La mañana del 4 de mayo de 1839, entró al puerto del Callao la barca inglesa Globe, con el capitán Kraft al timón, procedente de Chancay. Atracaron también la goleta ecuatoriana Feliz y el bergantín inglés Globe, de 252 toneladas. Como salidas, se registraba la goleta nacional Felipe hacia el puerto de Salaverry; con destino a Cerro Azul la barca Villa Angelita, cargada de máquinas; el bergantín Juan Esteban con destino a los puertos del norte y el ballenero estadounidense Marcela con un cargamento de aceite de esperma. El navío francés Rhone esperaba salir la semana siguiente con dirección al puerto francés de Marsella. Navegaría “en derechura” como se llamaba entonces a un viaje recto a destino. Anunciaba lugar para carga y viajeros. En esos días, la Aduana Principal había inaugurado sus oficinas en el Callao y empezaba a despachar.
Ese día el diario El Comercio salía a la calle por primera vez. Para un actual e impaciente consumidor de noticias en plataformas digitales resulta difícil imaginar un tiempo en que las personas solo podían informarse a través de la prensa local, además de pasquines anónimos, sermones religiosos y la tan esperada correspondencia. La aparición de un medio de prensa independiente como El Comercio provocó sorpresa, pues lo que abundaban eran publicaciones efímeras creadas como instrumentos de propaganda política.
A inicios del siglo XIX, la circulación terrestre de las noticias se realizaba a ritmo de mula, llevadas por comerciantes o arrieros. La velocidad más rápida a la que podía enviarse un mensaje de larga distancia era de unos 12 kilómetros por hora, lo que se tardaba en cabalgar de una ciudad a otra. Es por ello que la noticia urgente se encontraba en los puertos marítimos.
Por entonces, el trayecto de Lima al puerto del Callao tomaba cerca de dos horas en carreta, con el riesgo permanente de ser asaltado por bandoleros. Para El Comercio, el puerto era vital porque se trataba del único enlace con el mundo, y por ello desplegaba sus corresponsales a la espera de la llegada de los barcos. Se obtenían las noticias a través de los testimonios de marinos y viajeros o espulgando las publicaciones internacionales. A esta cantera de pioneros del periodismo perteneció un joven José Antonio Miró Quesada, contratado en 1866 como corresponsal en el Callao, y que llegaría a ser director de este Diario una década después.
En su primera semana de publicaciones, El Comercio dio cuenta, leyendo los diarios que traía el navío Liguria de Chile, de cómo España y Argentina eran sacudidas por cruentas guerras civiles. Asimismo, en Valparaíso continuaban las celebraciones por la victoria en Yungay (20 de enero de 1839), que puso fin a la Confederación Perú-Boliviana. Por cierto, para esos días se anunciaban en remate público tres lanchas y dos botes usados por la escuadra del Ejército Restaurador en la guerra contra el presidente boliviano Santa Cruz.
De los navíos estadounidenses llegaban las noticias del “Daily Boston”, que en su edición del 17 de diciembre lamentaba que se hubieran paralizado las exportaciones de harina a las Antillas y Sudamérica, puesto que sus precios superaban en 30% al de los productores europeos, a pesar del agotamiento de las tierras de cultivo en el Viejo Continente. Esas eran las noticias frescas llegadas por el mar.
Cuando las noticias daban la vuelta al mundo (en más de 80 días)
Hay cosas que no cambian: 1839 fue un año de guerras, inestabilidad política e inseguridad urbana. Lo que sí resulta radicalmente distinto, 185 años después, es el tiempo que toma dar cuenta de los sucesos. Esta es una crónica sobre un mundo entonces más veloz que sus nuevos medios de comunicación.
Una prensa plana Scott, de brillante fierro forjado, fue la utilizada en la primera década del diario El Comercio para cumplir con sus suscriptores. La edición podía adquirirse también en la tienda del señor Dorado, en la Calle de Judíos, y en la Botica Inglesa, en la céntrica calle La Merced.
En 1839, el tiraje de El Comercio, en la imprenta de la Calle del Arzobispo, número 147, se dirigía a unos pocos cientos de lectores bien informados. Por entonces, poco más del 20% de los peruanos recibían instrucción elemental, y la lectura pública de periódicos, costumbre de la época, permitía que la población analfabeta pudiera acceder a la información. La venta callejera, más popular, se popularizaría en la segunda mitad de ese siglo.
La suscripción mensual a El Comercio costaba dos pesos; y la edición del día, un real. Un precio módico para quien quisiera conectarse con el mundo, aunque con el retraso propio de la tecnología de la época. En efecto, tomó medio año que, gracias a los diarios británicos llegados vía marítima al Callao, nos informáramos del estallido de la Guerra del Opio, detonada el 3 de junio de ese año. Los reportes del combate del 4 de setiembre entre buques británicos y juncos de guerra chinos en la Batalla de Kowloon, frente a Hong Kong, se publicaron en mayo del año siguiente, teniendo como fuente al parisino “Journal des Débast”.
Del retraso informativo no se salvaba ni Dios: la noticia de la elección de Pío IX el 16 de junio de 1846, tras la muerte de Gregorio XVI, fue publicada recién el 6 de setiembre, tras la llegada del primer navío procedente de Roma a nuestro primer puerto.
Igualmente retardadas llegaron las noticias de un invento tan notable como el presentado el 7 de enero de 1839, en Francia, por Louis Daguerre. Su daguerrotipo, la primera imagen fotográfica, causó sensación en la Academia de Ciencias de Francia, y El Comercio lo celebró en su edición del 25 de setiembre, siete meses después: “Con qué interés veremos los retratos de los hombres distinguidos de todos los países, bosquejados no con el pincel falso del pintor, sino con la fuerza y verdad de la luz de los cielos. Puede que no tarde mucho tiempo que tengamos en esta ciudad la exhibición de tales panoramas y retratos”, anota el redactor.
Junto con guerras, papados y adelantos científicos, del exterior también nos llegaban historias de crímenes que despertaban el morbo local. Así, la primera “crónica negra” publicada por El Comercio venía de Francia, con fecha de 23 de marzo de 1841. Un año antes, la joven Marie-Fortunée Lafarge fue acusada de asesinar a su esposo con arsénico, y su juicio fue el primero en difundirse internacionalmente. “El interés que esta joven desgraciada ha inspirado en Europa es tan general, que no hay periódico de España, Francia e Inglaterra que no consagre gran parte de sus columnas a registrar los últimos pormenores de este drama sombrío y lúgubre. Nosotros, que nunca nos hemos ceñido a solo dar cuenta de los sucesos políticos, creeríamos que pecamos de omisos si prescindiéramos del actual”, editorializó el Diario entonces, para justificar la cobertura de tan funesta celebridad. Más allá del escándalo social, el caso de Marie-Fortunée Lafarge pasó a la historia por ser la primera vez que un juez dictó sentencia apoyándose en las pruebas ofrecidas por la toxicología forense.
Las noticias nacionales resultaban más rápidas si partían de una ciudad costera. Así, en la edición del 20 de junio de 1939, El Comercio informa sobre un terremoto que asoló la ciudad de Ica el día 10, reproduciendo la carta dirigida a un lector: “Mi querido Pancho, el lunes 10, a las 9 a.m., experimentamos un terremoto que por poco no acabó con todo. Se opina que la ruina ha sido mayor que la del año 1913. La portada de la casa de la señora Ardiles voló a mi vista”, afirmaba el remitente.
La primera gran aceleración en la historia del tráfico informativo sucederá con la popularización del telégrafo de Morse, presentado en 1844. Quince años después, cables submarinos utilizados para la comunicación telegráfica unirían los continentes, y en el siguiente siglo, en 1914, la agencia Associated Press instalaba en Nueva York su primer servicio de teletipos. Hoy, acostumbrados al acceso casi instantáneo a la información, todo aquello forma parte de nuestra prehistoria.
Linea del tiempo: Noticias de primera plana
1839: tiempos de guerra
El Comercio apareció tres meses después de concluir la guerra entre la Confederación Peruano-Boliviana y el Ejército Restaurador Chileno-Peruano, que terminó diluyendo el intento del mariscal Andrés de Santa Cruz por vincular políticamente el Alto y Bajo Perú.
El invento de Daguerre
El 7 de enero de 1839, en Francia, Louis Daguerre presentó públicamente el daguerrotipo, la primera imagen fotográfica, en la Academia de Ciencias de Francia. El Diario celebró el invento en su edición del 25 de setiembre de ese año.
La Guerra del Opio
A inicios de setiembre, buques británicos y juncos de guerra chinos se enfrentaron en la Batalla de Kowloon en el delta del río de las Perlas, entre Macao y Hong Kong. El Diario mantuvo informados a sus lectores sobre la “Cuestión Anglo-Chinesca”, dando un reporte de la guerra con la información que llegaba con medio año de retraso.
El nuevo papa
El 16 de junio de 1846, en Roma, el cardenal Juan María Mastai Ferretti fue elegido Papa en el segundo día del cónclave. El Comercio recién pudo dar la noticia de la elección de Pío IX el 6 de setiembre, con la llegada de los diarios italianos al Callao. En los días siguientes, desarrolló ampliamente el tema con reportajes ilustrados.
El asunto Lafarge
La primera crónica negra publicada por El Comercio llegó desde París: Marie-Fortunée Lafarge envenenó a su marido con arsénico, en enero de 1840. A partir del 23 de marzo del año siguiente, el Diario siguió su juicio. Fue la primera persona condenada con pruebas presentadas por la toxicología forense.
El mundo en dos ruedas
Fue un salto en la velocidad del mundo: el 24 de noviembre de 1839, el herrador escocés Kirkpatrick Macmillan inventó la bicicleta a pedal.
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