El miedo, la frontera final. El umbral donde todo lo que creemos que somos se pone a prueba y podría sacar lo peor de nosotros. Hace unos días en Chiclayo todo un hospital fue desalojado porque las personas oyeron que dentro del edificio había un niño sospechoso de portar el coronavirus. Los temores se dispararon, personas que necesitaban atención médica prefirieron alejarse del centro de salud. Al final fue una falsa alarma.
¿Somos los peruanos proclives a tener miedo frente a las enfermedades y el contagio? “Las epidemias son crisis dramáticas que crean pavor y desolación pero también brindan oportunidades de cambio y de superación tanto a los individuos como a las sociedades. El miedo que nos producen se debe no sólo a que nos acercan violentamente a la enfermedad generalizada y a la muerte sino que nos enfrentan con lo que a veces más tememos de la sociedad”, señala el historiador Marcos Cueto en su libro “El regreso de las epidemias”. Cueto advierte en un contexto de epidemias el temor no solo es a la enfermedad, sino también al paciente y a las autoridades. Cueto agrega en el libro que el temor se manifiesta contra “otros individuos como el poder autoritario que parece protegernos pero que con mayor frecuencia vulnera los derechos individuales y la obligación de aceptar que convivimos con personas y grupos que consideramos diferentes, extraños y hasta amenazantes a nuestro bienestar físico y nuestra identidad cultural”.
El historiador Juan Antonio Lan Limango, quien estudió la relación entre el temor y el sida surgidos en el Perú durante la década del ochenta, encuentra algunas relaciones y diferencias entre el temor experimentado en aquella época y lo que sucede hoy con el coronavirus. “Existía una condena a las víctimas. Para el caso del VIH/Sida, en un primer momento este se relacionaba a los homosexuales, heroinómanos, delincuentes y prostitutas de la sociedad norteamericana (personas que se alejaban de los ideales morales de la sociedad); en cambio, ahora, con el coronavirus se tiene un temor al extranjero y en especial a la población china. Y el escenario cambia rápido, porque la propagación mundial afecta a otros países considerados netamente occidentales como Italia. A diferencia del caso VIH/Sida, frente al coronavirus se emplean las cuarentenas, la cual es una práctica muy antigua; sin embargo, con la diferencia de que ahora estas aparecen como un espectáculo transmitido en tiempo real por los medios de comunicación y son viralizados en las redes sociales por la población. Esto agita las incertidumbres y los miedos a la epidemia. Mucho más en un mundo más conectado”, señala Lan Limango.
EL CASO PERUANO
“Puerto del Callao, primero de mayo de 1903. Cuando la señora Figueroa vestía el cuerpo de su hijo Pedro para el entierro, palpó una extraña hinchazón en el cuello del cadáver. Nadie le dio importancia al descubrimiento hasta días después cuando diez de los setenta trabajadores del molino donde laboraba Pedro Figueroa enfermaron gravemente de un mal desconocido que les secaba la lengua, les hinchaba los ojos, los bañaba en fiebre y les producía bubones del tamaño del huevo de una paloma en el cuello, la ingle y las axilas. Quizás entonces, algunos pensaron que había una relación entre su sufrimiento, la muerte de Pedro y el hedor de las ratas muertas del molino”. Ésta fue una de las primeras noticias en el Perú de una terrible epidemia de peste bubónica desarrollada a inicios del siglo XX, señala Cueto en su libro, quien además asegura que en el Perú las epidemias están vinculadas a la pobreza y la carencia de la infraestructura adecuada para toda la población.
Así, en la historia, los peruanos experimentamos un marcado deterioro de nuestra salud, en donde las epidemias eran una amenaza y muchas enfermedades que parecían controladas regresaban victoriosamente.
El sistema de salud nacional recién actuaba solo cuando las enfermedades se intensificaban y las medidas eran de urgencia. La falta de prevención y la lentitud frente al accionar del Estado generó que la población no tenga una gran confianza en su sistema de salud.
“Por eso no extraña el acontecimiento de Chiclayo. Por un lado, se mezcla el miedo a la epidemia y por otro lado se sabe de la ineficacia del sistema de salud”, apunta Lan Limango, quien sostiene que existen respuestas recurrentes en la población peruana ante la evidencia de una epidemia. “Está la huida de los lugares afectados, la atribución del contagio a grupos marginales o percibidos como extraños; también podemos encontrar la resistencia a los métodos sanitarios autoritarios. Estas respuestas sociales aparecen en sectores regionales, la iglesia, los comerciantes, los médicos y los sectores populares ante medidas como suspensión de comercio, cierre de puertos, desempleo por cuarentenas, quema de viviendas, aislamiento de los enfermos y la alteración de las costumbres con la introducción de técnicas sanitarias. Esto es variable para cada lugar y tiempo de nuestro país. Esto pudo observarse, por ejemplo, durante el caso de la peste bubónica de 1903 y de 1930, relacionada con los chinos y el hacinamiento a la vida urbana”, explica.
HORA DE SER SOLIDARIOS
Si bien podríamos mirarnos muy de cerca y concluir que lo que nos pasa es una reacción muy peruana debido a nuestros antecedentes de salud frágil y políticas ineficientes de sanidad, lo cierto es que en un mundo tan interconectado podemos hallar algunas similitudes en otros, o muchos, lados del mundo. Por ejemplo, hace poco la BBC de Londres dio cuenta de discriminación por temor al contagio del coronavirus en Alemania. “Sammi Yang comenzó a darse cuenta de que algo no estaba bien cuando fue a una consulta con su médico en Berlín y se le prohibió ingresar al edificio”, así comienza el reportaje que luego cuenta cómo mientras otros pacientes ingresaban por la puerta del centro médico, Yang, una artista del maquillaje que venía de China, tuvo que esperar afuera en pleno invierno. Cuando el doctor se presentó frente a Sammi Yang solo le dijo que no era nada personal, que no estaban dejando entrar a ciudadanos chinos a las instalaciones y ella nunca pudo explicarle que no presentaba ninguno de los síntomas atribuidos al coronavirus.
En Ucrania, un grupo de personas que viajaban en micros luego de recorrer China fueron atacadas con piedras. Abordo iban ciudadanos de diferentes naciones.
Parece que junto con el virus surgen otro tipo de enfermedades, autoinmunes y que no cuentan con vacunas. La Organización Mundial de la Salud está desarrollando junto con la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC) y Unicef guías basadas en campañas globales para contrarrestar el miedo que encausa la estigmatización de las personas enfermas o que, solo provienen de lugares donde hay presencia de coronavirus. Como dijo hace unos días el director general de OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus “es tiempo para la solidaridad, no para el estigma”.
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