La historia tradicional solía narrar la independencia como un relato protagonizado por hombres. Una gesta de próceres y caudillos, con menciones a contadas heroínas. Sin embargo, esta visión silenciaba más de lo que mostraba. Investigaciones recientes han apuntado más bien a ver este periodo como un tiempo de larga duración, de ruptura y cambio, que involucró tanto a hombres y mujeres, quienes participaron activamente en este proceso.
Ahí la presencia de las mujeres significó un desafío a los roles de género establecidos desde la colonia. Como dice la historiadora Claudia Rosas, “este periodo de guerra abrió, en realidad, un espacio bien grande para la participación femenina tanto en la esfera pública, política y militar”. Y participaron mujeres de todo el espectro social: “indígenas y mestizas; esclavas y libertas; plebeyas y aristócratas; pobres y ricas; es decir de toda condición y procedencia étnica”, añade Rosas.
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Esta nueva perspectiva, como bien resume Ana Belén García López en su ensayo “Las heroínas calladas de la independencia hispanoamericana”, recupera el protagonismo de las mujeres en toda su dimensión: “La organización de redes en las que actuaban como correos proporcionando información muy valiosa a los ejércitos patriotas; la organización de protestas; la propagación de las ideas patriotas y persuasión entre los ejércitos realistas; la redacción de idearios y manifiestos; la donación de dinero y joyas (…); el refugio de los insurgentes; el transporte de alimentos, ropas y material bélico; la reparación de armas; el sustento familiar; la presencia en los campamentos (troperas, rabonas, guareñas, soldaderas) acompañando a las tropas, preparando los avituallamientos, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los muertos, portando las armas; la lucha como miembros de las guerrillas patriotas o como soldados en los campos de batalla, algunas vestidas de hombre para ser aceptadas en el combate, otras ejerciendo su condición de mujeres guerreras, en ocasiones desempeñando rangos militares y actuando como estrategas”.
Rebeldes
Según la historiadora Sara Beatriz Guardia para entender la presencia femenina en la historia hay que deconstruirla, lo que implica volver a revisar documentos y libros. Con esa nueva mirada, Guardia resalta el papel que cumplieron las mujeres en 1780, durante la rebelión de Túpac Amaru. “Micaela Bastidas tuvo un rol importantísimo, al grado de que cuando fue condenada a muerte, se le acusó de cómplice de la rebelión; pero no solo era ella, también participaron otras como Tomasa Tito Condemayta, la cacica de Acos; Cecilia Túpac Amaru, quien intervino en el sitio del Cusco; Bartolina Sisa, quien se levantó con los hermanos Catari; Gregoria Apaza, Marcela Castro, Ventura Mojarras; todas ellas fueron azotadas por las calles y condenadas a muerte, sus bienes fueron confiscados. Fue un periodo terrible que concluyó en 1783 con la caravana de la muerte, decenas de familiares de los que participaron en la rebelión fueron obligados a venir caminando descalzos desde el Cusco hasta el Callao, entre ellos había 75 mujeres y 15 niñas”.
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Guerreras
Ya en el siglo XIX, aparte de la figura estelar de María Parado de Bellido, fusilada en la plaza de Ayacucho, después de haber sido apresada a fines de marzo de 1822, por haber enviado una carta que alertaba de una emboscada realista al ejército patriota, Beatriz Guardia destaca a algunas otras mujeres, cuyos nombres se han ido conociendo recientemente. “Una mujer muy importante fue Matiaza Rimachi, quien participó activamente en la batalla de Pampa de Higos Urco, en Chachapoyas, el 6 de junio de 1821, ella organizó a las mujeres y las condujo al campo de batalla, donde los realistas fueron vencidos. He buscado documentación sobre ella en el Archivo Regional de Amazonas y se sabe que nació en 1769 y se dedicaba a la fabricación de lienzos de algodón. Otras son las hermanas María e Higinia Toledo y su madre Cleofé Ramos, quienes vivían en Concepción, cerca de Huancayo. Enteradas de la llegada de las tropas del realista Jerónimo Valdez, ellas organizaron a la población e idearon derribar el puente Las Balsas para que los españoles no pudieran pasar”. Esta semana se cumplieron, justamente, 200 años de este hecho, sucedido el 3 de marzo de 1821, y el Proyecto Bicentenario realizó un homenaje en honor de estas heroínas.
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Y entre esas figuras femeninas que empiezan a salir del olvido, Guardia destaca también a Ventura Ccalamaqui, una mujer indígena que participó, el 31 de agosto de 1814, en un levantamiento de mujeres en Huamanga, frente al cuartel de Santa Catalina, en apoyo de los insurgentes del Cusco, liderados por los hermanos Angulo y Pumacahua. “Ella lideró a cientos de mujeres campesinas que participaron en el levantamiento”, precisa Guardia, quien, además, resalta otro nombre más: Emeteria Ríos de Palomo, quien se enfrentó en las alturas de Huaral, en setiembre de 1823, al temible ejército de José de Canterac.
Figuras
Las figuras de Rosa Campusano y Manuela Sáenz han sido asociadas, en dos tradiciones de Ricardo Palma, a las figuras de San Martín y Bolívar, respectivamente. Sin embargo, estos relatos han contribuido a construir una visión edulcorada que, en el fondo, ha reducido la participación de estas dos mujeres en este periodo. En palabras de la historiadora Magally Alegre las han encasillado “en una narrativa amorosa y romántica” de la que tenemos también que liberar a la heroína del siglo XIX. “Esas referencias a Rosita, a Manuelita están inmersas en un sentido romántico —dice— que les ha quitado agencia, y se ha concentrado solo en el aspecto sentimental. En el caso de Sáenz existen cartas de amor y su nivel de entrega con Bolívar era evidente, pero también era evidente su participación política, sus tomas de decisiones, como, por ejemplo, su determinación para conservar el legado histórico de Bolívar como su archivera de documentos”.
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La historiadora Sara Beatriz Guardia destaca, por eso, la entereza de Manuela Sáenz en Junín, en 1824, “cuando atravesó a caballo la cordillera” y después prosiguió con Sucre en la campaña de Ayacucho. “Por eso Bolívar la condecoró con el grado de coronela del Ejército de la Gran Colombia”.
Magally Alegre afirma que los líderes de las campañas libertadoras sabían que la independencia no se podía ganar a espaldas de las mujeres, por lo que parte de la propaganda patriota las exhortaba a sumarse a la causa. Sin embargo, añade, había también una especie de estrategia para desvalorizarlas. “En su momento —señala— patriotas y realistas van a acusar a sus mujeres de tomar decisiones en función de sus intereses familiares; es decir de querer acomodar a sus maridos o hijos en un bando u otro; o en el caso de las rabonas se les pintaba como fieras salvajes que buscaban proteger a sus soldados; en ambos casos lo que se hacía era quitarles agencia política”, como si estas estuvieran exentas de ideales propios.
Alegre destaca, en ese sentido, la participación femenina en el paso del batallón realista Numancia al bando libertador en diciembre de 1820. “Fue un caso interesante, la fonda de Carmen Guzmán era conocida por la calidad de su comida y su hospitalidad, ahí acudían mujeres ya convencidas de la causa independentista como Manuela Sáenz, la marquesa Hermenegilda de Guisla Larrea, Carmen Noriega, Gertrudis Coello, Rosa Campusano, y ellas deciden mudar el lugar a un sitio más cercano al convento de Guadalupe (hoy espaldas del Palacio de Justicia), donde se alojaban los oficiales y la tropa del batallón realista Numancia. El sitio se convirtió en un espacio de distensión y sociabilidad donde estos oficiales son convencidos de la conveniencia y justicia de pasarse al bando patriota. Pero esto se da como parte final de un proceso en el que las mujeres hacen su parte, pero reducir su aporte solo a haber creado este espacio de seducción no ayuda más que a oscurecer su participación política”, precisa Alegre.
Como dice la historiadora Claudia Rosas la participación femenina alcanzó “diversidad de formas y lo importante es valorar su participación y no pensar más que lo político o lo bélico en ese tiempo fueron asuntos absolutamente masculinos”.
Conferencias
Los días 9 y 10 de marzo se realizarán dos nuevas sesiones virtuales del Proyecto Especial Bicentenario que abordarán el rol de las mujeres en el periodo de independencia. Los interesados podrán seguir la transmisión en vivo por la cuenta oficial de Facebook del Proyecto Especial Bicentenario.
El lunes 8, a las 6:00 p. m. se realizará la Conferencia Virtual “Ciudadanas a votar: Sufragio Femenino en el Perú”, a cargo de Sara Beatriz Guardia. Será a través de la Página Facebook Cultura Miraflores.
Asimismo, el Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL, ha lanzado la convocatoria para el congreso “Las Mujeres en la Independencia del Perú”, en Lima, los días 7, 8, 9 de julio 2021.
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