastronomía pecó de aquella demagogia?
Pienso que sí. Está claro que nuestra comida es de la 'pitri-mitri', el tema no es el combate. Pero cuando apareció el tema de la marca país, se postergaron algunos temas urgentes. Dibujé una historieta donde el dueño del restaurante se aprovecha de sus cocineros, y allí ves la demagogia. El cómic con Gastón Acurio lo hice cuando Mistura ocupaba el Parque de la Exposición, cuando todo el mundo estaba enfocado en el tema de la comida. Pero recuerdo que a los Kusi Kusi no los dejaban hacer funciones en tiempos de feria gastronómica. Todo ese furor nos hace perder la perspectiva. Estamos tan emocionados en la fiesta que nadie quiere ver los problemas.

— El lenguaje de Caraxo Man es clave en su humor. ¿Cómo lo construyes?
Podría pensar que el lenguaje se ha ido construyendo solo, que yo no tengo nada que ver. Fluye inconscientemente.

— Se le criticó que fuera lisuriento, pero ahora parece inocente si lo comparas con los recientes audios de los magistrados del Poder Judicial.
¡Alucina a Walter Ríos! Estuve escuchando sus audios. No me vengan a decir que Caraxo Man es lisuriento: ¡Walter Ríos es el campeón olímpico! Se me había ocurrido hacer unos audios entre ambos [ríe]. Y no necesitan decir lisuras para ofender. Desde que escuchamos a Hinostroza decir: "¿Qué quieren? ¿Que le rebaje la pena o lo absuelva? ¿Y cuántos añitos tiene la niña? ¿Está desflorada?"... ¡Es un lenguaje neutro y mira toda la porquería que transmite! En el fondo, dice que le importa un pepino lo que le haya pasado a esa niña, a su familia, su futuro. Solo le interesan los "verdecitos". Cuánta porquería en unas pocas frases.

— El precio de las personas es otro tema en Caraxo Man. Hay un policía que es comprado con dos sánguches. Y el propio protagonista casi se vende por una mesa bien servida. ¿Cuál es el precio de tu personaje?
Es una buena pregunta. Felizmente tiene a la Cuca. Ella siempre aparece para darle un par de lapos.

— Es la voz de la conciencia.
Claro, su Pepe Grillo, su gusanillo de la culpa.

— Deberíamos tener más Cucas entonces. ¿Crees que hemos perdido la capacidad de escuchar a nuestra conciencia?
Quizá. Como te dije al principio, Caraxo Man no es un héroe, pero cuando aparece la tentación, también escucha a su conciencia. Tiene sus tropezones como cualquiera, pero también puede redimirse.

Contenido sugerido

Contenido GEC