Jesús Cossío (Lima, 1974) hace cómics desde hace 22 años. Lo suyo es dibujar y escribir acerca de la violencia en la década de los 80, lo cual se aprecia en "Rupay" y "Barbarie", pero también hace humor. Eso sí, aquello de lo que se ríe no necesariamente te causaría gracia. En esa categoría se encuentra "Mala onda" (Pictorama, 2016), a la venta en la Feria Internacional del Libro de Lima. Conversamos sobre esta historia en "El Comercio".

-Tu primer recopilatorio de webcómics, "Las increíbles aventuras del hombre que no se hacía dramas" (2015), tiene dos tipos de lectores en : admiradores y detractores. ¿Cómo describirías la recepción de "Mala Onda"?

Yo diría que no tan polarizada. No es tan popular como la otra tira, por supuesto. "Las increíbles aventuras del hombre que no se hacía dramas" tiene más de 150.000 seguidores y "Mala Onda" tiene 15.000 seguidores, es la décima parte. Eso, naturalmente, permite ver que son lectores más concentrados en el tema de lo que la tira trata, que es esta especie de la reacción contra la 'buena onda' que hay en Facebook y otras redes sociales.

-O sea los que están en contra de la corriente

Claro, o por lo menos les disgusta la manera como se vuelve todo un mundo de apariencias.

-¿Cómo nació "Mala Onda"?

Por comentarios que yo solía hacer, pequeños apuntes, y luego dije 'los voy a publicar en una tira'. Como es una tira de Facebook, publico cuando hay algo que publicar. No es que tenga que hacer una todos los días, lo cual sería agotador, sino es más o menos cada dos semanas. Eso permite que yo sienta ganas de hacer la tira cuando tengo algo que decir, no cuando haya que buscar un tema forzadamente.

-¿Lo mismo ocurre con "Las increíbles aventuras…"?

Más o menos, aunque con eso trataba de hacer al menos una por semana, pero igual es una frecuencia bastante cómoda, por decirlo de alguna manera.

-¿Es idea mía o los webcómics no se han explorado mucho en Perú?

No, definitivamente. Entiendo que hubo intentos, pero no se han explorado del todo. También que ha sido muy cambiante lo que se esperaba de la web. En un momento se dijo que los blogs iban a ser la segunda ola de internet y luego ya casi nadie lee los blogs o muy pocas personas los leen. Gente subía sus cómics a los blogs y los ha descontinuado.

-En todo caso, has encontrado en Facebook una forma de difundirlos

Sí, porque Facebook te envía una notificación y, con las limitaciones que hay, permite que la gente esté añadida a un círculo en el cual puedes subir material.

-¿Y Mala Onda podría haber sido posible antes de Facebook?

Probablemente, porque tengo algunos cómics mala onda, que no se llamaban así, pero simplemente eran de reacción a ciertas cosas del mundo. Yo creo que, específicamente, "Mala Onda" no, porque esa tira lo que hace un poco es burlarse de las costumbres de la web, de la gente que anuncia que se casa, que es feliz, que come esto, que come makis, de toda la buena vibra. Yo no tengo un problema que la gente, obviamente, esté contenta. Eso está bien, sino que se vuelva una especie de despliegue forzado.

-¿Y alguna vez alguien que se haya sentido aludido por la tira se ha contactado contigo?

Sí. Hay gente que dice 'sí, yo soy mala onda', y luego dice 'no, yo no soy tan mala onda como para odiar esto'. O gente que dice… sobre todo cuando se trata de críticas a artistas, hay gente que siente que por ahí…

-Se pican

Sí, hay cierta piconería.

-¿Hay algo de lo cual no te burlarías en "Mala Onda"?

Hay muchas cosas de las que uno no podría burlarse. Yo soy un dibujante de temas como la violencia política. No veo yo desde mi perspectiva cómo te puedes burlar de algo como eso. De la gente que cultiva actitudes al respecto sí, de los artistas-activistas y artistas-militantes sí, me puedo burlar; no de la violencia política.

-¿Crees que la mayor presencia de internet hace que estereotipemos? ¿Que algunos sean tildados de "caviares" o "políticamente correctos"?

Probablemente, hay mucho de eso. Para empezar, todo se vuelve más inmediato, entonces la gente cree que tiene que responder rápidamente con lo primero que le venga a la cabeza o a los dedos. Estereotipar al otro es muy fácil para, supuestamente, ganar una discusión. Creo que también la gente necesita mostrar que es más radical. Por lo menos en los círculos políticos o artísticos, todo el mundo necesita pretender que es más rudo, más radical que el otro. Esos intercambios de calificativos o descalificativos son moneda común.

-¿Y sería simplificarlo demasiado decir que esas actitudes son porque buscan 'likes'?

En cierta forma, reconocimiento. Y una forma de reconocimiento en Facebook son los 'likes'. Hay mucho de eso. Una cosa que sí me parece muy marcada, y no me agrada, es que la cantidad de elogios que uno recibe en Facebook por cualquier cosa que haga es obscena. Entonces eso nos crea, queramos o no, un problema mental porque hacemos algo, lo ponemos y todo el mundo nos dice 'qué lindo, qué bonito, qué hermoso'. Todo lo que hacemos parece genial, la capacidad de crítica se desvanece completamente.

-También se ve lo contrario cuando alguien dice algo jalado de los pelos o muy extremista. Le dan con palo.

Sí, también pasa. Alguien dice una de las mayores estupideces posibles y cuando alguien le dice algo, responde con 'pero es mi opinión, por eso estamos en la época de internet, en internet todo es libre'. Con las elecciones he visto mucho de eso, ha sido esclarecedor ver lo que la gente tiene en la cabeza

-¿Lo que dices en "Mala Onda" lo dirías en persona?

Algunas cosas sí. Obviamente está la distancia del humor, de la caricatura. Y también la distancia de que nadie quiere estar con una persona que todo tiempo le está recordando lo ridículo que es el mundo en algunas cosas.

-Además de "Mala Onda", en la FIL presentaste "Los años del terror", que no es paródico, pero sí histórico. ¿Alguna vez has tenido problemas para pasar del humor al drama?

No, yo creo que al contrario. Tengo la fortuna de poder explorar ambos registros porque suele ser que cuando eres historietista, artista o dibujante; sobre todo en el campo de la historieta o el humor gráfico, te encasillan muy rápido en un tipo de cosa que haces. (…) A veces es difícil, porque uno no se levanta del mismo humor todos los días y a veces el mismo hecho de documentar casos de violencia puede ser muy duro con el estado emocional de uno. También depende de que tú sepas que estás haciendo algo con eso, no solo quedarte con lo peor que lees y termines anonadado, sino que produzcas, interpretes, investigues, lo conviertas en una idea, en un cómic; entonces eso ayuda a no caer en lo duro del tema.

-¿Cuál ha sido la recepción de los lectores con esta case de trabajos, como "Rupay", "Barbarie" y ahora "Los Años del Terror"?

Teniendo en cuenta que Perú no tiene una gran industria ni un gran público historietista, yo creo que ha sido positivo. "Rupay" se agotó en cuatro años y eso me parece bien, y "Barbarie" siempre vende. Aún cuando no es un gran mercado, hay una respuesta y eso siempre me parece positivo.

-¿Es posible vivir de solo hacer cómics en Perú?

De hacer cómics, no. Yo me dedico a hacer talleres, a dar clases y hacer ilustraciones porque solamente de hacer cómics no, muy difícil. Y no solo en Perú, Colombia y Chile también. A menos que pertenezcas a una clase muy específica de creador, no puedes vivir solo del cómic.

-¿Qué cosas puntuales tendrían que ocurrir para que la gente empiece a vivir de eso?

Que nos paguen más, supongo (risas). Mucho más. En realidad, que se vendan muchos más cómics, porque básicamente los creadores vivimos de las regalías de los libros. Las regalías funcionan exponencialmente, más ganas si más libros se venden, por el porcentaje. Si se vendieran más libros, algunos autores estarían más tranquilos económicamente.

DATO

"Rupay", creado por Jesús Cossío, Luis Rossell y Alfredo Vilar ha sido reeditado este 2016 por Random House.

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